-Recibes el Premio por el conjunto de tu obra, que comienza en 1989 con “Las horas en vano” y llega hasta el 2017 con “Estancia fugitiva”. ¿Percibes una evolución en ella?, ¿hay elementos constantes y alguno que haya desaparecido o en evolución?
A medida que crecemos (envejecemos) la mirada también lo hace, van interesándonos puntos de vista distintos. Evolucionamos, claro que sí, pero la poesía siempre es certificado de vida, testimonio de existencia. Al igual que somos un poco de lo que nos rodea, todo lo que nos rodea, cambiante, forma parte de nuestro universo poético.
Sin duda, aunque siempre y desde siempre hablamos sobre lo mismo, o esa es mi opinión, la palabra, en el verso, siempre queda diciendo, siempre queda a la espera de ser continuada, completada, hasta el todo o la nada, pero rescatada y ampliada, por uno mismo o por otros.
Quiero decir, en definitiva, que escribo como escribía, pero la emoción busca otras formas expresivas alternativas ante el mundo, que también se renueva, también, como mis versos, se transforma.
-En el fallo del Premio se te considera el poeta del amor, amor a todo lo que te rodea. ¿Está atinada esta etiqueta? ¿Cómo defines tu obra?
Atinada está. Creo que amo todo lo que existe, por grandilocuente que suene. Amor, por supuesto, a los seres que son imprescindibles, a la naturaleza, a los animales, a la tierra, a la vida. Me parece que del amor que tenemos dentro surge todo lo que deseamos o llevamos a cabo. Por amor soñamos y por amor nos movemos. Del amor emanan los ideales y el asombro y el entusiasmo. Y sin asombro ni entusiasmo, tampoco es posible la poesía.
Muchos habrá más capaces que yo para definir la propia obra. Si algo pretendo es expresar lo que siento de manera cordial, con belleza, que es igual a sencillez, que es igual a sinceridad y proximidad. Manifestar lo que siento, con amor, como acabo de decir, porque creo que la poesía es inherente tanto al corazón como a lo cotidiano.
-Has escrito que la vida es memoria. ¿Qué lugar ocupa en tu poesía la imaginación?
La poesía nos prolonga en el tiempo. Recurrimos a ella para retornar a espacios y momentos irrecuperables, para aliviar el insalvable abismo entre el ayer y el presente. Con la voz somos tan poderosos como el tiempo, que nos hace tan frágiles en el día a día y eso nos alivia y nos aligera la añoranza y la imposibilidad. Pero también con la imaginación idealizo todo lo que recuerdo. Ella me ayuda también a superar el vacío, a rescatar imágenes y vencer olvidos.
-Tienes varios premios por tu poesía. ¿Qué valor tienen para un escritor los premios?
No hay que ser desagradecido, a todos nos alimenta el ego -del que nadie carece- el hecho de que reconozcan lo que escribes, lo que creas. Si bien es verdad que el premio más inmenso es el de aquella persona que un día te para por la calle y te da las gracias por un verso o un poema, quiero pensar que sirven para mantener la voz encendida, para seguir, con la convicción de que merece la pena, indagando en la realidad. Y porque hay que seguir premiando la poesía y a los poetas, pues sin poesía y poetas el mundo ni el ser no serán tan humanos.
Armando Murias Ibias