Por José Havel y Javier Lasheras.
Tiene un drive limpio y un revés demoledor. Lo peor que lleva, tal vez por su justa estatura, es el servicio. Sin embargo, si éste le entra a la primera no perdona al rival. Carmelo Fernández acaba de jugar un partido y llega a nuestro encuentro como nuevo, con una sonrisa afable y en su mirada la satisfacción y la preocupación a un mismo tiempo de encontrarse con dos años por delante al frente de la Asociación de Escritores de Asturias.
Hablamos de Nadal, de Federer… Y nos cuenta que el tenis es un deporte de explosión que se parece a la escritura en que uno pasa por periodos de gran creatividad y acierto con otros en los que no te sale nada de todo aquello que procuras. También en que es un juego de gran esfuerzo mental en el que uno acaba jugando contra sí mismo. La persistencia y la disciplina suelen dar buenos resultados. Seguramente por eso, le gusta disfrutar de la lectura con paciencia y escribir con tranquilidad.
Además, este palentino afincado en Asturias y profesor en un colegio ovetense, se apasiona cuando habla de libros o de fomentar la lectura entre los más jóvenes. A ellos dirige de lunes a viernes sus lecturas en el aula y lo hace con la misma intensidad con la que a buen seguro juega cada punto de cada juego de cada set de cada partido. Frase a frase, párrafo a párrafo, vamos descubriendo que detrás de ese mostacho entre rubio y pelirrojo, detrás de esos ojos vivaces y de esas manos que apoyan o enmarcan cada una de sus palabras, asoma la conciencia de un escritor que cree en lo que dice y que está determinado a hacer lo que piensa. Empezamos sirviendo nosotros.
¿Cuáles son los motivos principales por los que ha aceptado la Presidencia de la Asociación de Escritores de Asturias?
Fundamentalmente el hecho de que varios socios me hablaron de tal posibilidad, para la que me dijeron podía contar con su apoyo, ilusión y trabajo incondicionales. Eso es lo que me ha llevado a asumir el cargo: el saber que nunca me voy a encontrar solo en esta tarea durante los dos próximos años.
¿Qué cree que aporta la Asociación de Escritores de Asturias a la actual sociedad asturiana?
Ser –cosa que, creo, consigue— uno de los referentes culturales de Asturias a través de las diferentes actividades que desarrolla; uno de los exponentes de la cultura asturiana, una cultura que se pueda exportar más allá de nuestras fronteras.
¿Cree que el escritor asturiano debería gozar de mayor visibilidad, e implicación, en la vida social de Asturias? ¿Se halla todo lo presente que debiera?
De entrada, la cultura ya es de por sí algo bastante invisible en general, lo mismo que el escritor, salvo las excepciones más mediáticas. Creo que estamos poco valorados y tenidos en cuenta. Esa es mi impresión. No obstante, tal vez muchas veces sea culpa nuestra, de los escritores, que tampoco nos comprometemos ni quizá intentamos hacer todo lo que debiéramos.
¿Cuáles pueden ser, a su juicio, los proyectos de futuro para estos dos años de la asociación? ¿Cuál es la idea-fuerza que moverá los próximos proyectos?
Hay que cuidar lo que tenemos, especialmente las dos actividades más importantes que llevamos a cabo y que son ya parte de nuestro patrimonio, las Jornadas de Literatura (de un tiempo a esta parte radicadas en Pravia) y los Premios de la Crítica de Asturias, dándoles mayor relevancia todavía, elevando, aún más si cabe, su presencia, empaque y glamour, como referentes importantes que son de la cultura asturiana.
Además, en este nuevo mandato tenemos un reto importante: el 10º aniversario de la AEA, que nos llena de alegría, pero también de responsabilidad, pues creo que debemos estar a la altura de las circunstancias con esa celebración que llegará durante el 2010.
Luego, personalmente, me gustaría realizar una tarea que tenga que ver con la literatura infantil, a través de unas jornadas (hace unos años ya organizamos unas, si recuerdan, [se refiere a las jornadas tituladas Un nuevo siglo para nuevos lectores realizadas en mayo de 2002]) que, de alguna manera, su presencia llegue a los colegios. También recabar una ayuda y un apoyo mayores de las instituciones y entidades pertinentes, tanto públicas como privadas, para poder materializar lo mejor posible nuestros diversos proyectos.
Se abre ahora en la AEA, ya consolidada y en crecimiento constante, una nueva etapa —nuevo presidente y nueva junta directiva—. Continuidad y cambios…
Continuidad en el sentido de que continuaremos con lo que de valor ya se estaba haciendo, dando ese salto de calidad al que antes aludía, insuflando una mayor personalidad. La página web me parece que puede ser un escaparate inmejorable para las cosas que se hacen en la AEA.
¿Cambios? Me gustaría que los socios (somos ya cerca de cien) se implicasen más, en una convivencia y un trato mayores. Debemos buscar modos de fomentar y potenciar esto último, pues cada uno de los socios tiene muchas cosas que decir. Algo que no podemos echar en saco roto, dado el capital humano, creativo e intelectual con el que por suerte contamos, y que debe darnos aún más fuerza como asociación. Si sacamos lo mejor de cada uno, en aquello que puede hacer, se siente mejor y disfruta, seremos capaces de movilizar una formidable energía para empujar todos en la misma dirección.
¿En qué le gustaría que mejorase la relación entre la AEA y sus socios, así como las relaciones entre éstos?
Me agradaría abogar por un mayor conocimiento recíproco. No debemos ser en ningún momento unos desconocidos los unos para los otros. Deberíamos lograr, ya sea a través de las Jornadas de Literatura, ya sea mediante otras actividades, conocernos todos los socios mejor. Ello nos ayudaría a conocer los puntos fuertes de cada uno con miras a aprovecharlos dentro del engranaje de la asociación, la cual se vería enriquecida con todas esas contribuciones que no podemos desperdiciar. Surgirían así, creo yo, muchas más iniciativas. Uno de los activos de la asociación debe ser ese conocimiento mutuo. Potenciemos, pues, las reuniones y sesiones de trabajo, los diferentes lugares de encuentro, para de esta manera llegar a todos los socios con el fin de implicarlos todavía más. Cuando alguien se implica en una tarea que le gusta, y con la que se lo pasa bien, todo es mucho más fácil.
Pasemos de las intenciones a los hechos. ¿Se lee mucho en Asturias, se lee poco…?
Como en otras regiones. Los datos reflejan que casi el cincuenta por ciento de la población no lee ningún libro, y luego que hay un treinta y tantos por ciento que lo hace de modo habitual. Es decir, que la mitad de la gente no lee. Este es un problema del que tenemos la culpa todos los mediadores con el libro, desde los bibliotecarios, la familia, los profesores, los libreros… Es una tarea en la tenemos que implicarnos todos. Es importantísimo que a los más jóvenes se les facilite el hábito de la lectura, porque la persona que lee será la que tenga mejor capacidad de pensar, mayor vocabulario y capacidad de expresión, mayor empatía con el otro…
Estamos en una sociedad en la que prima la información, y si una persona no tiene los recursos necesarios y suficientes para saber descifrar todo ese caudal de información que le llega, lo que estamos haciendo es, más que informarla, desinformarla e intoxicarla por exceso.
Es muy importante acercar los libros a los jóvenes, animándoles a que lean mediante actividades, y no tanto por medio de trabajos excesivos. Yo, que soy maestro, lo observo: doy clase a chicos de 9, 10, 11, 12 años, y éstos devoran los libros con pasión, porque en el fondo quieren leer. Pero eso hay que ponérselo fácil.
Muchas veces en los colegios hay lo que se llama lecturas obligatorias a partir de las que los alumnos tienen que hacer unos trabajos absolutamente desproporcionados, que yo mismo no los haría, e incluso por culpa de ellos llegaría a aborrecer esos libros. A la lectura no hay que pedirle nada. Simplemente que lea la gente que quiera hacerlo. Acercar los libros no significa obligar. Así los chavales leen muchísimo.
Es interesante esto que comenta, porque el gusto no se debe teledirigir, pero sí que se puede educar, infundiendo cariño y despertando interés hacia los libros, la lectura, de manera adecuada, sobre todo a los más jóvenes…
Es penoso el desconocimiento que hay de la literatura por parte de no pocos maestros y profesores. Los hay que, por ejemplo, no saben ni quién es Roald Dahl, uno de los autores más importantes del mundo dentro de la literatura infantil y juvenil. Muchos ni siquiera leen.
Siempre acudo a una anécdota de Daniel Pennac, que cuenta en su libro Como una novela. Un día llegó a clase, en el instituto francés donde ejercía la docencia, cerca de París, y preguntó que a quién no le gustaba leer. Todos levantaron la mano, salvo algún despistado. Pennac contestó que, como a nadie le gustaba leer, entonces leería él. Y empezó a leerles El perfume, de Patrick Süskind. Un día y otro y otro… hasta que al final acabaron quitándole el libro de las manos.
De igual modo, en clase soy yo quien más lee. Pero también ellos leen, haciendo algo de teatro, trabajando los distintos aspectos de la lectura en torno a un libro. En fin, creo que, en realidad nacemos lectores; son la sociedad, los padres, los maestros, los profesores, quienes no.
Dada su querencia por la literatura infantil y juvenil, ¿los demás socios podemos estar tranquilos en que va a repartir su tiempo equitativamente entre todos los géneros y atender a las diferentes modalidades por igual?
Yo creo que la literatura es literatura, al margen del apellido que se le ponga para entendernos. Volviendo a Roald Dahl, no creo que éste sea un autor ni mejor ni peor a Miguel Delibes, pongamos por caso. La buena literatura es buena literatura, independientemente de las etiquetas que se le quieran poner. Un buen libro puede y debería leerlo, en general, cualquier persona.
Y hablando de literatura, ¿le ponemos en un compromiso si le preguntamos por su valoración del panorama actual de la literatura en Asturias?
Se publica mucho, en torno a 70.000 libros al año –hablo de los datos en general, pues no conozco exactamente los de Asturias—, y se lee poco. Hay un proceso inflacionista. Pero en Asturias hay numerosos escritores de primera línea: Manuel García Rubio —por cierto, ahora finalista del Lara con Sal—, Fulgencio Argüelles, Pepe Monteserín, Ignacio del Valle, Pilar Sánchez Vicente, Antón García y, no sé, si repasamos la lista de los socios nos encontramos con un buen puñado de magníficos escritores.
¿No nombra a muchos poetas?
Es cierto. Pero en la Junta Directiva hay poetas que me ayudarán a conocerlos mejor. Ya estoy en ello.
Acabada su jornada laboral, ¿a qué le gusta dedicar su tiempo de ocio?
A cosas muy normales. Sobre todo me gusta hacer deporte. Me encanta jugar al tenis: me gusta emular a Nadal (risas). También estar con los amigos, tomando una cerveza y yendo a cenar. Escuchar música. Y, por supuesto, leer, y escribir, pues fuera de la enseñanza es a la escritura a lo que más tiempo dedico. La televisión apenas la veo.
¿Qué está leyendo ahora el Presidente de la AEA?
El Tratado sobre la ilusión, de Julián Marías, un libro que me encanta, y un autor que recomiendo encarecidamente, porque me parece excepcional, con unos presupuestos personales que comparto. Asimismo he leído últimamente La ladrona de libros, de Markus Zusak, y Cometas en el cielo, de Khaled Hosseini, apasionantes ambos en mi opinión.
¿Es la vanidad un hándicap para la carrera de escritor? o, por el contrario, ¿es necesaria en tanto en cuanto se trata de una profesión muy solitaria que exige una autoestima muy elevada a la hora de salir ahí afuera?
Salvo casos de autores como Carlos Ruiz Zafón, que cuando presenta un libro casi tiene el estatus de una estrella de rock o de cine, dado su éxito, creo que al común de los escritores debería serles muy difícil tener ataques de vanidad. Digo esto porque, en general, somos bastante desconocidos. Llevamos a cabo una tarea callada y sacrificada, a veces oscura, de cuya dificultad no es consciente la mayoría de la gente.
Luego, muchas veces encajamos mal las críticas. También advierto que algún escritor asume el éxito de otro como una especie de fracaso propio, lo cual me parece penoso. Yo siempre procuro felicitar a los autores que han obtenido un premio. En absoluto debe verse como un demérito personal el triunfo ajeno, so pena de incurrir en el ridículo. En ese sentido animaría a los escritores a ser mucho más generosos con sus colegas.
¿En qué medida debemos los escritores asturianos hacer autocrítica y requerirnos un mayor grado de exigencia?
A los escritores se nos tiene que exigir un nivel máximo de excelencia, al margen de cuestiones mercantiles. Claro está, siempre en consonancia con las posibilidades de cada uno, porque no todos –es obvio decirlo— somos unos “Cervantes” o unos “Shakespeares”. Pero debemos ser mucho más exigentes con nosotros mismos a la hora de escribir, porque la escritura es un compromiso personal. Y ello en paralelo, por supuesto, a una crítica más profesional y honesta que dé cuenta de aquello que hagamos. Todo eso redundaría, sin duda, en beneficio del lector.
Cambiando un poco de tema, ¿qué opinión le merece la oficialidad de la Llingua asturiana?
Me parece un hecho cultural innegable, sea oficial o no. En la Asociación hay escritores que utilizan en su quehacer la lengua española o la lengua asturiana. Además, no hay que olvidar que una de las notas características de la literatura asturiana actual es el bilingüismo, pues algunos escritores publican tanto en español como en asturiano. En cualquier caso, desde la Asociación se promociona y se difunde la obra de todos los escritores que están asociados, con independencia de la lengua en la que escriban. De todas las maneras, lo realmente importante es que haya un compromiso por parte del escritor con el lenguaje, con la escritura, con su tarea. En este sentido, escritores como Antón García, Xuan Bello, Berta Piñán, Miguel Rojo, Lourdes Álvarez, Pablo Antón Marín Estrada, Milio Rodríguez Cueto, entre otros muchos, están demostrando que toda lengua puede ser un vehículo para el conocimiento, el goce y el deslumbramiento. Eso es lo realmente importante. No obstante, y volviendo a la pregunta, supongo que entre los socios habrá diferentes sensibilidades con respecto a este tema.
¿Qué le dicen los siguientes nombres: Ayuntamiento de Pravia, Principado de Asturias, Universidad de Oviedo, CajAstur, Foro Abierto…?
Que son instituciones y entidades con las que guardamos relación y a las que en la AEA estamos agradecidos, pues han contribuido a hacer posibles nuestros proyectos durante los últimos años. Entre otras cosas, Pravia y su Ayuntamiento acogen las Jornadas de Literatura, hace nada que CajAstur ha patrocinado Palabras con Ángel, el Foro Abierto ha sido anfitrión continuado de La Venta de Palomeque hasta hace muy poco tiempo… Hacia todos siento, sentimos, agradecimiento por el apoyo prestado a la AEA, que ojalá en el futuro pueda ser mayor.
Desde su ingreso a la AEA como socio, habiendo participado activamente también en la dirección ejecutiva de la misma, ¿en qué ha variado su visión acerca de la misma y de los escritores asturianos?
Ingresé en la Asociación de los Escritores de Asturias asociación por consejo de Gonzalo Moure. Por entonces yo tan sólo había publicado un libro y no estaba muy animado a formar parte de ella. No me consideraba un escritor y se me hacía raro pertenecer a una asociación de escritores, como que no iba conmigo.
Debo reconocer, no obstante, que pese a mis prejuicios iniciales me he encontrado y he conocido a gente estupenda. Gente maravillosa, muy receptiva y abierta, tolerante, que respeta y sabe escuchar, que trabaja y tiene iniciativa. Lo cierto es que me he llevado una gratísima sorpresa en general, pues he hallado a personas que me han “desarmado” a raíz de irlas conociendo, y con las que me siento muy a gusto.
He encontrado amigos, los cuales, además, me han animado en la tarea de escribir; compañeros que me han ayudado compartiendo preocupaciones y problemas específicos de un escritor. Eso te enriquece mucho como persona y, como escritor, no te encuentras ya tan solo, sino más arropado. Tengo claro haber conocido a gentes con las que jamás habría trabado relación personal de no pertenecer, como pertenezco, a la AEA.
¿En qué aspectos piensa que debe trabajarse todavía más en pro del beneficio general de los escritores asturianos?
Uno de los objetivos de la AEA es promocionar la obra de nuestros escritores. Y es en esa línea en la que estamos trabajando, y debemos seguir trabajando, para dar a conocer lo más posible su obra. No sólo tenemos que escribir y leer, sino también hablar acerca de lo que hacemos, tanto a título individual como colectivo, acerca de nuestra obra y la de los demás compañeros.
Para tal difusión contamos con medios como los Premios de la Crítica (desde 1999), las Jornadas de Literatura (nacidas en 2001), foro de encuentro e intercambio, o nuestra página web, recientemente renovada, por cierto. Ésta última me parece un gran instrumento para promocionar nuestros libros en todo el mundo. Además, ahora está aún más pendiente de la actualidad cultural a través de LITERARIAS.
¿Qué mensaje desea enviar a los socios de la Asociación de Escritores de Asturias?
La Junta Directiva que ahora presido trabajará con entusiasmo, ilusión y profesionalidad para sacar adelante todos los proyectos que vayamos planteando, todas las iniciativas que vayan surgiendo, no sólo manteniendo los preexistentes, sino optimizándolos. Quiero enviar a nuestros socios un mensaje, pues, de profesionalidad, rigor, seriedad, trabajo, constancia e ilusión. Y no son sólo palabras. Espero que los hechos me den la razón y que los socios sigan sintiéndose cómodos en la Asociación.
¿Entonces se conforma con un cuarenta iguales al final del partido?
No, no. Este es un partido de dobles. Así que puestos a elegir prefiero punto, set y partido para la Asociación de Escritores de Asturias y Carmelo Fernández.