Pilar Sánchez Vicente:
con pan y chocolate.
Llega a la cita con la lengua medio fuera, pero contenta, dispuesta a no perder ningún metro. Coge aire, bebe agua y sus ojos grandes —tan grandes que quieren verlo siempre todo— se hidratan, brillan y miran de frente. Habla con fuerza, ríe con franqueza y pelea hasta casi donde haga falta para conseguir lo que desea y defender lo que piensa. Ha sido presidenta de la Asociación de Archiveros , Bibliotecarios, Documentalistas y Museólogos de Asturias (AABADOM), y también de la Asociación Profesional de Especialistas en Información (APEI). Esta jefa de servicio, a cuyo cargo está la publicación del Boletín Oficial del Principado de Asturias, acaba de publicar su última novela, Operación Drácula. Una incursión en el género negro para variar el paso de quienes creían que lo daba todo a otro palo. Me encantaría decirles que es la primera vez que hablo con la autora y que me he leído todas sus novelas. Pero mentiría. Pilar Sánchez Vicente (Gijón, 1961) ha mostrado su querencia por la literatura desde hace al menos veinte años. Si de algo ha presumido siempre es de lectora voraz y de los ripios y pareados que le piden a cientos para fiestas y celebraciones.
Y, a bote pronto, con qué literaturas rima Pilar Sánchez Vicente.
Con las que llegan a la gente.
¿Qué guarda en la memoria de Comadres, su primera novela?
Mi infancia, la de Reyna. Y mi primer experimento con una trama negra. Es una novela muy especial para mí.
¿Se sabe mejor de la vida económica a través de los medios de comunicación o a través del Boletín Oficial del Principado de Asturias?
A través del BOPA, sobre todo en la sección V, Administración de Justicia: embargos, impagos, EREs… Si quieres conocer el alcance de la crisis, consulta el BOPA.
Le haré una pregunta que seguro nunca le hace nadie. ¿En el caso de la novela histórica, en la que usted se ha movido como pez en el agua, cuánto pesa la documentación?
Al cincuenta por ciento. En cambio en la negra, la trama tiene un peso mayor, ochenta a veinte.
Después de tres novelas históricas, se adentra en el género negro con Operación Drácula. Le ha visto los colmillos al género histórico o es usted sencillamente insaciable…
Completamente insaciable ja,ja,ja. Básicamente, me aburre escribir siempre sobre lo mismo, dejo la piel en cada obra, por eso no repetí ninguna época en la histórica. Además, me encantan los retos, y la negra, precisamente porque soy una devoradora compulsiva de ese género, era el mayor. Es muy difícil escribir sobre lo que se ha leído y conoce tanto, queriendo aportar algo nuevo.
Operación Drácula. Género Negro. Pero ¿acaso hay algún tipo de literatura que no sea negra?
Todo es según el color del cristal con que se mira…
Permítame la intromisión: ¿Qué significa para usted esa cosa llamada estilo?
El sello propio, la marca de la casa. Más allá de las definiciones convencionales, el estilo es algo personal, que caracteriza al autor en todas sus obras.
Sus personajes femeninos suelen contar con una dosis muy alta de inconformismo y abiertamente asentadas contra los poderes de facto.
Siempre existieron mujeres así, sólo pretendo darles voz. Si mis protagonistas fueran hombres tendrían idénticas características, pero su actitud no llamaría tanto la atención ¿verdad? Así es el mundo y así nos va…
¿En qué ha cambiado la situación de la mujer, pongamos desde la Edad Media?
¿De la rica o de la pobre? Desde luego, hemos mejorado, pero hay que tener clara la distinción. Las ricas y nobles tenían el monopolio de la cultura –mecenazgo de particulares y fundación y patronazgo de monasterios y scriptorium incluidos-, del arte de amar, de la belleza… para la época gozaban de todos los lujos imaginables. Detentaban además el poder y el control sobre vidas y haciendas, dado que los maridos, fruto de matrimonios de conveniencia y entregados a las guerras, pasaban poco tiempo en el hogar. En cuanto a las pobres, como no alcanzaban ni a soñar, se conformaban con sobrevivir con sobrevivir en unas circunstancias tan extremas que su esperanza de vida solía ser menos de la mitad que las anteriores. Y dudo que las envidiaran, pues, salvo las criadas, no sabían de su existencia, no estaban el Hola y le TV para refocilarles el lujo por la cara…
Le ocupa el saber cuántas entradas tiene su blog o, a la manera de Houllebecq, lo que se cuenta de usted en la red.
Por supuesto, consulto Analytics y tengo activadas las alertas para ver lo que se publica en mi nombre. Y tengo un ego en la red de 8 sobre 10, no está mal…
Literatura como necesidad personal ante la vida o como forma social de entender la vida. ¿Cómo aliña usted la ensalada?
Como necesidad personal de expresión de una forma de entender la vida.
¿Le queda tiempo, después del trabajo y de la crianza para leer a sus colegas?
A lo
s amigos, siempre. ¡Y espero que ellos hagan lo mismo!
s amigos, siempre. ¡Y espero que ellos hagan lo mismo!
¿Qué opinión le merece la generación nocilla?
Aunque por edad entraría entre las madres de esa generación, no me siento identificada con ella, yo soy más de pan y chocolate.
¿Y a qué autores le gustaba y le gusta leer con pan y chocolate?
Ahora leo a palo seco. Con pan y chocolate, Enid Blyton, Richmal Crompton, Stanley Gardner, Agatha Christie, Selecciones del Reader Digest, La Isla del Tesoro, El Conde de Montecristo, La cabaña del tío Tom, Los tres mosqueteros…
¿Le apetece decir algo sobre los derechos de autor?
Me apetece más hablar sobre los 115 cables que confirman las presiones de EEUU sobre España para acabar con las descargas y la piratería en Internet. Con la Ley Sinde, convertida en disposición final segunda de la Ley de Economía Sostenible, mis derechos de propiedad intelectual no se si quedan salvaguardados, pero las libertades públicas han sido mermadas, con consecuencias imprevisibles. Profesional e ideológicamente, soy del movimiento de libre acceso (Open Access Initiative) Y me declaro fan de Assange. Por lo demás, gano un euro por libro vendido.
¿Qué tal se lleva su forma de leer con la última tecnología?
Estamos asistiendo a un cambio mucho mayor dimensionalmente del que supuso la aparición de la imprenta. Autores, editoriales, librerías…estamos inmersos en un proceso vertiginoso de cambio del que somos incapaces de predecir el final. No es contradictorio, es complementario, adaptativo, evolutivo. El soporte electrónico permite acceder a tal cantidad de documentos, conocimientos e información, que ya no concebiríamos la vida sin él. Y la literatura no queda al margen. Tal vez seamos la última generación con querencia por el papel. A veces, agarrada a un libro, me siento como Peter Pan en el país de Nunca Jamás.
Y si usted tuviera que realizar una operación, cuál sería la que llevaría a cabo de forma urgente en el mundo, en Europa y en España.
Sajaría los bancos, les extirparía los intereses y reinvertiría los beneficios de la operación en salud y educación. En cuanto a la corrupción, políticos, especuladores y eclesiásticos, todos a prisión y que les caiga el jabón en la ducha…
¡Uf, la pucha…!