Ahora bien, conviene tener en cuenta que estos cambios de soporte determinados por la inmediatez de lo obsoleto arañan la fijación y la quietud, adheridas siempre a la lectura. Ante esta nueva experimentación de la palabra donde documento y lenguaje se reprograman por igual, el diálogo del lector con el texto ha dejado de ser atemporal, aquella idea que Nabokov apoyaba: “Un buen lector es un relector”.Tampoco el cruce de creatividad entre escritor y público parece librarse de la ‘multimedialidad’, de la invasión de eselector-digital caracterizado en muchos casos por la impaciencia y la inconstancia y ese autor-intrusista quien en unión de blogs y a través de una estética capaz de hacernos creer que se es un refutado letrado por sentirse dominador del juego virtual por medio del continuo espacio dedicado a opiniones personales; ofrecen la sensación de que los autores permanentemente están ahí detrás de cada ‘metasitio’, visita o comentario dando una idea de comunicación permanente. Ante esta invasora perspectiva el futuro de la literatura tradicional y el futuro del periodismo cultural irán estrechamente unidos al porvenir de unas tangibles esperanzas de autores que desde la intrínseca potencialidad que ofrece Internet sean capaces de alterar las reglas; francotiradores de la palabra, poetas, novelistas, escritores y periodistas de raza capaces de distinguir en verbo la diferencia entre luz e imagen (analógica o digital) y, desde la valentía de su independencia, soledad y talento refunden La Palabra en un lenguaje para nuevos lectores que anhelen encontrar (como en los libros) sobre un corazón de tinta, labios con pulpa de cereza.
Nieves Viesca es escritora