La mejor noticia para la AEA es que ya hay una nueva Junta Directiva. Es cierto que antes de sugerirle algunos objetivos, podríamos hacer un balance de los dos últimos años, pero no es este el mejor lugar para reflejar los acuerdos y disonancias de los socios con la Junta, sino el que los estatutos de nuestra Asociación señalan para tal efecto: la Asamblea General. Que cada cual aguante su vela y rumie el estado de sus propios compromisos. Sin duda al andar se hace camino, aunque para algunos también pueda hacerse sentado. Es una cuestión de matices, por supuesto. Pero en el futuro inmediato sólo lo será de la tecnología.
Sea como fuere, desde LITERARIAS queremos hacer un brindis por el nuevo Presidente de la Asociación de Escritores de Asturias, Carmelo Fernández, de quien sería deseable esperar una atención exhaustiva en las tres líneas básicas de acción: las Jornadas de Literatura y los Premios de la Crítica, como pilares básicos en el objetivo de la promoción y difusión de los autores y sus obras, y la atención a los socios, dentro de la cual se enmarca este recién inaugurado y bien acogido proyecto: LITERARIAS.
Y si lo esperamos es porque, ocho años después, parece algo más que aconsejable volver a engrasar la maquinaria de la AEA con el fin de continuar con el nivel de exigencia que se espera de una entidad formada por escritores. Sólo así, si somos capaces de continuar exigiéndonos como hasta ahora, estaremos en condiciones de ejercer una crítica coherente y constructiva tanto con todos los actores implicados en el libro como con otras entidades e instituciones, en ocasiones poco dadas a abrir las ventanas de sus casas, echar un cabo sincero y arrimar el hombro con el erario por delante. Algunas, desde luego nada representativas del conjunto, incluso dispuestas a dinamitar los Premios de la Crítica de Asturias que con tanto esfuerzo, imaginación y generosidad creó la Asociación para poner en valor tanto a los autores y sus obras como a la industria de la edición en Asturias. Una realidad que nadie antes, ni desde las instituciones ni desde cualquier otro tipo de entidades había considerado y, ni mucho menos, imaginado.
Ya sólo por la creación y mantenimiento de estos Premios estaría más que justificado un mayor apoyo económico a la AEA no sólo por parte de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias y de Cajastur, que también, sino por el resto de entidades públicas y privadas de Asturias.
Pero para todo ello, se hace necesario que tanto los socios como nuestros lectores conozcan el estado de la cuestión.
Las Jornadas de Literatura han ido perfilándose durante ocho años hasta llegar al modelo actual. Un modelo que se basa en la libre asistencia y participación. Es evidente que durante el escaso fin de semana de trabajo en el que se desarrollan no se puede pretender que intervengan los más de noventa socios, pero sí se puede diseñar un programa que cuente más con la participación de autores de la Asociación para los próximos dos años. Estamos convencidos de que todos los escritores lo agradecerán. Del otro lado, claro está, también la Junta Directiva y el propio Ayuntamiento de Pravia estarían encantados con una masiva presencia de los autores de la AEA en las Jornadas. Porque éstas se fundamentan no sólo en los conocimientos literarios, sino también en los muchos acuerdos fruto del intercambio de información y propuestas entre los escritores participantes y de estos con los editores, periodistas, lectores y ciudadanos asistentes. No olvidemos que es en este tipo de encuentros donde nacen otros compromisos y proyectos, contactos y relaciones, así como algunas de las nada desdeñables fuentes de ingresos y no sólo para los escritores, aunque en este caso éstas sólo den, como dicen los más viejos del lugar, para la merienda.
En cuanto a los Premios de la Crítica, que este año llegan a su décima edición, hay que partir de que son un símbolo del reconocimiento de los escritores hacia sus propios compañeros. Pero, además, representan ya un galardón muy querido por la comunidad de escritores en Asturias. Prueba de lo antedicho es que el Premio ha recaído en buena parte de los más reconocidos escritores actuales de nuestra Comunidad. Sin embargo, también es cierto que el desarrollo técnico de estos premios está lleno de dificultades que tienen una solución compleja. En primer lugar, todavía hay editoriales y escritores que desconocen su dinámica. En este punto será muy útil aclarar a los caminantes que no es la Asociación quien designa ni propone las obras que entran a concurso —ya que supondría un dispendio en la adquisición de ejemplares inasumible para una entidad cuyo presupuesto anual apenas supera los cuatro millones de pesetas (25.000 euros)—, sino que deben ser los propios interesados quienes realicen las propuestas que consideren oportunas cumpliendo con las bases de los Premios y, sobre todo, siempre y cuando crean que esas obras merecen el premio. Y aquí volvemos a la máxima anterior porque todavía hay quienes esperan sentados a que se les proclame la prima donna o el primus inter pares, seguramente situados en un pódium literario o cognoscitivo desde el cual consideran que el resto de escritores sólo tienen que leerlos a ellos. Esperemos que no haga falta explicar aquí quién era Godot. Por fortuna para todos, en la realpolitik literaria se impone la higiene permanente de la abolición de fronteras, y su lema no puede ser otro que la libertad de lectura.
De otra parte, también hemos de conocer que los miembros de los diversos jurados cambian cada año y ninguno de ellos percibe emolumento alguno por su trabajo. Esto es ejemplar, pero también supone que, más allá de la mayor o menor confianza en el criterio literario de cada uno, es medianamente complicada la exigencia de responsabilidades por los juicios y los fallos de los mismos. Ante esta situación, es muy recomendable que la organización tome nota. Así, sólo un extremado y exquisito cuidado en el planteamiento de las bases, la designación feliz de los miembros de los jurados y una vanidad bien limada, tanto de los escritores y editoriales que se presentan como de los que no, contribuirá a que estos premios sigan por la avenida del éxito o, de lo contrario, se adentren en el callejón del olvido. Posibilidad ésta última nada desdeñable en un ambiente siempre propicio y atento a amortizar las iniciativas que no sean del gusto del
Establishment político, con frecuencia parapetado tras la atalaya monolítica de su elección democrática y no en los argumentos de la razón democrática y participativa, o del Establishment social y cultural desde el que se urden sibilinamente estrategias de complicidad con el poder para que nada ni nadie cambie sus respectivos statu quo. Desgraciadamente, como dijo Laurence Peter, la burocracia defiende el statu quo mucho tiempo después de que el quo haya perdido su statu. De norte a sur y de diestra a siniestra, los ejemplos son tan desoladores como abundantes.
Establishment político, con frecuencia parapetado tras la atalaya monolítica de su elección democrática y no en los argumentos de la razón democrática y participativa, o del Establishment social y cultural desde el que se urden sibilinamente estrategias de complicidad con el poder para que nada ni nadie cambie sus respectivos statu quo. Desgraciadamente, como dijo Laurence Peter, la burocracia defiende el statu quo mucho tiempo después de que el quo haya perdido su statu. De norte a sur y de diestra a siniestra, los ejemplos son tan desoladores como abundantes.
Y por último, es urgente abrir nuevas vías para que el socio participe más en la marcha de la Asociación y, al tiempo, sea consciente de las ventajas de su pertenencia a la misma. Esta será una labor informativa que tanto el nuevo Presidente, Carmelo Fernández, como la Junta Directiva deben afrontar sin más dilación. Tanto la participación como la información son derechos de los socios pero también deberes, siquiera de orden social o moral, que todos tendrían que asumir para conseguir un mejor futuro para la Asociación.
La lección, aún más si somos conscientes de la crisis actual a la que no somos ajenos, es clara: corresponde a la Junta Directiva liderar los objetivos de la AEA, pero sólo mediante la aplicación de criterios de calidad en las líneas básicas de acción y de mecanismos que posibiliten la contribución decidida de todos, nuestra asociación alcanzará su pleno sentido, tanto para los propios asociados como para la permanencia de la misma. Para ello no basta con el voluntarismo de la Junta. Es necesaria la colaboración generosa de todos los socios y la convicción de las autoridades competentes en la existencia de la Asociación de Escritores de Asturias.