En 1907 Ida Dasler (Giovanna Mezzogiorno, superlativa) se enamoró apasionadamente Benito Mussolini (Filippo Timi), por aquel entonces pacifista, anticlerical y editor del periódico socialista Avanti!. Perteneciente a una acomodada familia de Trento —el padre era el alcalde de su Sopramonte natal—, Ida vendió todo cuanto tenía para financiar el periódico propio de su amado, Il Popolo d’Italia, futuro órgano de expresión del régimen fascista que estaba por venir. Pero Ida Dalser, primera mujer —por la Iglesia— y madre del primogénito de Mussolini, se convirtió luego en una verdad molesta para el Duce —esposo bígamo de Rachele Guidi, a su vez trocado en líder de un movimiento belicista, totalitario y pro Vaticano—, quien la hizo internar en un manicomio en 1926, amén de tenerla fuertemente vigilada por su policía política. El hijo de ambos, Benito Albino (Filippo Timi, sin bigote), conocerá suerte idéntica; y como su madre, fallecida en 1937, será enterrado en una fosa común al morir en 1942.
La cegera de un país y el amour fou de una mujer, la negación del otro y la ambición desenfrenada de poder… En Vincere Marco Bellocchio —siempre preocupado críticamente por los fundamentos de la sociedad italiana— reconstruye un episodio clandestino de los años oscuros de su país, interesándose en primer término por la obsesión amorosa de una mujer. Su heroína, lo particular, es la llave de paso hacia lo colectivo, Italia. Mezclando imágenes de ficción con imágenes reales de archivo (cuando Mussolini llega al gobierno y escapa definitivamente de Ida, la presencia del actor cede su lugar a la figura verdadera del dictador), a veces con audacias plásticas asimiladas a aquella época de los ismos, Bellocchio firma un filme hermoso, febril, alucinado, denso, dolorosamente lírico y operístico en su barroquismo trágico, que baraja con inspiración retrato del fascismo, historia del siglo XX y reflexión acerca de la locura. Una obra mayor del cine italiano contemporáneo.