Leí en una ocasión que una de las profesiones más burguesas e inmovilistas que había era la de crítico de rock. No puedo estar más en desacuerdo con esa frase. Es más, afirmaría que para ser un buen crítico de rock hay que ser muy inquieto y estar en un permanente reciclaje. Críticos de rock y críticos cinematográficos deben estar al tanto de las novedades pero sin perder de vista el pasado, el más reciente o aquel que se remonta al más lejano. No significa, pues, olvidarse de lo aprendido sino de no perder la perspectiva, algo sumamente difícil cuando el hoy empuja con nuevas sensaciones que deben examinarse desde un compendio de parámetros donde no pierda sentido el pasado ni éste anule a la actualidad.
Claro que, en esta poco valorada profesión, siempre nos encontramos con muchos bultos sospechosos. A algún lamentable ejemplar de esta especie le recuerdo por un consejo infame, propio de un individuo que, hace ya mucho tiempo, debería haber sido borrado de la circulación, pero que, cosas de la vida, se mantiene en su puesto y, desde hace unos pocos meses, vuelve a manchar los periódicos con muchas de sus afirmaciones que son sólo estupideces. Me dijo el tipo, cuando le expresé mi satisfacción por haber conseguido hacerme con una enciclopedia sobre la nueva ola y la música independiente, que un crítico no necesitaba para nada poseer este tipo de libros Lo peor de todo es que quienes deberían juzgar sus patochadas -propias precisamente de alguien que no se ha enterado de lo que se cuece en el mundo del rock desde principios de los 80- no saben nada, no saben absolutamente nada y creen sus palabras de autobombo, su verbo hinchado de afirmaciones rotundas, más propias de un locutor de radiofórmula que de un especialista en rock. ¿Cuál es la solución que el individuo en cuestión ha encontrado? Ocultar la práctica totalidad de las actividades de artistas que no encajen -que ya son multitud- negar la mayor, hablar de "música minoritaria" y sacar a la luz esos cuatro nombres que sabe cualquiera, hasta sus propios jefes. Si te pilla en medio, prepárate, porque el hombre sabe moverse entre bambalinas con una habilidad inversamente proporcional a sus conocimientos y a sus facultades como escritor. Porque, sí, escribir es lo que hace un crítico de rock, un crítico de cine, al margen de expresar sus opiniones, como bien se empeña en mostrar a quien quiera mi buen amigo Jesús Palacios. Por desgracia, no todos están a la altura, ni profesional ni personal de él. Por desgracia, estos individuos ocupan un inmerecido lugar que tapa la actividad de otros creadores, sólo porque ni han querido reciclarse ni les interesa ni les importa. Sólo su sillón, desde donde tratan de hacer todo el daño posible, ninguneando a aquellos que sí han tenido la inquietud y la profesionalidad de estar al día y aprender cada vez más del pasado. De, en definitiva, amar su trabajo y respetar a sus lectores.