Una entrevista ligera a Javier Rodríguez Marcos, por J. Havel y J. Lasheras. 10/07/2012

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Una entrevista ligera a Javier Rodríguez Marcos
 
 
»¿Frase? «Más vale un diente que un diamante».
Es un refrán que sale en El Quijote.
 
Por José Havel y Javier Lasheras
 
 
¿Qué valora más en un viaje?
 
Que termine en Roma.
 
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
 
Comerme una manzana roja. Mis compañeros de trabajo la llamaban «la manzana de las ocho».
 
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
 
Que dudo de todo y en todas partes, cruces y desvíos incluidos. Y donde dice viajar vale decir vivir.
 
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
 
Que vea al vaso medio lleno. Y que no tenga miedo. El miedo ya lo pongo yo.
 
 
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
 
A Roma, porque me pone de buen humor.
 
¿Cuál es su principal defecto?
 
Que me cuesta reconocer mis defectos.
 
¿Y su principal cualidad?
Que no doy demasiada importancia a los defectos de los demás.
 
¿Qué libros lee cuando viaja?
 
Alguno relacionado con el destino, aunque no sea actual. Por ejemplo: Venecias, de Paul Morand, en Venecia; El río sin orillas, de Saer, en Argentina. Danubio, de Magris, en Viena. Argentinismos, de Martín Caparrós, camino de Mar del Plata.
 
¿Y qué está leyendo ahora?
 
Sendino se muere, de Pablo D’Ors. Un libro que es un reto para un no creyente como yo.
 
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
 
Sí, hasta el periódico lo leo así.
 
¿Cuál sería su mayor desdicha?
 
Que les pasara algo a mis hijos.
 
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
 
El primer hombre, de Albert Camus. De hecho, no pierdo la esperanza de escribirlo algún día.
 
¿Dónde le gustaría vivir?
 
¿He hablado ya de Roma?
 
¿Cuál es su bebida favorita?
El agua, de lejos. Alcohólica, las mezclas con ginebra (Dry Martini, gin tonic…).
 
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
 
Por educación familiar, acostumbro a terminar toda la comida que me ponen en el plato. Sirve para los libros y para las películas. Cosas del judeocristianismo culpable y, como decía, de ver el vaso medio lleno. Sudé tinta con La muerte de Virgilio pero mereció la pena. No creo que sea uno de los grandes pero como algunos creen que sí, diría que se me atraganta Philip Roth. Mejor dicho, el ombligo de Philip Roth.
 
¿Cuál es su ciudad preferida?
 
Vuelva a la casilla número 13.
 
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
 
Cada semestre añado alguno, pero digamos: Albert Camus, Hannah Arendt, Fray Luis de León, Cervantes, Antonio Machado, Luis Cernuda, Wislawa Szymborska, Cesare Pavese, Juan Antonio González Iglesias, Joan Vinyoli, John Berger, Claudio Magris, Christopher Hitchens, Imre Kertész, Rafael Chirbes, José Emilio Burucúa…
 
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
 
No tengo palabras predilectas, ni colores, ni número favoritos, pero me gusta la palabra «aunque». ¿Frase? «Más vale un diente que un diamante». Es un refrán que sale en el Quijote.
 
¿Qué música suele escuchar?
 
De todo, sean Bach, Corelli, Schubert, Satie, los Clash, los Smiths, Tom Waits, los Magnetics Fields, Astrud o Sr. Chinarro. Y me gusta escuchar a mis hijos practicando con la trompeta y el oboe.
 
¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada? Históricos: Glenn Gould, Hannah Arendt, Marie Curie, Francis Crick. Ficticio: Jesucristo al tercer día.
 
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
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Un  libro de poemas como Del lado del amor vale 15 euros. Debería ser el patrón para el resto.
 
Recomiende un par de obras de arte.
 
Jeremías lamenta la destrucción de Jerusalén, de Rembrandt. La Madonna del parto, de Piero della Francesca. Un vaso de agua y una rosa, de Zurbarán. Los frescos de Masaccio en el Carmine. Rock my religion, de Dan Graham
 
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
 
Tratando de poner orden por enésima vez en un libro de poemas. Tomando notas para el blog y para reportajes. Cuando trabajas en un periódico vives inmerso en la escritura. La palabra ahora caduca cada tarde.
 
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
 
Me suena eso de la crítica literaria. Era un género literario del siglo XX ¿no?
 
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
 
La vanidad de los escritores, pero más que cabrearme me hace gracia porque suele venir vestida de (falsa) modestia. O mejor: los vanidosos que escriben contra la vanidad.
 
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
 
Mejor uno que sí he leído, para asegurar: Canción de tumba, de Julián Herbert, en Mondadori. Bueno, seré obediente: el segundo volumen de lecturas no obligatorias (en Alfabia), de Symborska. Leí el primero y es estupendo.
 
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
 
Ladrón de bicicletas e Inside Job. Y De niños, de Joaquín Jordá.
 
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
 
El lado oscuro del corazón me llevó a Oliverio Girondo, al que había leído poco y mal.
 
¿Qué suceso de la historia admira más?
 
El Big Bang. ¿Más cerca? La abolición de la esclavitud.
 
¿Qué red social de internet prefiere?
 
Twitter, como lectura. Soy creyente pero no practicante. No paso de Eskup.
 
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
 
A Jesucristo al tercer día.
 
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
 
Como fui monaguillo, culpable.
 
Javier Rodríguez Marcos estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. 
 
Foto: Daniel Mordzinski.

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