Una entrevista ligera a Julio Rodríguez, por J. Lasheras y J. Havel. 10/09/2012

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Una entrevista ligera a Julio Rodríguez

 
» Soy cabezón, perfeccionista, bebedor, friolero
 y más huraño de lo que hago ver.
 
Por José Havel y Javier Lasheras
 
 
¿Qué valora más en un viaje?
Volver.
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
En verano, darme un chapuzón en el mar. En invierno, relajarme con una sidra y una andarica. Aunque, desde hace ocho meses, ni chapuzón ni andarica: es la hora del baño de mi hija.
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
No volver.
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
Resulta interesante que quiera acompañarme.
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
Como ya he dicho, me gusta volver a casa después de haber viajado. En todo caso, siempre vuelvo a Cádiz. Y a Madrid a ver a mis hermanas.
¿Cuál es su principal defecto?
Es difícil elegir uno. A grandes rasgos, soy cabezón, perfeccionista, bebedor, friolero y mucho más huraño de lo que hago ver.
¿Y su principal cualidad?
Salta a la vista.
¿Qué libros lee cuando viaja?
Cualquiera que caiga en mis manos (y me apetezca leer), aunque a veces busco alguna lectura relacionada con el lugar de destino. ¿Qué voy a Oporto? Pues releo La cabeza perdida de Damasceno Monteiro. ¿Qué viajo a Estados Unidos? Me vuelvo a poner con Viajes con Charley, de Steinbeck. Y así.
¿Y qué está leyendo ahora?
Varios libros a la vez. Precisamente Cannery Row, de Steinbeck. Y el segundo volumen de los Diarios de Iñaki Uriarte. Y la primera traducción de La hermandad de la uva de John Fante, titulada Hermanos de vino; voy comparando ambas versiones, es divertido. Y, por supuesto, tengo a Billy Collins y a Carver y a otros cuantos poetas de altos vuelos sobre la mesa. ¿Quién da más, señores?
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
No, porque entonces dejaría de leer y me pondría a escribir.
¿Cuál sería su mayor desdicha?
¿No terminar esta entrevista?
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
Sin lugar a dudas, cualquiera de Dan Brown. Ha dicho firmar, no escribir…
¿Dónde le gustaría vivir?
Donde vivo. Si no, en Cádiz o en París. Pero allí no hay sidra.
¿Cuál es su bebida favorita?
¿Usted qué cree?
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
No me llevo bien con el Ulises de Joyce. Ni él conmigo.
¿Cuál es su ciudad preferida?
Asturias aparte, Cádiz, París, Oporto, Barcelona. En fin, hay muchas.
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
También son muchos. En narrativa, a Mark Twain y a John Fante siempre los tengo a mi lado. En poesía, suelo estar rodeado como los vaqueros de las películas de antes. Son demasiados indios para dar sólo un par de nombres.
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
Me gustan las palabras que tienen difícil cabida en un poema, como «zanahoria», «metacrilato» o «destornillador». En cuanto a las frases, me quedo con dos: «Invita la casa» y «Es benigno».
¿Qué música suele escuchar?
Muy variada. Pero, si tengo que elegir, me quedo con el blues. Lo bueno es que no tengo que elegir, claro.
¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
Me hubiera gustado estar en la última cena. ¡Menuda juerga! De lo que no estoy seguro es de si se trata de historia o de ficción.
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
Creo que con 30 euros podríamos arreglarlo. Luego necesitaríamos algo más, claro, porque con una copa de vino y cuatro lonchas de jamón no vamos a ningún lado.
Recomiende un par de obras de arte.
¿Además de mis libros? Está bien, le recomendaré a algunos artistas locales, que los universales ya están muy vistos: Antonio Granado, Toño Velasco, Carlos García. Síganles la pista, háganme caso.
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
Estoy corrigiendo una novela que ya he corregido. Y tengo los ojos muy abiertos para cazar al vuelo a los bichos poéticos que de tanto en tanto se me cuelan en casa.
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
Con un buen vino, si es buena. Y si es mala, con dos.
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
Intento no detestar ni odiar nada ni a nadie. Aunque últimamente me lo están poniendo muy difícil estos parásitos que nos desgobiernan y deniegan créditos. ¡Pandilla de cabrones!
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
Sin duda, el próximo que yo escriba.
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
La leyenda del indomable, Uno, dos, tres, Amanece que no es poco, Toma el dinero y corre, Cadena perpetua. Y nada de palomitas. Andaricas.
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
Alguien voló sobre el nido del cuco o Mystic River son dos buenos ejemplos.
¿Qué suceso de la historia admira más?
El nacimiento de mi hija. Aunque el final de la segunda guerra mundial, el descubrimiento de la penicilina o la llegada del hombre a la luna tampoco estuvieron mal.
¿Qué red social de internet prefiere?
Estoy en Facebook, pero más como voyeur que como activista. A Twiter no le pillo el punto. Y en Tuenti no me dejan entrar, dicen que ya no tengo edad. En cualquier caso, me quedo con las sidrerías o las fiestas de prau, dónde va a parar.
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
A Propercio, a Dostoievski y a Sara Carbonero. No necesariamente por ese orden.
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
Me temo que a eso no puedo contestarle sin el permiso de mi abogado. ¡Y no tengo abogado!
 
Julio Rodríguez es escritor y profesor.

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