Carmen Cabeza Martínez (Oviedo, 1960) es licenciada en Filología Inglesa y Filología Hispánica por la universidad de Oviedo. Trabaja como profesora en un Instituto de Gijón, ciudad donde reside actualmente. Es autora de los poemarios: Viento maldito (2007) y La tierra y el alba (2008). En narrativa, ha publicado: Raquel bajo la lluvia y otros relatos (CSED, 2014) (Premio de la Crítica de Asturias 2015) y la novela Nunca fuimos Ingrid Bergman (Nieva, 2019). Ha participado en una decena de antologías y publicaciones colectivas, como Mina de palabras (AEA, 2015), Oviedo, libro abierto (Trea, 2017) o Haz con di Versos (Nieva, 2018), entre otras.
1.- ¿Crees que los escritores deben estar unidos en algún tipo de asociación?
Definitivamente, sí. Aunque el oficio de escribir es algo que se realiza en soledad, a la hora de publicar y difundir tu obra, la orientación de las asociaciones y de otros escritores es muy importante. En la actualidad, debes aprender a moverte por un mundo editorial cada vez más complejo, por eso el asesoramiento resulta fundamental.
2.- ¿Cómo ves el panorama literario en España?
El libro se ha transformado en producto, en objeto de consumo, pero eso no ha redundado precisamente en su calidad. Se publican y venden muchos libros, quizá demasiados, y ese excedente ha conducido a una banalización de lo literario: la literatura deja de ser considerada obra de arte para convertirse en producto de ocio. De ahí que prolifere la literatura de evasión, de entretenimiento, el libro de carácter divulgativo… Pero eso no es exclusivo de España, claro. Pasa lo mismo en todas partes. La alta literatura, por llamarla así, sigue siendo un género de minorías.
3.- ¿Y en Asturias?
En Asturias existe un ambiente de ebullición cultural. En los últimos veinte años se han publicado una serie de obras muy interesantes, tanto en poesía como en narrativa. En ese sentido, la literatura asturiana está en auge. La mala noticia, sin embargo, es que lo que se escribe aquí no tiene una difusión relevante fuera de Asturias. La invisibilidad mediática y comercial es nuestro mayor enemigo.
4.- ¿Qué medidas deberían tomar las autoridades para fomentar la lectura?
En mi opinión, no se lee menos que antes. Al contrario, se lee más, y en todo tipo de soportes. Los planes de fomento de la lectura se siguen realizando en colegios, bibliotecas, librerías, clubes de lectura, talleres… Nunca se ha reivindicado tanto la importancia de la literatura. Reconozco que el éxito es escaso entre el público más joven, que es el que menos lee, pero entre los adultos la cosa cambia. Otro tema es la calidad de las lecturas, claro, pero en eso no me meto. Leer no debe ser entendido como una obligación sino como un placer, y cada uno debe leer aquello que más le guste.
5.- Recomiéndanos algún libro tuyo.
Sin duda, el último. Lo acabo de publicar. Se trata de una novela que lleva por título: Nunca fuimos Ingrid Bergman
6.- ¿Cómo definirías tu literatura?
Intento que en mis obras aparezca todo eso que, en mi opinión, sustenta el hecho literario: emoción, desasosiego, misterio, contención, belleza… En realidad, siempre intento escribir los libros que a mí me gustaría leer.