En Encontrarás dragones (There be dragons) Roland Joffé, también director de Los gritos del silencio (1984) y La misión (1986), aborda la fundación del Opus Dei a cargo del aragonés Josemaría Escrivá de Balaguer —canonizado en 2002 por Juan Pablo II como el santo de lo cotidiano—, con la Guerra Civil española de contrapuntual telón de fondo y piedra angular del retrato de los protagonistas. Los amigos de la infancia Josemaría (Charlie Cox) y Manolo Torres (Wes Bentley) representan opciones vitales dispares frente una misma coyuntura límite, por medio de la cual acceden a territorios ignotos de su paisaje interior. De hecho, el título alude a una expresión de los cartógrafos medievales, «Hic sunt dracones», referida a los posibles peligros de las zonas geográficas aún inexploradas.
Con un presupuesto de 35 millones de dólares y un reparto notable, que asimismo incluye a Dougray Scott, Derek Jacobi, la chica Bond Olga Kurylenko o Geraldine Chaplin, junto a varios actores españoles (Ana Torrent, Jordi Mollá, Unax Ugalde, Alfonso Bassave), el filme recrea cómo Escrivá asumió la apertura de un nuevo camino dentro de la Iglesia, dirigido a promover, entre personas de todas las clases sociales, la búsqueda de la santidad y el ejercicio del apostolado, mediante la santificación del trabajo ordinario. Según sus postulados, puede alcanzarse la santidad sin necesidad de ordenarse sacerdote o de retirarse a un monasterio: la santidad anida igualmente en los actos efectuados por la gente corriente en las cosas pequeñas de su vida diaria, acciones cotidianas por medio de las cuales es posible establecer una relación espiritual con Dios. De tal manera que en Éste las cosas del mundo hallan sentido, su fin último, a través de la acción santa de sus hijos.
Como cine religioso orientado a la expresión de lo trascendente, Encontrarás dragones me parece una pieza estimable, hermosa incluso. Su puesta en escena se esmera por sustanciar cinematográficamente el sentido de lo divino del protagonista. Particularmente bella se me antoja la formulación de la revelación fundacional del 2 de octubre de 1928, síntesis fílmica de la contextura de la Obra. Dicha visión sobrenatural de Josemaría (la narración transparenta una vertiente mágica en varias escenas) amalgama los espacios del madrileño Patronato de los Enfermos, de la ficticia fábrica paterna de chocolates en Barbastro —germen metafórico de su capacidad para apreciar el sabor divino ya desde niño— y de la carpintería de Jesucristo, con éste en plena labor, un trabajo al que se asoman personas de diferente género, estado, clase y profesión. Escribe Miguel Dolz, en su San Josemaría Escrivá de Balaguer: “Mi Madre la Iglesia”, que «con esa luz de Dios vio personas de toda raza y nación, de toda edad y cultura, que buscan y descubren a Dios en medio de la vida ordinaria, en el trabajo, en la familia, en la amistad, en las diversiones. Y que buscan a Jesús para amarle y vivir su vida divina, hasta dejarse transformar por completo y hacerse santos. Santos en el mundo. Un santo panadero o sastre o ingeniero o banquero. Un santo sencillo, un ciudadano como todos los demás que viven a su lado, pero convertido en Cristo que pasa e ilumina. Un hombre que endereza a Dios toda su activida (1).
Encontrarás dragones no pretende ser una película histórica. La biografía real de Escrivá de Balaguer se entrevera con la ficción dentro de un épico relato alegórico sobre el amor, el odio, la culpa, el perdón, la santidad y la redención. La Guerra Civil española es la piedra de toque desde la que se perfila definitivamente el personaje de Josemaría, a tenor de la actitud que adopta y la influencia que ejerce sobre quienes lo rodean. En un retrato quizá unidimensional en exceso (no olvidemos que estamos ante la hagiografía de un santo moderno), Escrivá sólo predica el amor, la comprensión universal: rechaza el carácter de cruzada del bando sublevado; trata de comprender el descontento del pueblo trabajador con la oligarquía por la que se siente oprimido.
Ahora bien, pese a todo ello, resulta inadmisible en pleno siglo XXI el tratamiento que de nuestra Guerra Civil presenta el filme de Roland Joffé. Si bien procura curarse en salud advirtiendo que algunos conciben la contienda fratricida española como un esquemático conflicto armado entre el fascismo y una república de izquierdas anarco-comunista, su discurso incurre de lleno en tan falaz premisa, por mucho que aquella España, aquella Europa, fuesen un complicado polvorín.
Pueril en su desinformado maniqueísmo, lejos de entender nuestra guerra como lo que fue, la lucha de una democracia legalmente constituida contra una sublevación militar fascista, Roland Joffé hace de nuestra II República de 1936 un caótico régimen filosoviético anticlerical, cuando en realidad los comunistas eran minoría dentro del parlamento español de entonces, con tan sólo 17 diputados. Su unívoco matiz de República de izquierdas abunda en la confusión. Recordemos que la II República española fue un Estado de derecho regido tanto por gobiernos de izquierda y de derecha. Niceto Alcalá Zamora la presidió, recién proclamada, en representación de su conservador y nada anticatólico partido Derecha Liberal Republicana; y, más tarde, lo haría Alejandro Lerroux, desde el asimismo conservador Partido Republicano Radical, que pactara con la autoritaria Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) de Gil Robles.
Encontrarás Dragones intenta hacernos creer que se acoge a una postura equidistante entre los dos bandos en liza. Ambos parecían tener, según el relato de Roland Joffé, razones para hacer lo que hicieron. Unos, rebelarse a golpe de armas contra un desbrujulado gobierno democrático legitimado por las urnas; otros, rebelarse contra la injusticia social, matando de paso el mayor número de curas posible. «¡Viva la República! ¡Viva la anarquía!», gritan el p
roletariado y el campesinado español, liderados por —ojo al dato— convictos fugados como Oriol (Rodrigo Santoro). Parece que fueron ellos, a ojos de Rolad Joffé, quienes incendiaron el país con la guerra, el odio y el pánico, y no los sublevados fascistas. «Hay que sembrar el terror… hay que dejar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros» (2), declaró el general Emilio Mola, director del alzamiento militar que desembocaría en conflagración. Sin embargo, el guionista, director y productor Joffé, agnóstico hombre de izquierdas, deja de lado las atrocidades de los facciosos. Prefiere, por el contrario, recrearse en el lado más oscuro de los combatientes leales al gobierno legítimo, siguiéndole el juego a la leyenda negra de la República española. En este sentido, Encontrarás dragones, tan elogiable en otros aspectos, acaba por ser poco menos que un inaceptable libelo contra el bando demócrata republicano que, mejor o peor —y tampoco exento de ciertos canallas—, luchó en definitiva por la libertad de España, en la que vino a ser la primera batalla de esa II Guerra Mundial dirimida entre los totalitarismos del Eje y las democracias occidentales aliadas con la URSS.