Una pequeña reflexión didáctica sobre el uso de la IA en el ámbito literario.
Por David Fueyo
La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido en nuestra sociedad como una fuerza imparable, moldeando y redefiniendo sectores tan diversos como la medicina, la economía y, notablemente, la literatura. Su influencia en el ámbito creativo ha suscitado intensos debates entre escritores, críticos y lectores: ¿la IA inventa o simplemente copia? ¿Está destinada a sustituir a los escritores “de carne y hueso? o puede convertirse en una herramienta valiosa para todos aquellos que escribimos? Con este artículo exclusivo para LITERARIAS, la revista de la Asociación de Escritores de Asturias, intentaré aclarar algunos conceptos clave sobre la IA generativa, que es aquella capaz de crear contenidos nuevos y originales.
Un ejemplo muy conocido de IA generativa es GPT-4, un modelo de lenguaje desarrollado por la empresa OpenAI que, entre otras cosas, se dedica también a la gestión energética.
Esta IA es entrenada con datos (textos, novelas, artículos, poemarios, etc…), posee una red neuronal artificial capaz de imitar patrones, estructuras de lenguaje, contexto, relaciones entre palabras, tonos…todo ello basado en una arquitectura informática llamada “Transfomer”, que es la que procesa la creación de textos.
Por ello, cuando se le pide a la IA que escriba un texto lo que hace es recurrir a lo aprendido generando respuestas nuevas basadas en patrones y reglas que ha internalizado mientras se le ha estado entrenando. La IA es permeable a correcciones, eliminación de resultado inadecuado y nuevas reglas que se le vayan imponiendo.
IA: ¿Innovadora o Imitadora?
La capacidad de la IA para generar texto ha alcanzado niveles impresionantes, gracias a modelos avanzados como GPT-3 y su sucesor GPT-4. Estas inteligencias artificiales analizan vastas cantidades de datos textuales y aprenden patrones lingüísticos, estilos y estructuras narrativas. Sin embargo, la pregunta fundamental es si esta tecnología está creando algo nuevo o simplemente reciclando y reconfigurando lo existente.
Por un lado, los defensores de la IA argumentan que, al combinar y permutar vastos conjuntos de datos, estas herramientas pueden generar ideas frescas y combinaciones inesperadas que pueden considerarse innovadoras. En cierto sentido, la IA actúa como un caleidoscopio literario, que reconfigura los fragmentos de información en patrones nuevos y a veces sorprendentes.
Por otro lado, los críticos sostienen que la IA no puede crear de la misma manera que un ser humano. La creatividad humana se basa en experiencias vividas, emociones y una comprensión profunda de la condición humana. La IA, en contraste, carece de conciencia y experiencia emocional; su “creatividad” es más bien una simulación sofisticada de patrones reconocidos en el material existente. En esencia, lo que produce puede parecer nuevo, pero está fundamentado en la imitación y la síntesis de lo preexistente.
La IA como herramienta para escribir
Independientemente del debate sobre la autenticidad de la creatividad de la IA, su potencial como herramienta para escritores es innegable. La IA puede servir como un asistente invaluable, proporcionando una variedad de servicios que pueden mejorar y acelerar el proceso de escritura.
Generación de Ideas: La IA puede sugerir tramas, personajes o escenarios basados en las preferencias y estilos que se le introduzcan. No piensen que la IA funciona de forma muy compleja, no deja de ser un “Si…entonces”, es decir, buscará en su reservorio algo que encaje con lo que se le pide de forma más o menos acertada.
Edición y Revisión: Herramientas avanzadas de IA pueden analizar el texto para detectar errores gramaticales, incoherencias en la trama y problemas de estilo, proporcionando sugerencias precisas para mejorar la claridad y la cohesión. Esto ya lleva varios años funcionando con programas como Repetition detector, es decir, un programa que detecta repeticiones e incongruencias gramaticales básicas.
Investigación: La IA puede agilizar el proceso de investigación, proporcionando información relevante y resúmenes de vastas cantidades de datos en cuestión de segundos, permitiendo a los escritores centrarse más en la creación y menos en la recopilación de información. Esto no deja de ser otra búsqueda más en el reservorio de la IA en la red. En este caso el resultado depende de lo que se le pida. El escritor debe ser también un “ingeniero de proposiciones” para que la IA nos proporcione los resultados más adecuados a nuestra investigación
Personalización de Contenidos: La capacidad de la IA para adaptar el contenido a diferentes tonos permite ajustarse a formatos específicos, como blogs, redes sociales o publicaciones académicas, pero aún está lejos de un lenguaje literario de calidad como tal.
Riesgos y Desafíos
A pesar de sus ventajas, el uso de la IA en la escritura no está exento de desafíos y riesgos significativos. Uno de los mayores temores es que la proliferación de contenidos generados por IA pueda diluir la calidad de la literatura y desplazar a los escritores humanos. La facilidad y velocidad con la que la IA puede producir texto plantea la posibilidad de una sobreabundancia de material, donde la cantidad prevalezca sobre la calidad.
Además, la dependencia excesiva de la IA puede llevar a una homogeneización del estilo literario. Si bien la IA puede imitar varios estilos, su tendencia a operar dentro de los patrones que ha aprendido podría limitar la diversidad creativa. La literatura, que florece en la diversidad de voces y perspectivas, podría ver su riqueza reducida si la IA se convierte en la herramienta predominante.
También existen preocupaciones éticas sobre la propiedad intelectual. Los textos generados por IA a menudo se basan en el análisis de obras existentes, lo que plantea preguntas sobre el plagio y la autoría. ¿A quién pertenece realmente el contenido creado por una máquina?
La IA como Complemento, No Sustituto
En última instancia, la inteligencia artificial tiene el potencial de ser una herramienta más para los escritores como en su tiempo fue la máquina de escribir o el procesador de textos o incluso el uso de internet, pero, en mi opinión, no debe ser vista como un sustituto. Escribir de forma literaria es una actividad profundamente humana, arraigada en la experiencia, la emoción y la introspección. La IA puede asistir en la realización de tareas técnicas y proporcionar inspiración, pero carece de la capacidad para capturar la esencia de lo que significa ser humano.
La clave está en encontrar un equilibrio donde la IA pueda complementar las habilidades humanas, permitiendo a los escritores explorar nuevas fronteras creativas sin perder su identidad única. En este sentido, la IA puede ser una aliada formidable, ayudando a los escritores a soñar con humanos eléctricos mientras permanecen firmemente arraigados en la realidad humana.
Así, pienso, la inteligencia artificial puede soñar con humanos eléctricos, mejor dicho, puede fingir que lo hace, pero no lo hará al carecer de mente, corazón y espíritu. Y ahora quédense con este término porque dará mucho que hablar “Inteligencia Artificial multimodal generativa”. De aquí a cinco o seis años volveremos a plantearnos este tema porque, aunque la IA seguirá sin poder soñar con humanos eléctricos, lo que si que puede vaticinarse a día de hoy es que su simulación se perfeccionará tanto que llegará a hacernos creer que sí lo está haciendo.
Si entienden ustedes de videojuegos piensen que aún estamos disfrutando el Pong en cuanto a la generación de textos frente a todo lo que nos viene en un futuro.