Sexo en Nueva York (Sex and the city, 2008), adaptación cinematográfica primerade la serie de la HBO, agradó a quienes simpatizaron con sus peripecias televisivas —muchos, de ahí el taquillazo—, dejando indiferentes a quienes en su día nada se interesaron por ellas.
Dos años después,Sexo en Nueva York 2 (Sex and the city 2) logra hacer morir los residuos de simpatíaque en no pocos aún quedaban por las peripecias urbanoamorosas de Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker), Samantha (Kim Cattrall), Charlotte (Kristin Davis) y Miranda (Cynthia Nixon), aquel cuarteto de maduritas «progres» —algo petardas— con caracteres contrastados en evolución por la ciudad glamourosa de Nueva York, quinta protagonista estelar de la función.
Pues sí, tras el primer episodio para la gran pantalla, una obra perfectamente prescindible, versión light de su referente televisivo —la serie tenía la gracia de abordar temas complicados de manera un tanto osada, aunque nada vulgar—, esa simpatía se sostenía ya a duras penas. Y como a menudo Carrie hizo con Mister Big (Chris Noth), algunos decidimos dar una pequeña segunda oportunidad fílmica al grupo de post libertinas neoyorkinas, a ver si éstas lograban reconquistarnos, demostrándonos que esa incursión primera en el cine era un paréntesis accidentado en su trayectoria.
Pero no. Sexo en Nueva York 2 supone la estocada definitiva, la puntilla, a una relación de cariño que duró varios años, porque Carrie y compañía son ya todo cuanto ellas mismas señalaron en su día con el dedo: una pandilla de gente entumecida, superficial, histérica y pueril, sin el menor interés; es decir, una caricatura de sí mismas.
Descansen en paz, pues, Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda, tan divertidamente vivas en la New York de la serie de TV, ahora aburridamente exánimes, en ese cementerio enojoso de ideas que, de un tiempo a esta parte, cada vez más, parece ser Hollywood, suerte de Rey Midas a la inversa empeñado en convertir en porquería —salvo excepciones honrosas— todo lo que toca.