Jorge Ordaz:
‘Como en la vida misma’
Autor de esa exquisitez titulada Confesiones de un bibliófago —libro goloso para cualquier bibliófilo—, finalista del Premio Herralde y del Nadal, confeso conradiano y autor, entre más de una docena libros, de una de las mejores bitácoras españolas, —http://jorgeordaz.blogspot.com/— Jorge Ordaz (Barcelona, 1946), acaba de publicar El fuego y las cenizas. Nos encontramos en la cafetería de la Facultad de Geología de la Universidad de Oviedo, en donde es profesor. La mañana es luminosa. Los alumnos pululan desparramados o desopilantes. Todavía huelen a crema solar. Ordaz, informal y veraniego, sonríe. Este verano, confiesa, ha desconectado y se muestra con ganas de conversar. Aunque el tiempo que nos concede es limitado. Bolonia no espera y el próximo 14 de septiembre presenta la novela en el Foro Abierto de la Librería Cervantes. En Oviedo.
¿Qué tiene Filipinas que a usted le atrae tanto?
Es un país que narrativamente ha sido poco tratado en la literatura española, a pesar de que durante más de cuatro siglos estuvo bajo el dominio español, y que por geografía e historia considero un terreno propicio para la imaginación novelesca.
Este territorio ya ha sido abordado por usted en otras ocasiones, como en La Perla del Oriente. Sin embargo, no son los mismos tiempos…
En La perla del Oriente y en Perdido edén, mis dos novelas “filipinas” anteriores, la acción se desarrollaba en el siglo XIX, durante la época colonial española. El fuego y las cenizas está ambientada en Manila, pero en el siglo XX, durante la II Guerra Mundial.
Por qué este título, El fuego y las cenizas
Vale como metáfora de la guerra y sus consecuencias.
Es una novela por la que circulan muchos personajes. ¿Cuándo escribía se encontró con dificultades a la hora de relacionarlos?
Es sin duda una novela “coral”. Hay media docena de personajes con categoría de “protagonistas” y bastantes “secundarios”. Al principio partí de una docena de personajes. Luego, a medida que iba avanzando en la escritura, y en función de la trama, fui incorporando otros personajes.
‘Filipinas es un terreno propicio
para la imaginación novelesca"
Utiliza varios registros narrativos, como el diario o el teatro. No cree que pueda resultar un riesgo excesivo para los lectores.
Siempre hay riesgo. De hecho no hay literatura sin riesgo. Creo que los diferentes registros narrativos enriquecen la narración. Pero el que tiene la última palabra es el lector.
En ocasiones hace uso de descripciones muy técnicas y en otras se sirve de textos de otros autores para describir algún paraje. ¿Cree que esto puede distraer la atención de la lectura de su novela?
Espero que no. Como en el caso anterior, creo que los distintos recursos narrativos hacen más polivalente la narración, y no tienen por qué distraer al lector.
Por favor, dígame qué son las bibincas.
Son unos pastelillos típicos de Filipinas.
"Entiendo que no es labor del novelista
juzgar a sus personajes."
Qué es una policía constabularia.
Un cuerpo policial creado a principios del siglo XX por los americanos, que en cierto modo venía a sustituir a la antigua guardia civil.
A qué huele el ácido pícrico
Francamente no lo sé, pero tratándose de un explosivo imagino que su olor no es nada agradable.
El libro contiene escenas de alto poder erótico y sexual. Pensé que estos tiempos y la corrección literaria había desechado estas opciones por otras de caudal más cursi o rimbombantes…
Cierto. He procurado que las escenas de carácter sexual estén tratadas de forma muy escueta, sin retórica. Me cargan bastante las descripciones eróticas al uso.
No existe ninguna intención de narración poética. Sin embargo, sí existen menciones varias y varios autores hispanofilipinos…
Sí, especialmente, al comienzo de los capítulos. La mayoría de citas son de escritores filipinos de los siglos XIX y XX que escribieron en castellano. La literatura filipina en castellano es la gran desconocida, para los españoles y para los propios filipinos. Es una literatura “fantasma”, que existe pero no se lee.
Hay instantes de dureza que resultan repugnantes, como en el momento del tormento del agua que sufre Ximénez o en la violación de Gloria. Le felicito por la eficacia.
Gracias. Al igual que en las escenas eróticas, en las de violencia he perseguido también un cierto laconismo.
Se percibe bien los abismos del alma humana. Lo digo por el capitán Rummy Cumplido y su recuerdo de la infancia, por los intereses de Correa, Giménez y Santacreu, por la resignación de Gloria o por la “dignidad” del coronel Yamaguchi, entre tantas otras actitudes y personajes.
En las situaciones
extremas, y las guerras lo son, suele salir lo mejor y lo peor de las personas; y así les ocurre a los protagonistas de la novela. Y claro, hay de todo, desde la dignidad a la infamia pasando por la lealtad y la traición.
Me cargan bastante
las descripciones eróticas al uso.
José Alfonso Ximénez de Gardoqui es un personaje redondo. ¿Cómo definiría su personalidad?
Entre otras cosas como un tipo ambiguo, oportunista y sin escrúpulos. Un superviviente, al fin y al cabo.
Todos los personajes están tratados con un tacto exquisito. El narrador no condena ni salva a ninguno. Es como si hubiesen llegado con el azar y se marchasen con el destino.
Entiendo que no es labor del novelista juzgar a sus personajes. El escritor de ficción expone unos hechos, pero no debiera dictar sentencia. En cualquier caso es el lector quien extrae sus propias conclusiones. Como muy bien dice, los personajes llegan con el azar y se marchan con le destino. Como en la vida misma.