La playa de los ahogados, de Domingo Villar, por Ángel García Prieto. 19/10/2010

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La playa de los ahogados.
Domingo Villar.
Editorial Siruela. Madrid, 2009 (445 páginas. 19,5 €).
 
La playa de los ahogados es la segunda novela que publica Domingo Villar (Vigo, 1971), tras el éxito de Ojos de agua (Siruela, 2006), en la que comenzó la serie policíaca protagonizada por el inspector Caldas. Villar vive en Madrid, donde trabaja como crítico gastronómico y guionista de cine y televisión. Su primera novela se ha traducido a seis idiomas y ha conseguido diferentes premios, además de ser finalista en los Crime Thriller Awards, del Reino Unido.
Ojos de agua se desarrollaba en Vigo y sus alrededores, en torno a la investigación que para esclarecer un crimen llevan a cabo el inspector Leo Caldas y su ayudante Rafael Estévez, un aragonés de carácter demasiado primario que sirve de contrapunto a su paciente y comedido jefe gallego y a la psicología tópica de la gente de esa región.
En la segunda novela, La playa de los ahogados, Leo Caldas y su ayudante se enfrentan al caso de un pescador de Panxón, que aparece ahogado y con las manos atadas en la playa de su pueblo. La idea de que pueda tratarse de un suicidio se desvanece pronto y el trabajo de los policías se hace dificultoso por la falta de indicios y porque los pocos que van apareciendo no dejan de ser ambiguos dichos en torno un ya lejano naufragio, nimbado por un halo de fantasías muy cercanas a leyendas gallegas populares.
El ambiente de marineros pescadores y los personajes están muy bien retratados; la tensión narrativa y la intriga de la historia también son estupendas. Además, la vida personal del detective, jalonada por sus apariciones en la emisora de radio donde colabora con el programa “La patrulla de las ondas”, el trato con su padre viudo y su tío hospitalizado, el bar que frecuenta para comer o cenar con la tertulia de conocidos, logran hacer entrañable al sensato y apasionado policía Leo Caldas, que tiene abierta una herida afectiva en su interrumpida relación con una mujer llamada Alba. Por otra parte, el humor y la ironía destensan las emociones, con situaciones casi siempre protagonizadas por su ayudante, aragonés directo y de mano suelta, que parece que poco a poco va entendiendo el carácter de los escurridizos gallegos.
Villar ha escrito dos novelas muy conseguidas, que logran entretener y mantienen en vilo al lector.

 

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