Bien raras son las teen movie que han llegado a ser buenos filmes durante estos últimos años. La razón es bastante simple: todas ellas estaban dirigidas, por definición, a los adolescentes, por más señas desde un Hollywood con un nivel de exigencia cultural cada vez más a la baja, por no decir que por los suelos. Si con la escultural Megan Fox como principal reclamo, Jennifer’s Body parece despedir de salida un tufo a enésima patochada yanqui para púberes, a la postre se eleva por encima de la media de las teen movie como un producto de consumo placentero.
Especie de hermana cinematográfica de la serie televisiva Buffy Cazavampiros, en tanto en cuanto comparte su gusto por el rigor desenvuelto en la factura y la ironía inteligente (con ribetes negros) a partir de la afloración de un vórtice de mal que pone patas arriba el orden cotidiano, la tercera película de Karyn Kusama es en gran parte una parodia del cine fantástico americano de los años 80 para acá.
Una de sus cualidades radica en que trasciende con una cierta rabia los clichés más desgastados del género, para transformarse en una mirada sobre las dificultades de crecer aceptando el cuerpo propio y la búsqueda de la identidad sexual, con una gradación de lecturas nada mezquina. En Juno (Jason Reitman, 2007) la guionista Diablo Cody dinamitaba la imagen prototípica del American Dream, aquí se sirve del género de terror para pulsar una temática semejante, poniendo a prueba la noción norteamericana de normalidad social, ahora desde el punto de vista de quienes son sabedores de que el infierno es un adolescente. Con estas últimas palabras, sólo que en clave femenina, irrumpe en escena Needy Lesnicky (Amanda Seyfried), por quien sabemos que su mejor amiga, Jennifer Check (Megan Fox), el bellezón del instituto, se arranca a asesinar a los chicos del pueblo bajo el influjo de una fuerza interior extraña.
Pero que la película se haga cargo de que la adolescencia es una edad muy puñetera, no implica que evite arremeter contra esa juventud estúpida que hace de la Wikipedia fuente de verdades absolutas, o que cree que el celebérrimo The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975) es una película de boxeo. Lo mismo pasa con esa malsana necesidad de la sociedad americana por forjarse héroes a todas horas, igual de absurda que la afectación de sus duelos tras las tragedias. A este respecto resulta maliciosamente divertido el gag en torno al mejor jugador de fútbol del instituto cuya muerte llora la comunidad del centro educativo en que suministraba peyote adulterado.
Sin tratarse ni mucho menos de un logro de primer orden dentro del cine fantaterrorrífico, este divertimento refrescante que es Jennifer’s Body se permite algunos pasajes notables. El gran plano general aéreo que nos muestra a Jennifer, asimilada iconográficamente a ciertos avistamientos de Nessie, nadando en medio de un lago inmenso, acierta a expresar la naturaleza monstruosa de la joven mejor que cualquier inserto de sus colmillos ensangrentados. Un mal presagio se desprende de esa toma en la que, ante la impotencia de su amiga Needy, la puerta de la furgoneta del grupo de rock indie se cierra sobre el rostro asustado de la joven Jennifer. Cierta poesía siniestra, tributaria de Twin Peaks, irradia la secuencia del ritual satánico junto a la catarata de Devil’s Kettle, que da nombre al pueblecito de Minessota donde se desarrolla la acción y desde la que el agua se cuela por un agujero para no volver a salir ya nunca más a la superficie. Nada que ver, pues, con fruslerías insípidas como Crepúsculo y similares.
JENNIFER’S BODY. EE UU, 2009. Dirección: Karyn Kusama. Guión: Diablo Cody.Música: Theodore Shapiro y Stephen Barton. Fotografía: M. David Mullen. Intérpetres: Megan Fox (Jennifer Check), Amanda Seyfried (Needy Lesnicky), Johnny Simmons (Chip), Adam Brody (Nikolai), J.K. Simmons (Sr. Wroblewski), Amy Sedaris (Toni), Chris Pratt (Roman Duda), Juno Ruddell (Warzak), Kyle Gallner (Colin Gray)… Duración: 105 minutos.