La literatura, desde su más temprano amanecer con el gran poeta griego ya aludido, no ha dejado nunca de enseñarnos el valor incalculable de una mortalidad sin esperanza, de una vida que puede alcanzar tales cotas de hermosura que hace que el mundo de los dioses pierda todo atractivo, de una piedad que no debe descuidarse nunca -ni en las más duras condiciones-, de la posibilidad de que en el mayor de los horrores podamos crecernos y actuar con la máxima nobleza, del amor como algo que puede desbancar, incluso, al unamuniano ansia de inmortalidad (inmortalidad en carne y hueso), de la vergüenza como eje articulador de una vida buena y del respeto que debemos a todo aquel que padece o debe perder. Amar la literatura, conocerla, estudiarla, ejercerla, supone amarnos, conocernos, estudiarnos y ejercitarnos a nosotros mismos, poniéndonos por encima de los mismísimos dioses. Nunca podremos agradecer lo bastante que haya instituciones, como esta Asociación, que fomenten este hermoso acercamiento a la vida. Quisiera expresar mi más sincero agradecimiento, por último, en el aniversario de esta revista en la que me siento como en casa, a sus principales responsables: Javier Lasheras y José Havel. Por su paciencia infinita, por su dedicación, por dejarnos los textos y artículos tan preciosos, por llevar a cabo una revista en la que podemos decir lo que pensamos sin someternos a dictaduras como las de los gremios o lo políticamente correcto, por su buen hacer y mejor escribir, y, sobre todo, por trabajar tantísimo para que todos podamos cada día ver nuestras palabras difundirse a través de la red. Concluyendo, gracias, muchísimas, a toda la Asociación por aunar esfuerzos en la promoción de la literatura, esa maravilla en la que los valores y las Ideas se hacen carne, aunque sea ficticia.
Violeta Varela
Foto: de la autora.