Entrevista a Selva Almada, por Rosa Cordero Díaz.

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Nació en Entre Ríos (1973) y vive en Buenos Aires. Estudió Periodismo y Letras.
Sus dos primeras novelas han tenido una excelente acogida por la crítica y los medios de comunicación. El viento que arrasa (2012), fue seleccionada como uno de los mejores libros editados del año. Siguió Ladrilleros (2013), finalista del XXXVI premio Tigre Juan. Es una de las escritoras más elogiadas de su generación “Una de las voces más prometedoras del la ficción Latinoamericana”. El País.
Integra diversas antologías de cuentos, entre ellas Die Nacht des kometen (Alemania, 2012); De puntín (Mondadori, 2008); Poetas argentinas 1961-1980 (Ediciones Del Dock, 2007); Narradores del siglo XXI (Opciones Libros, GCBA, 2006; Una terraza propia. Nuevas narradoras argentinas (Norma, 2006). Fue becaria del Fondo Nacional de las Artes con un proyecto de investigación sobre femicidio adolescente. Co-dirige el ciclo de lecturas Carne Argentina. Coordina talleres de escritura en Buenos Aires y en el interior del país. Ha publicado en su País, Argentina: Mal de muñecas. Poemas, 2003. Niños. Cuentos, 2005.Una chica de provincia. Cuentos, 2007. Chicas muertas.  Crónica, 2014.
 
 

 

      Tengo entendido que Ladrilleros se nutre de una zona geográfica en la que viviste y te criaste con tu familia e, incluso, algún personaje conserva ciertos rasgos familiares. ¿Cómo se logra escribir venciendo ese pudor que tantos quebraderos de cabeza ocasiona en algunos escritores?

En realidad la zona donde transcurre la novela no es el sitio donde me crié, pero sí que conozco muchísimo porque hace muchos años que la visito periódicamente. Yo nací y crecí en Entre Ríos y la geografía de Ladrilleros es el norte de Santa Fe, sur del Chaco. Sí es verdad que tenía un tío ladrillero (el mismo oficio que los personajes de mi historia), así que conozco bastante de ese ambiente. Pero la novela es una ficción, no hay nada autobiográfico. Tengo un libro anterior, de cuentos, que son mis memorias de infancia. Para escribirlo tuve que olvidarme de que escribía mi propia historia y tratar a los personajes como si fueran personajes de una ficción. No hay otra manera, creo, de abordar lo autobiográfico que convertirlo en una ficción.
 

 ¿Son los personajes los que forman el territorio, o, es a la inversa?

En mis cuentos y novelas los personajes y el territorio se complementan. La geografía no funciona simplemente como un decorado, un telón de fondo, sino que participa activamente de la trama, del universo de esos personajes.
 

¿Son el mismo territorio el literario y el real? ¿Quedan en su país muchos Tamai y Miranda cuyo vínculo de comunicación con el mundo es la violencia?

Mis novelas están pegadas a la realidad, pero siempre son ficciones, no son historias documentales, no pretenden contar la realidad de una zona o de un país. La violencia, como el amor, por ejemplo, son el motor de gran parte de la literatura universal y yo no escapo a esa regla. El mundo es violento a lo largo y a lo ancho.
 

El tratamiento del tiempo en tu novela ladrilleros ¿es un propósito expresivo y estructural en la narración?

Sí, claro. Fue una decisión contar la historia de una manera no lineal, quebrada, interferida constantemente por el flash back, un recurso del cine que aquí me funcionó muy bien para la estructura que quería darle a la novela. Como la historia está contada desde el punto de vista de los dos protagonistas y a lo largo de toda la trama los dos están agonizando, ir y venir del pasado al presente fue un recurso que además me permitía mantenerlos en ese estado agónico hasta el final.
 

Al leer Ladrilleros una tiene la sensación de que el lenguaje no son sólo palabras, es como, si además, una banda sonora estuviera de fondo marcando las emociones. ¿Crees que la elaboración de un lenguaje puede ser esencial, independiente de argumentos y temas?

El trabajo sobre el lenguaje es siempre esencial en la literatura. Para Ladrilleros trabajé con palabras y formas de la oralidad procedentes de diferentes regiones geográficas y de diferentes épocas, es un lenguaje híbrido, una invención poética.
 

 Creo que eres una escritora que lejos de buscar la aceptación del lector, te gusta explorar nuevas posibilidades al servicio de la obra, aunque resulte incómoda (es algo que admiro), ¿te ha ocasionado algún problema?

Es verdad que me gusta explorar nuevas formas de contar una historia; escribir siempre novelas iguales, como un molde que se llena con diferentes sustancias pero es siempre el mismo, me resultaría aburrido. Ojalá pueda escribir siempre una novela diferente a la anterior. Ladrilleros es muy diferente a El viento que arrasa, por ejemplo. No me ocasiona problemas trabajar así, pero hay lectores que se han sentido decepcionados o que sienten que una novela no está a la altura de la otra. Respeto sus sentimientos, pero la verdad es que no pienso en los lectores cuando escribo, no me preocupa darles el gusto. Cuando estoy escribiendo el asunto es sólo entre el universo de esos personajes y yo, no existe nada ni nadie más (tampoco los editores, por supuesto).
 

¿Cuál es esa primera lectura que recuerdas como experiencia vital, esa que, de pronto, te descubre la escritura como una posibilidad de estar en el mundo?

Para mí antes que la escritura, la lectura ha sido y sigue siendo una posibilidad de estar en el mundo. Hay muchos libros que me iluminaron en distintos momentos. El astillero, de Onetti, cuando empezaba a escribir mis primeros relatos. Mientras agonizo, de Faulkner o El camino del tabaco, un poco más acá. Cuentos de amor, de locura y de muerte, de Quiroga, cuando era chica. En fin, decenas de libros, por suerte.
 

 Además de novela ¿escribes otros géneros literarios como poesía?

Escribí muy poca poesía, un libro que se llama Mal de muñecas. Pero sí escribo cuentos y tengo un libro de crónica, Chica muertas.
 

Aquí en España la mayoría de lectores, según las estadísticas y según la afluencia a  los clubs  de lectura, son mayoritariamente mujeres, ¿ocurre lo mismo en tu país? ¿a qué crees que responde?

No lo sé, desconozco las estadísticas en Argentina.
 

¿Cuál es el papel del escritor/a (si es que lo hay) en la realidad social argentina del momento?

No estoy segura de que el escritor deba tener un papel en la realidad social de ningún país. Yo tengo mis compromisos, mis intereses, mis luchas como ciudadana. Además soy escritora, pero creo que eso no importa; importa mi compromiso como mujer, como habitante de mi país, como actor ciudadano y político.
 

Ahora que tu carrera como escritora empieza a proyectarse fuera de tu país, y con muy buenas críticas, ¿no te produce cierto vértigo?

Me pone contenta que mis libros se publiquen y se lean fuera de Argentina, que se traduzcan a otros idiomas. No sé si eso me produce vértigo, creo que más vértigo me producen los compromisos que tengo ahora y que antes no tenía: los viajes, las ferias, las entrevistas…
 

¿Qué papel juega la crítica en Argentina?

 La crítica literaria en Argentina siempre ha tenido un papel muy importante y espero que lo siga teniendo pero que también recupere cierta madurez y profundidad que creo ha perdido en los últimos años. La crítica es importante para los escritores y para los libros, para la literatura de un país.
 

Te dedicas a impartir talleres de escritura, ¿qué reglas, si es que las hay, consideras esenciales para emprender el camino de la escritura?

Creo que no hay muchas reglas, pero sí un camino de mucho trabajo: leer mucho y escribir mucho, corregir, construir una obra… lleva mucho trabajo y mucha paciencia. A veces los escritores están más preocupados por publicar que por escribir.
 

En Argentina llevas publicadas varias novelas, de momento en España sólo se publicó la última: Ladrilleros, en la editorial Lumen ¿para cuando se va a publicar El Viento que Arrasa? ¿Es posible que llegue a nuestro país el resto de tú obra?-Porque somos muchos los lectores que lo celebraríamos-

 En mayo se publica Chicas muertas, una no ficción que aquí en Argentina se publicó el año pasado. Y en setiembre, la editorial Mardulce, que es la misma que publica mis ficciones acá, va a publicar en España El viento que arrasa.
 

Por último, ¿qué tal tú paso por Oviedo?  ¿Te trataron bien los lectores y lectoras asturianos?

Lo pasé de maravillas. Me gustó mucho la ciudad y las personas que conocí, los lectores y el público que se acercaron a la charla abierta; la gente de Tribuna Ciudadana y los miembros del jurado del premio Tigre Juan, todos lectores y personas entrañables. Espero volver pronto a Oviedo y comer de nuevo fabada.

     Quisiera expresar mi enorme gratitud a Selva Almada, por su gran amabilidad. Por facilitar esta entrevista para “Literarias”, en la distancia chica de un correo electrónico: Oviedo-Buenos Aires-Oviedo.
 
    Rosa Cordero Díaz


 

 

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