Raúl Castañón

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 Entrevistas LITERARIAS con…  Raúl Castañón

 

¿Por qué vivir en Asturias?

 En mi caso porque me tocó nacer aquí. Y hablamos de un perseverante redomado como yo, así que verde y en botella; a ser posible en botella también verde prau, gracias.

 Y si no es Asturias, ¿dónde le gustaría vivir?

 En mis puntos neurálgicos del Sur andaluz. Traducido para quien me conozca menos: Sanlúcar de Barrameda y San Fernando, la Isla de León. Allí el tiempo cunde y divierte doble y solo por eso ya merecería la pena lo de vivir allí. Yo me iría encantado de la vida, solo me echa para atrás el calor del verano y que quitando precisamente en verano, el Real Oviedo va a seguir jugando aquí, en el corazón de Asturias. En otras palabras: la gente se puede mover, pero las instituciones no tanto.

 Para que vayamos conociendo con más precisión sus gustos. Cite tres libros estupendos de este siglo y otros tres sobrevalorados.

 Me gustaría incluir –aunque fuese en la categoría de libro sobrevalorado– Sueños en conserva, la novela que acabo de publicar yo, pero entiendo que esta es una entrevista seria. Pues bien, así, a bote pronto, me gustaron por ejemplo las novelas Imposturas, de John Banville –yo y mis fijaciones por fijar la identidad–, aunque es una novela que toca parte de lo peor de siglo XX. En España me gustó El río del edén, de José María Merino, que obtuvo con merecimiento el Premio Nacional de Narrativa hace unos años. Intemperie, de Jesús Carrasco me estremeció y me angustió como no recordaba desde el Ensayo de la ceguera de Saramago. Sobrevalorados creo que están, si no todos, casi todos los denominados bestsellers.

 Lo mismo con el cine del siglo XXI. Tres películas que no nos debemos perder y otras tres que nos podemos ahorrar

No me atrevería a encomiar demasiado, entre otras cosas porque, además de que esto como casi todo va en gustos, yo voy muy justo de cine. Pero me gustaron lo suyo Gran Torino, de Clint Eastwood, Watchmen –una adaptación fiel, por fin, del cómic homónimo–; y también Malditos bastardos, de Tarantino, que me pareció muy original y entretenida. Aunque, ahora que lo pienso, todas ellas versan de una manera más o menos directa sobre el siglo XX. Soy un nostálgico sin remedio, no puedo negarlo.

Lo que nunca recomendaría son las traslaciones o equivalentes cinematográficos de los bestsellers.

 ¿Qué suceso le parece que puede ser característico de este siglo?

 El predominio de Internet y su instauración en la vida cotidiana ya para todo. Porque de la tercera guerra mundial, mejor no hablar. Si la guerra es desastrosa y deprimente per se, ya encarnizada con fanatismo religioso  y terrorismo indiscriminado es el exterminio de la paz directamente.

 Si tuviera que seleccionar tres escritores vivos en lengua española, ¿con quiénes se quedaría?

 Con todos los que sean honestos y capaces. Siempre me gusta reconocer el esfuerzo y el trabajo bien hecho.

 ¿Y en otras lenguas?

 A la contestación de arriba me remito: la Literatura es universal por definición. No la acotaría tanto por países como por calidades.

 ¿Qué está leyendo?

 Terminando unos libros de bolsillo editados por Cerbero, una jovencísima editorial andaluza especializada en ciencia ficción emergente, y empezando el Apabullante silencio extranjero de nuestro compañero Fernando Fonseca, otra adquisición reciente.

 ¿Qué lugar de España aconsejaría visitar?

 Ya digo que lo mío, de preferencia, cae por el Sur andaluz. Y son ocho provincias, nada menos. Lo que llega a sumar los lugares recomendables por decenas. Así que mejor no me extiendo para no aburrir.

 ¿Y de Asturias?

 Oviedo me parece el enclave ideal. También para visitar desde aquí todo lo demás.

 ¿Qué comida de Asturias no recomendaría?

Todas. Para quien esté a dieta, le guste la comida minimalista, insípida o no disfrute comiendo, mejor haría en no venir aquí a eso.

 ¿Sidra o vino?

 Yo me confieso más que nada cervecero, pero reconozco que el vino me acompaña en concordia algunas comidas y que la sidra gasificada y bien fría me quita la sed estupendamente cuando hace mucho calor.

 ¿Facebook o Twitter?

 Me gusta más el segundo. Supongo que por aquello de la inmediatez y del menor cotilleo, no sé.

 ¿Qué tipo de música suele escuchar?

 Soy poco melómano, pero de un tiempo a esta parte me he aficionado a la música en directo siempre que me guste el local donde se ofrece y sea de asentamiento cómodo.

 ¿Cuál fue el último libro que no pudo terminar?

 Aquí siempre recuerdo Arco iris de gravedad. Cuando se me empezó a hacer gravoso el panorama, plegué los bártulos y eché la cortina. Y eso que a priori me interesaba bastante su contexto histórico, aquel Londres bombardeado con armas secretas en la Segunda Guerra Mundial.

 ¿Cómo podría definir en cinco líneas su literatura?

 Lo mío ya creo que va de inspiraciones viajeras y escritura artesanal en solitario, sin más, con los componentes estimulantes y discordantes justos. Escritura de cabotaje sin disimulo, con lo mínimo que se despacha en artificios literarios y no poco corazón empeñado. No sé si llego o llegaré a tener una voz propia algún día, pero sí que cultivo un territorio personal que doy por bueno y productivo en la medida de mis limitaciones y limitadas ambiciones.

 El premio Planeta, ¿marca tendencia o va a rebufo de las modas literarias?

 El premio Planeta pertenece a otro planeta. Que desde aquí abajo me parece un ente extraterrestre, vamos.

 ¿Qué le falta a la Asociación de Escritores de Asturias?

 Últimamente, diría que más escritores asociados.

 ¿Qué pregunta no le hice y le gustaría responder?

 Cualquiera que se contestase sola por consensuar en la respuesta una unanimidad perfecta, sin controversias ni sesgos interpretativos. Pero la perfección ya se sabe que no existe, y menos en Literatura.

Armando Murias

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