The Reader (El Lector). Por Alejandro Cuesta Fernández. 26/03/2009

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En principio bien pudiera pensarse:¡Vaya otra vez a vuelta con los Nazis! Pero no, no es eso; créanme. El film que ahora nos ocupa, o sea El lector, también va de Nazis, no vamos a negarlo; pero en su narración –que se mantiene en una línea de sobriedad bastante estimable— escoge un determinado desvío para contarnos otras cosas, sobre todo la puesta en escena de manera sosegada y con cierta mesura del análisis de la culpa en varias de sus dimensiones. Así pues no transcurre por el camino de la crueldad o de la furia o la caricatura, muchas veces gratuitas, al presentarnos a los personajes de aquella vituperable época, y aunque se basa en esencia en los pormenores de un concreto experimento: la selección de la raza, fórmula muy grata a aquel régimen, tampoco carga las tintas en su descripción. En nuestro recuerdo filmes como Los verdugos también mueren (1942), de Fritz Lang, con el tema (aunque luego existirán varias versiones) del asesinato de uno de los favoritos de Hitler, Richard Heydrich —una de las figuras capitales del Nazismo— o por ser más reciente La noche de los generales (1966), en donde Peter O´Toole, en su personificación del General Tann, investido de un indudable vesanismo Nacionalsocialista, enarbola toda una serie de representaciones de aquel mal que duró doce años, y han pasado y siguen pasando por la pantalla, como la exacerbación del Kapo Nazi en La lista de Schindler (1993) de Steven Spielberg, interpretado por el mismo Ralph Fiennes de El lector, haciéndonos odiarlos en su justa medida o sobrepasando los controles que sus creadores trataban de imponernos. Pero en The Reader (El lector), casi todo ocurre de una forma mucho más sencilla, casi cotidiana que, aunque por supuesto, no es digna de alabanza, si nos aboca hacia una cierta comprensión de los hechos aquí relatados, y el film tal vez pueda definirse en sus líneas generales: como la trastienda del Nazismo.
 
El film, claramente diferenciado en dos partes, nos da ya algunos datos al principio de lo que pesa sobre su protagonista principal Kate Winslet, en su papel de Hanna Schmitz, de la que no sabemos mucho, pero en la que detectamos un cierto nivel de servidumbre o de ocultas intenciones cuando retira en el portal de su vivienda la vomitona del muchacho David Kross, que deviene en el personaje de Michael Berg. Su historia amoroso-sexual se desarrolla casi de inmediato, y en suma puede calificarse… ¿De amor o sometimiento? Otra de las claves que poco a poco irá desvelándose. El piso de Hanna es una verdadera ruina, pero las continuadas lecturas por parte del muchacho y que aluden al título del film, producirán la calidez del ambiente así descrito.
 
Por otra parte, la elipsis que opera como segunda parte del film, nos lleva a ocho años más tarde, cuando el joven – ya hecho hombre – sigue un curso de perfeccionamiento para abogados, impartido por un soberbio y quizás recuperado para el cine Bruno Ganz. Este es el momento, por así decirlo, de la verdad. La "desaparecida" Hanna Schmitz se enfrenta a un tribunal que la enjuicia por crímenes contra la humanidad. Aquí ya le podemos poner su verdadero rostro de guardiana de un campo de exterminio, acusada por sus otras compañeras como la auténtica instigadora de un pavoroso incendio con numerosas víctimas. Pero aún no hemos resuelto la última y significativa clave de la cinta: la importancia que cobran las lecturas a lo largo del film, se debe al analfabetismo de Hanna (una vertiente bastante original, y podemos pensar que negada a muchas películas anteriores, en las que en absoluto se ha tratado este tema) Llegados a este punto puede deducirse: Desconocimiento por su parte de la trágica situación en aquellos tiempos u obediencia ciega…
 
 
Para ir finalizando este comentario sobre The Reader (El lector), no hemos de olvidarnos de que tanto al principio como en las distintas fases de su desarrollo, contamos con la presencia intermitente de un Ralph Fiennes que representa al muchacho en los diversos períodos de su vida y que actúa como hilo conductor de la historia que aquí se narra, cobrando su mayor protagonismo cuando la cadena perpetua se ceba en Hanna, y aquel –como en el pasado— sigue ejerciendo su influencia lectora hacia su antigua amiga-amante, y todavía más, consigue a través de las cintas magnetofónicas que le envía, que Hanna comprenda los textos, y lo que es más importante: aprenda a escribir aún de manera incipiente. El final del film es muy doloroso y sólo el suicidio conseguirá liberarla de las sombras del pretérito o reconciliarla con el mundo actual.
 
En suma una excelente película con una gran interpretación de Kate Winslet, la cual, sin duda, se ha hecho acreedora al Oscar como actriz principal y, en definitiva, en este original desvio temático escogido se ha hablado del Nazismo, creemos que desde una perspectiva inusual en el tratamiento de su problemática, siendo conscientes de que ha dado y sigue dando mucho juego en el Cine.
 

THE READER (EL LECTOR). EE UU / Alemania, 2008. Dirección: Stephen Daldry. Producción: Anthony Minghella, Sydney Pollack, Donna Gigliotti y Redmond Morris. Guión: David Hare; basado en la novela El lector de Bernhard Schlink. Música: Nico Muhly. Fotografía: Chris Menges y Roger Deakins. Montaje: Claire Simpson. Intérpretes: Kate Winslet (Hanna Schmitz), Ralph Fiennes (Michael Berg adulto), David Kross (Michael Berg de joven), Lena Olin (Rose Mather/Ilana Mather), Bruno Ganz (profesor Rohl)… Duración: 124 minutos

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