Los mundos contrarios de Aldous Huxley
Recordaba la novela Un mundo feliz publicada en 1931, como un clásico de la literatura de ciencia ficción, una fábula donde la manipulación de masas, el control mediático, la deshumanización y toda una serie de características de nuestra actual cultura occidental, inquietantemente se iban materializando en realidad.
No fue hasta mediados de noviembre pasado, ya estallada la alarma en Internet —Prohiben la novela Un mundo feliz en una escuela de Estados Unidos—, cuando de nuevo entro en contacto con la sombría metáfora futurista. Debo admitir que años atrás «El macizo edificio gris de sólo treinta y cuatro plantas» —así empieza la novela— poco a poco se había derrumbado entre mis manos. Tal vez puse expectativas demasiado altas al comienzo de la lectura pero, quien les escribe rechazó la historia por su injustificada falta de cordura en el desenlace. Sin embargo, Aldous Huxley ese hombre adelantado a su tiempo, anarquista inglés, filósofo y místico, considerado un líder del pensamiento moderno, fue el primero en admitir, con su extenso prólogo añadido en 1946, algunas magistrales reflexiones a este respecto.
Con Un mundo feliz he comprendido que nada malo puede sucederle al libro bueno. Si éste es obligado a salir de las aulas o las bibliotecas, entrará fugaz en los hogares de una Utopía compuesta de individuos que cooperan libremente, consagrados al logro de la cordura.
Nieves Viesca es escritora.