DIEZ AÑOS (Y ALGO MÁS) DE LITERATURA EN ASTURIAS

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DIEZ AÑOS (Y ALGO MÁS) DE LITERATURA EN ASTURIAS

José Luis Piquero

En 1991, Álvaro Ruiz de la Peña y José Antonio Martínez editaron, a través del Servicio de Publicaciones del Principado de Asturias, la antología “Muestra de la narrativa en Asturias”, proyecto que continuaba un volumen similar dedicado a la poesía y aparecido dos años antes. Esta “Muestra”, que recogía obra de autores tanto en castellano como en asturiano, puso de manifiesto la existencia de un núcleo importante de creadores en activo, una feliz circunstancia inconcebible apenas una década antes. La selección, no obstante, era exhaustiva, e incluía no pocos nombres cuya dedicación a la literatura era y ha seguido siendo ocasional. El panorama actualmente se ha clarificado, consolidándose los más destacados autores de la “Muestra”, apareciendo otros y verificándose el indispensable relevo generacional. Paralelamente, se ha producido en la región un auge editorial importante (Trea, Nobel, KRK, Trabe, Llibros del Pexe, Ámbitu, Madú, Septem, Vtp…) que ha permitido dar a conocer nombres nuevos y desarrollar una auténtica dinámica cultural, en la que pueden enmarcarse iniciativas como la creación de la Asociación de Escritores de Asturias, el Gremio de Editores Asturianos y premios como el Xosefa Xovellanos, el Premio de la Crítica de Asturias, el Café Gijón y el Asturias de novela.
Centrándonos en primer lugar en la narrativa en lengua castellana, de aquella primera promoción de autores que recogía la “Muestra” han continuado una fértil carrera principalmente cinco: Carmen Gómez Ojea, Eduardo Alonso, Mariano Antolín Rato, José Avello y Jorge Ordaz (caso aparte sería el de Juan José Plans, que en los últimos años se ha centrado en labores periodísticas y de divulgación de la literatura fantástica). Gómez Ojea obtuvo un temprano reconocimiento con Cántiga de Agüero, novela que obtuvo el Premio Nadal en 1981. Posteriormente ha publicado Los perros de Hécate, Pentecostés o En la penumbra de Cuaresma, entre otros títulos. Una de sus dedicaciones principales ha sido la literatura juvenil (La luna del oeste, El diccionario de Carola…) y también ha publicado poesía y libros en asturiano. El dibujo de personajes femeninos y un estilo marcadamente lírico serían dos de los rasgos definitorios de su escritura.
La historia ha sido un marco habitual en la narrativa de Eduardo Alonso, con obras como El insomnio de una noche de invierno (Premio Azorín), Los jardines de Aranjuez y Palos de ciego, que continúa la peripecia del Lazarillo desde el punto de vista de otro personaje, su primer amo. Ha destacado también como autor de relatos cortos (Flor de Jacarandá o El retrato del Schifanoia) y como articulista de prensa.
Mariano Antolín Rato se dio a conocer en 1975 con Cuando 99 mil mach aprox, a la que siguieron obras como Campos unificados de conciencia, Abril blues y Botas de cuero español, rigurosos retratos del mundo contemporáneo. Su labor como traductor es ingente: Douglas Coupland, William Burroughs, Easton Ellis, Raymond Carver, Jack Kerouac…
José Avello fue finalista del Premio Nadal con su primera novela, La subversión de Beti García, y del Nacional de Literatura con la segunda, Los jugadores de billar, brillante recensión del malestar de una generación perdida en un marco asfixiante de provincia.
También Jorge Ordaz resultó finalista del Nadal con La perla del oriente. Entre sus títulos figuran Prima donna, Memorias de un bibliófago o Perdido edén. Erudición, aventura y exotismo se entremezclan en obras llenas de guiños al propio ejercicio literario.
La característica común entre estos cinco autores es haber publicado buena parte de su obra en grandes editoriales españolas (Anagrama, Destino, Alfaguara, Anaya…), con el reconocimiento y audiencia que ello conlleva, si bien no han estado ausentes del circuito editorial asturiano, caso de Jorge Ordaz o Carmen Gómez Ojea, algunos de cuyos libros han aparecido igualmente en KRK o Trabe. Por su suerte editorial, deben considerarse también escritores de ámbito nacional, y no sólo estrictamente asturianos, autores como Manuel García Rubio, Pepe Monteserín, Gonzalo Moure, Blanca Álvarez, Susana Pérez Alonso, Ignacio del Valle, Fulgencio Argüelles, Eugenia Rico, Paco Ignacio Taibo II o Rafael Reig. El primero, asturiano de adopción nacido en Montevideo, ha publicado casi todos sus libros en Lengua de Trapo: El efecto devastador de la melancolía, Green y Las fronteras invisibles son algunos de los títulos. Pepe Monteserín es uno de los narradores asturianos más prolíficos, con obras como Caballos de cartón o Azúcar, y también una firma habitual en las páginas de la prensa. Gonzalo Moure y Blanca Álvarez han alcanzado notoriedad como escritores de libros juveniles, aunque la segunda también ha publicado novelas para adultos, poesía o biografías. El síndrome de Mozart (Premio Gran Angular), de Moure, y La escuadra del portero, de Blanca Álvarez, serían algunos de sus libros referenciales. Fulgencio Argüelles alterna la escritura en castellano (Los clamores de la tierra, el excelente El palacio azul de los ingenieros belgas, Premio Café Gijón) con títulos en lengua asturiana (Seronda). La crítica y el público también se han puesto de lado de Rafael Reig, autor de dos novelas indispensables, Sangre a borbotones y Guapa de cara. En cuanto a Susana Pérez-Alonso, que se inició con la novela erótica Mandarina, ha ocupado la lista de los más vendidos con Nada te turbe. Otra narradora, Eugenia Rico, ha conseguido prestigio y relevancia con libros como La muerte blanca (Premio Azorín), La edad secreta (finalista del Premio Primavera) o el ensayo En el país de las vacas sin ojos. Paco Ignacio Taibo II es un autor de referencia en el campo de la novela negra: La vida misma, Cuatro manos, La bicicleta de Leonardo… Ignacio del Valle, finalmente, es uno de los nombres nuevos de la narrativa asturiana y uno de los más sobresalientes, en especial tras la publicación de Cómo el amor no transformó el mundo y El tiempo de los emperadores extraños, su más reciente novela.
A esta lista cabría añadir a Tino Pertierra, Pedro de Silva, Mariano Arias, Ángeles Caso, Diego Medrano y Javier Lasheras. Conocido por su labor periodística, Pertierra es autor de libros como Los seres heridos y ¿Acáso mentías cuando me dijiste que me amabas?, siendo el único nombre asturiano en la antología de relatos Páginas amarillas. Pedro de Silva, ex-presidente del Principado, articulista, poeta y narrador, ha publicado en Alfaguara Dona y Deva, y posteriormente Kurt, novela erótica que le valió el Premio La Sonrisa Vertical, y El tranvía, en la prestigiosa editorial Losada. También Mariano Arias colabora habitualmente en la prensa, así como en revistas especializadas. Entre sus libros cabe destacar El silencio de las palabras (finalista del Premio Nadal) e Il finimondo. Ángeles Caso es seguramente la escritora asturiana actual más conocida, gracias a su trabajo en prensa, radio y televisión y a la propia labor literaria, con novelas como El peso de las sombras (finalista d
el Premio Planeta) y biografías como las que dedicó a Verdi y a la emperatriz Elizabeth de Austria. Diego Medrano se ha dado a conocer recientemente con una novela de espíritu transgresor, El clítoris de Camille. En Algaida ha aparecido la hasta ahora única novela de otro asturiano de adopción, Javier Lasheras, que se estrena con la peripecia heteronímica de El amor inútil.
Todo repaso a la literatura asturiana habría de incluir también a dos autores de la generación de posguerra aún en activo: Víctor Alperi y Corín Tellado. El primero fue un nombre clave de la literatura de los cincuenta y sesenta y entre sus libros figuran Dentro del río y El rostro del escándalo, pudiendo considerarse además el albacea literario de otra gran figura de la narrativa asturiana y española: Dolores Medio. Corín Tellado es mundialmente famosa por sus novelas románticas, de las que ha publicado varios cientos, traducidas a docenas de idiomas. Finalmente, y pertenecientes a una promoción posterior, Gonzalo Suárez ha repartido su trabajo de creación entre el cine y la literatura (De cuerpo presente, Trece veces trece, Ciudadano Sade), mientras Fernando Morán, tras novelas como El profeta, de 1958, se ha dedicado en las décadas siguientes a la política y la literatura ensayística.
Pero acaso no sea la mejor o peor fortuna editorial el mejor baremo para establecer un canon de la narrativa asturiana. La consolidación en el Principado de una red de editoriales ha permitido, por un lado, que los autores asturianos publiquen aquí, pero con menor difusión y atención crítica que los que han probado suerte en colecciones de ámbito nacional. Ante la imposibilidad de competir en términos de distribución y capacidad de lanzamiento con Planeta, Anagrama o Alfaguara, las editoriales asturianas (como Trea o KRK) apuestan por catálogos exigentes y por nuevos valores. Es el caso de Pablo Rivero (La balada del pitbull, Últimos ejemplares) o Ricardo Menéndez Salmón, probablemente el más brillante de la generación última. Las novelas La filosofía en invierno, Panóptico y Los arrebatados, junto a los relatos de Los caballos azules, vienen a confirmar la valía de este autor cuya obra aún espera el reconocimiento del gran público.
Una de las notas características de la literatura asturiana actual es sin duda el bilingüismo. A los autores ya citados que han publicado libros en las dos lenguas del país habría que añadir al menos otros tres: Boni Pérez, Miguel Rojo y Martín López-Vega. Boni Pérez se estrena con los relatos en castellano de Algunos signos de los tiempos para pasarse posteriormente al asturiano con la novela-crónica, marcadamente expresionista, Aparecíos en México. Miguel Rojo, también poeta y autor de libros para niños, publica sucesivamente Tienes una tristura nos güeyos que me fai mal, Asina somos nós e Histories d’un seductor (uno de los mayores éxitos, por cierto, de la siempre minoritaria literatura en asturiano) pero su siguiente libro ya es en castellano, Historias del más acá. Otro poeta, Martín López-Vega, ha incurrido en la crónica viajera, el relato y la novela, con títulos como El sentimientu d’un occidental, Parte meteorolóxicu d’Arcadia y redolada, Crónicas portuguesas y El letargo.
Nombres y títulos indispensables son también los de Juanjo Barral (Londres, Reserva india), Braulio García Noriega (Vida del Gates), Manuel Herrero Montoto (Manding, Omara la trapecista), Fernando Fonseca (El mirlo y la boa, Palabras de cocaína), Gerardo Lombardero (Bobes, el estribo del diablo, El Marquesito), Miguel Barrero (Espejo), José Luis Mediavilla (Ceremonia en la catedral y otros encierros, Babel), Saúl Fernández (Maneras perdidas y otras historias), Francisco García Pérez (Crónicas del Bierzo), Moisés Mori (Estampas rusas), Marcelino Iglesias (La sombra de Larra, Destellos en la sombra), Miguel Rodríguez Muñoz (El guerrero del interfaz, Memoria de la lluvia), Pilar Sánchez Vicente (Comadres), Luis Arias Argüelles-Meres (Días de diarios, Último tren a Cuba) o Carmela Greciet, cuyo prometedor libro de relatos Descuentos y otros cuentos no ha tenido, por el momento, continuidad.
No han faltado, en este tiempo, las antologías. La más significativa, El centauro, coordinada por Saúl Fernández y que incluye relatos de Gonzalo Suárez, Jorge Ordaz, Carmen Gómez Ojea, Pedro de Silva, Pepe Monteserín, Francisco García Pérez, Boni Pérez o Tino Pertierra, entre otros. En el apartado de los premios, algunos de los que han contribuido a descubrir narradores nuevos, o a reconocer a algunos consagrados, son el Tigre Juan, el Premio de la Crítica de Asturias, el Premio Asturias Joven o el Voces del Chamamé.
En suma, un panorama amplio y complejo del que puede obtenerse al menos una conclusión: los escritores asturianos, publiquen dentro o fuera de esta comunidad, están haciéndose oir en la literatura española actual. La tierra de Palacio Valdés, Clarín y Pérez de Áyala sigue siendo fértil en escrituras.

El mismo país, dos idiomas
Para comprender la actual situación de la literatura en lengua asturiana es preciso referirse a cuestiones que pertenecen al ámbito sociolingüístico y hasta político. El asturiano, bable o astur-leonés (aunque los hablantes prefieren utilizar sólo el primer término) es una lengua romance derivada del latín de la que ya existen documentos escritos hacia el siglo X. Las manifestaciones literarias más antiguas que se conservan son, sin embargo, 700 años posteriores. Se trata de las obras de Antón de Marirreguera y Francisco Bernaldo de Quirós. Posteriormente, el mismo Jovellanos utilizará este idioma en algunas de sus cartas, siendo el impulsor de un proyecto fallido que no se materializará hasta el siglo XX: la creación de una Academia de la Llingua.
A pesar del esfuerzo de autores como Caveda y Nava, con sus traducciones al asturiano de clásicos latinos, y del surgimiento de varias generaciones sucesivas de escritores regionalistas, el bable llega al siglo XX como una lengua socialmente desprestigiada, alejada de cualquier uso institucional, relegada al ámbito familiar e identificada con la vida rural y las clases menos cultivadas. El franquismo la condena a vehículo de creaciones literarias de corte folclórico y costumbrista. Con la llegada de la democracia y el resurgimiento de los sentimientos identitarios regionales, el asturiano (y su variante del occidente, el gallego-asturiano o fala) no obtiene, como otras lenguas peninsulares, la declaración de oficialidad, siendo apenas reconocida en el Estatuto de Autonomía del Principado de Asturias como un elemento cultural merecedor de protección.
Sin embargo, desde 1974, gracias al colectivo Conceyu Bable, la llingua vive un momento de renacimiento cultural y literario. Una nueva generación de escritores abraza la causa del asturianismo con el objetivo de arrancar al idioma de su guarida folclórica y convertirlo en una lengua válida para la creación. “Resurdimientu” o “Surdimientu” son los nombres que recibe este movimiento que se extiende a diversos campos, desde la política hasta la música y la cultura tradicional, pasando, naturalmente, por la literatura
. Roberto González-Quevedo, Xosé Lluis García Arias, Xuan Xosé Sánchez Vicente o Manuel Asur son algunos de los nombres señeros de la primera promoción del Surdimientu, marcadamente militante y comprometida, a la que sucederá una segunda (Antón García, Xuan Bello, Berta Piñán, Miguel Rojo, Lourdes Álvarez…), cuyo compromiso con el lenguaje y la escritura ya es decididamente moderno y ajeno a gravámenes políticos.
Pocas ventas, escaso público lector y ausencia de una crítica independiente y rigurosa siguen siendo males endémicos de la literatura en asturiano, que sobrevive editorialmente gracias a las ayudas institucionales (aunque este rasgo lo comparten otras literaturas peninsulares, más sólidas pero igualmente dependientes de este tipo de apoyos). Apenas un puñado de autores (Xuan Bello, Pablo Antón Marín Estrada, Berta Piñán…) han sido traducidos al castellano pero su éxito no ha significado un toque de atención al conjunto de la creación en este idioma olvidado en el panorama de la España multilingüe.
En la vertiente positiva, hay que destacar el esfuerzo de esas pequeñas editoriales (Trabe, Ámbitu, Vtp, Llibros del Pexe, Editora del Norte), las cuales, junto a la Academia de la Llingua Asturiana y el propio Principado de Asturias, son responsables del 90 por ciento de la producción editorial anual en bable. También Madú, KRK y Trea, cuya actividad se centra en el castellano, han incrementado en los últimos años su catálogo de publicaciones en la lengua vernácula. Así mismo, existen varias revistas dedicadas a la creación literaria (la mayoría, editadas por la Academia de la Llingua, como “Lliteratura” o “Lletres Asturianes”) y un periódico de información general que también destina a temas culturales buena parte de su espacio: el semanario “Les Noticies”, la única cabecera de la prensa asturiana escrita íntegramente en nuestro idioma.
A título de ejemplo del volumen de producción literaria en asturiano, en 2005 se publicaron 121 libros. De ellos, 46 fueron de creación (poesía, narrativa o teatro), a los que hay que añadir otros 22 de literatura infantil y juvenil. Hubo 8 traducciones al asturiano de libros en distintos idiomas y 16 obras de ensayo. El resto de referencias se reparten entre otros géneros y temáticas (materiales didácticos, cómic, etc.).
En cuanto a los autores concretos, y comenzando por los narradores pertenecientes a la primera oleada del Surdimiento, hay que nombrar al menos a seis: Xuan Xosé Sánchez Vicente, Xosé Lluis García Arias, Vicente García Oliva, Roberto González-Quevedo, Carlos Rubiera y Miguel Solís Santos. Sánchez Vicente, autor además de una amplia obra poética y ensayística (que ha compaginado con su dedicación a la política), ha publicado novelas y relatos con títulos como La muerte amiya de nueche (Premio Xosefa Xovellanos) o Cuentos de llingua afilada. Xosé Lluis García Arias, primer presidente de la Academia de la Llingua, reunió recientemente sus cuentos, dispersos en periódicos y revistas, en el volumen La prieta dama, un caso parecido al de Roberto González-Quevedo, que hizo lo propio en Pul sendeiru la nueite. Vicente García Oliva es autor de L’aire de les castañes y El Norte, además de una ingente obra dentro de la literatura infantil y juvenil. Ñublu de mar y de distancia y Cuentos de bona oreya son algunos de los títulos de Carlos Rubiera, conocido además como músico y cantautor. Miguel Solís Santos publicó en 1982 la que puede considerarse la primera novela contemporánea en asturiano, Les llamuergues doraes, que ha tenido continuación en libros como El trunfu prietu.
Estos y otros autores despejaron el camino a una segunda promoción de narradores y poetas (la mayor parte de ellos frecuentan ambos géneros) cuyo representante más significativo será sin duda Xuan Bello. Hestoria universal de Paniceiros y su continuación natural, Los cuarteles de la memoria, han sido traducidos al castellano (en la editorial Mondadori) con gran éxito de crítica y lectores. En ellos recrea un espacio referencial, mitad real, mitad mítico: la aldea de Paniceiros, que se convierte en metáfora del mundo y seña de identidad vital y literaria. También hay que mencionar Pantasmes, mundos, llaberintos y La memoria del mundu, junto con traducciones, diarios, ensayos y poesía, todos indispensables. La infancia, las relaciones personales y los aranceles del tiempo son los pilares de la obra de Pablo Antón Marín Estrada, autor de Xente d’esti mundu y del otru, Una lluz que naide nun mata y La ciudá encarnada. Como Bello, dio el salto al ámbito nacional con la publicación de El amor de La Habana. Berta Piñán ha consagrado su labor a la poesía pero es obligatorio mencionar su excelente libro de relatos La tierra entero (traducido al castellano como Toda la tierra), en el que certifica la extinción de una forma de vida y una cultura, encarnadas en el abandono del campo asturiano, una temática, por cierto, muy presente en muchos de nuestros escritores. Es el caso de Alfonso Velázquez y su, por ahora, único libro, L’arume l’escaezu. Miguel Rojo, de quien ya hemos hablado, también se ocupa en sus relatos y novelas del mundo rural pero su obra más característica sobrevuela ambientes urbanos y conflictos contemporanéos, en una escritura con tintes fantásticos, salpicada de ironía. Su libro más conocido es Histories d’un seductor, que también ha sido traducido. Xandru Fernández toca registros muy diversos: la guerra carlista en Los homes de bronce, la crisis industrial de la Cuenca minera (y su correlato moral) en Les ruines, los arcanos de la vida cotidiana en El suañu de los páxaros de sable… Brillante y prolífico, ha publicado también El club de los inocentes, Tráfico de cuerpos y Del llaberintu al trenta. Igualmente versátil resulta Milio Rodríguez Cueto. Poeta, narrador, ensayista, columnista de prensa, traductor, editor… La novela Románticu y los relatos de Aventures certifican el talento de un escritor que ha tenido fortuna también con sus libros en castellano para jóvenes: Mimí al volante (Premio Edebé) y Laura contra el tiempo. En Xulio Viejo (La llende del incondicional perfeutu, Les falcatrúes del demoniu, Los araxales de la vida) conviven el narrador iconoclasta y gamberro con el profesor y riguroso lingüista, mientras que en Xilberto Llano (De Corinto de Grecia, Sencia) destacan la voluntad de estilo y el impecable trazo de personajes y atmósferas. Antón García es otro “todo-terreno”: la edición, la traducción, el ensayo y la poesía son algunas de sus dedicaciones. Como narrador, además de El viaje, ha publicado una de las novelas señeras del Resurdimientu: Díes de muncho (Días de mucho en su versión castellana), una despiadada visión de la aldea asturiana que destruye todos los tópicos sentimentales y amables consagrados en la poesía costumbrista.
Aunque entre los autores más sobresalientes de la literatura asturiana siempre han figurado varias mujeres, la primera novela moderna escrita por una mujer se hizo esperar hasta el 2001. Ese año, la hasta entonces poeta Esther Prieto obt
uvo el premio Xosefa Xovellanos con Güelu Ismail, una excelente novela que recorre la historia del pueblo palestino a lo largo del siglo XX. Otras dos escritoras apenas han empezado a dar pasos en la narrativa, pero pasos muy prometedores: Maite G. Iglesias (Fonte de xabú), cuya dedicación principal son los libros para niños, y Consuelo Vega, autora de varios ensayos feministas y de un puñado de relatos hasta ahora inéditos en volumen.
También con un único libro tenemos a Santi Fernández Ochoa, que retrató el mundo de la marginalidad y las drogas en Los párpagos de Buda (Premio Trabe); a Xosé Nel Caldevilla, con la impresionante novela coral La Llosa; y a Sixto Cortina, cuyos relatos (El sitiu de Numancia) mezclan elementos fantásticos con la realidad cotidiana. El erotismo y el humor están presentes en la obra de Humberto González (Anatomíes de la mañana, Histories escabroses); la política y la historia reciente, en la de Nel Amaro (¡¡¡Falanxista!!!, Entós, cuando ñevaba). Xabiero Cayarga (El boleru de Xabel, Güelgues sobre’l llagu) pasa revista a las relaciones amorosas en una narrativa de corte realista, que alterna el trazo grueso con una contenida sentimentalidad. Entre los más jóvenes figura Ramón Lluís Bande, periodista y cineasta, representante de una suerte de minimalismo posmoderno en obras como Verdá o consecuencia y De la vida de les piedres, sin olvidar al prolífico Pablo Rodríguez Medina (Les vueltes, toles vueltes, Martema, L’arna de San Atanás), defensor de una literatura comprometida. Heterodoxia y radicalidad son términos que se ajustan perfectamente a la obra de Adolfo Camilo Díaz, narrador, dramaturgo, músico y gestor cultural, que bucea en los abismos de la condición humana en libros como Diariu de viaxe o El vientre del círculu. También inclasificable resulta el escritor y musicólogo Ismael María González Arias (El cuartu negociu, La boda del añu), que cultiva la novela de trasfondo político, con presencia del humor y el esperpento.
La lista estaría incompleta sin citar a Quique Faes (Malena, fecha de sol y de fresa, L’agobiante imperfección de les coses), Xosé Nel Riesgo (El cai nunca duerme, Parque temáticu), Vital d’Andrés (Dharmat), Alberto Cobreros Gil (Escritos del papel rosa, Abocaos), Xosé Ramón Martín Ardines (1, 2, 3, 4, 5 y 6 hestories d’amor y nueche, Siete identidaes), Xandru Martino Ruf (De Ceuta a Sarayevo), Xulio Vixil (Silvia la Negra), Rubén Arias (Aire de Cuaresma), Xavier Frías Conde (El nome de la cosa), Xosé María Vega (La Deva, Un sieglu de nós), Xulio Arbesú (Potestas, Un raposu en Tresmonte), Joaquín Fernández García (Siete vides), Naciu Varillas (Carretera ensin barru), Xurde Álvarez (No fondero de l’alcordanza de Dios), Carme Martínez Pérez (Vía d’escape), José Horacio Serrano (Como tu quieras), Tante Blanco (Hestories piquiñines), Xosé María Rodríguez (Tiempos de nublina), Luis Salas Riaño (A teyavana) o los ya mencionados autores bilingües Boni Pérez y Martín López-Vega.
La literatura infantil y juvenil necesita un espacio aparte. El auge del género en lengua asturiana ha sido espectacular en los últimos años, pasando de los dos o tres títulos en 1998 a los 28 de 2003, una media que se ha mantenido los años siguientes y que aumenta si incluimos en el cómputo las traducciones de textos de otras lenguas. Casi todos los autores, más o menos ocasionalmente, han hecho alguna incursión en este campo: Miguel Rojo, Berta Piñán, Pablo Antón Marín Estrada, Antón García, Milio R. Cueto, Xulio Arbesú, Alberto Cobreros, Adolfo Camilo Díaz, Joaquín Fernández, Xavier Frías Conde, Xosé Lluis García Arias, Concha Prieto, Xuan Xosé Sánchez Vicente, Roberto González-Quevedo, Xosé Ramón Martín Ardines, Xilberto Llano, Ramón Lluís Bande… Pero algunos se han dedicado casi exclusivamente a él. Es el caso de Vicente García Oliva, Xulio Berros, Mari Luz Álvarez Pontón, Miguel R. Fernández, Enrique Carballeira, Xosé Lluis Rodríguez Alberdi, Severino Antuña, Ana Fernández Marqués, Montse Garnacho (también una notable periodista), Urbano Rodríguez, Nel Ricardo Álvarez Morán, Xicu Monteserín, Mariano Suárez… El peso de la escolarización (el asturiano está presente, como asignatura optativa, en todos los ciclos educativos de primaria y secundaria) sería sólo uno de los factores que explican este fenómeno, similar en otras lenguas y otras literaturas del Estado.
La lengua asturiana tiene una historia de 1.000 años pero es en los últimos treinta cuando ha entrado de lleno en la modernidad, con la voluntad y el esfuerzo de muchos hablantes y una mayoritaria (según todas las encuestas) aceptación social. No obstante, sólo su reconocimiento oficial puede salvar este idioma minorizado y tantas veces despreciado. Organismos internacionales como la UNESCO o la Asociación Internacional para la Defensa de las Lenguas y Culturas Amenazadas han advertido del peligro de desaparición de uno de los rasgos más nítidamente propios de Asturias. Mientras tanto, los escritores, como siempre han hecho, siguen demostrando que toda lengua pude ser un vehículo para el conocimiento, el goce y el deslumbramiento. Asturias es bilingüe y ojalá siga siéndolo.

ALGUNAS REFERENCIAS

-ARGÜELLES, Fulgencio: El palacio azul de los ingenieros belgas. El Acantilado, Barcelona, 2003.
-AVELLO, José: Jugadores de billar. Alfaguara, Madrid, 2001.
-BELLO, Xuan: Pantasmes, mundos, llaberintos. Vtp, Gijón, 1996.
-CASO, Ángeles: Un largo silencio. Planeta, Barcelona, 2006.
-CAYARGA, Xabiero: Güelgues sobre’l llagu. Editora del Norte, Mieres, 1996.
-DE SILVA, Pedro: El tranvía. Losada, Oviedo, 2006.
-DEL VALLE, Ignacio: El tiempo de los emperadores extraños. Alfaguara, Madrid, 2006.
-DÍAZ, Adolfo Camilo: In articulo mortis. Madú, Siero, 2005.
-FERNÁNDEZ, Xandru: Tráficu de cuerpos. Azucel, Avilés, 1990.
-GARCÍA, Antón: Díes de muncho. Principado de Asturias, Oviedo, 1998.
-GARCÍA RUBIO, Manuel: Las fronteras invisibles. Lengua de Trapo, Madrid, 2005.
-GÓMEZ OJEA, Carmen: Cantiga de agüero. Destino, Barcelona, 1982.
-GONZÁLEZ-ARIAS, Ismael María: El tiempu de Manolo. Ámbitu, Oviedo, 2004.
-GONZÁLEZ-QUEVEDO, Roberto: Pel sendeiru la nueite. Ámbitu, Oviedo, 2002.
-HERRERO MONTOTO, Manuel: Omara la trapecista. Septem, Oviedo, 2001.
-MARÍN ESTRADA, Pablo Antón: Esa lluz que naide nun mata. Trabe, Oviedo, 1994.
-MENÉNDEZ SALMÓN, Ricardo: Panóptico. KRK, Oviedo, 2001.
-ORDAZ, Jorge: La perla del Oriente. Destino, Barcelona, 1998.
-PERTIERRA, Tino: Los seres heridos. Nobel, Oviedo, 1996.
-PIÑÁN, Berta: La tierra entero. Trabe, Oviedo, 1996.
-PRIETO, Esther: Güelu Ismail. Principado de Asturias, Oviedo, 2001.
-REIG, Rafael: Sangre a borbotones. Lengua de Trapo, Madrid, 2002.
-RICO, Eugenia: Los amantes tristes. Planeta, Barcelona, 2000.
-RIVERO, Pablo: La balada del pitbull. Trea, Gijón, 2002.
-RODRÍGUEZ CUET
O, Milio: Románticu. Llibros del Pexe, Gijón, 1992.
-ROJO, Miguel: Histories d’un seductor (Memories d’un babayu). Trabe, Oviedo, 1993.
-SUÁREZ, Gonzalo: Ciudadano Sade. Plaza y Janés, Barcelona, 1999.

 

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