Finalmente, tras muchos dimes y diretes, Oviedo presenta su candidatura a la capitalidad cultural europea de 2016. No ha sido, hasta ahora, el camino político atravesado el ideal (enfrentamientos diversos, acusaciones), sin embargo, finalmente, el consistorio ovetense ha decidido entrar en esa excitante carrera por la capitalidad, lo que nos congratula a todos aquellos amantes de la cultura. Pero las preguntas, las dudas sobre cómo va a encarar el equipo de Gabino de Lorenzo esta candidatura surgen dados ciertos antecedentes que no hablan muy bien del trato que, en los últimos tiempos, ha dado a la cultura en Oviedo.
Resulta inevitable recordar el injustificable recorte que se ha producido en la red de bibliotecas ovetense, que supuso enviar al paro a una decena de estupendos profesionales, así como efectuar una serie de ajustes en los servicios que esas bibliotecas brindaban a los ciudadanos. De nada sirvieron las protestas de escritores, profesores universitarios, artistas y los propios usuarios de esas bibliotecas: se eliminaron sin contemplaciones mientras se conocían los escandalosos gastos en comidas -ahí no hubo recorte sino incremento- brindados por el Ayuntamiento en la Plaza del Pescado (también conocida como Fartódromo). La noticia de la apertura de un pub en el entorno de la histórica Fuente de Foncalada supone uno de los espectáculos más esperpénticos acaecidos en Oviedo en los últimos meses. Poco que añadir a una noticia que se define por sí sola y que habla de una sensibilidad cultural inexistente.
Pero donde más se ha mostrado esa falta de interés por las disciplinas artísticas, por la cultura en una palabra, es en el afán de los responsables políticos municipales en convertir el entorno histórico de la Fábrica de Gas, en pleno Oviedo Antiguo, en un lugar que albergue noventa y nueve viviendas de lujo en vez de transformarlo en el epicentro cultural de la capital asturiana. No dejan de sorprender las constantes alusiones del edil ovetense a la Laboral gijonesa, cuando Oviedo posee una superficie -¡¡¡en pleno centro de la ciudad!!!- capaz de albergar salas de conciertos, teatros, auditorios, locales de ensayo, bibliotecas, centros de arte… ¿Por qué esta ceguera? ¿Qué intereses hay en convertir todo este privilegiado entorno histórico en otra zona de edificación (ahora que el ladrillo está en caída libre)? ¿Por qué no se pronuncia la empresa Hidrocantábrico ante este monumental desatino?
Parece claro, diáfano diría yo, que mientras no se pronuncien claramente sobre este asunto los responsables municipales, todo lo que concierne a la candidatura ovetense a la capitalidad cultural estará bajo sospecha. Salvo que sea una excusa para más Isabel Pantoja, Fartódromos y demás dislates.