Poema de Ricardo Labra, de su libro Los ojos iluminados. 16/01/2009

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LOS OJOS ILUMINADOS
 
 
Cuando miro hacia atrás me doy cuenta
de que el pasado tiene la velocidad de la luz.
 
En este momento el paisaje se ilumina
y desaparece calcinado:
                                   —una tarde, cuatro
lunas, cinco primaveras,
                                   aquella voz
que me llama
apagándose por el lejano horizonte.
 
Cuando miro hacia atrás vuelvo a encontrarme
—casi siempre sucede— con el mismo
rastro y los mismos restos y ásperos
vestigios entre los dedos de las manos.
 
Sal y ceniza, sombras desoladas
que el rayo fulminante deja a su paso.
 
 

 

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