Bajo el hechizo hipnótico del maestro: Homenaje a Enrique Morente, de Los Evangelistas. Por Manolo D. Abad. 19/12/2012.

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 Bajo el hechizo hipnótico del maestro

Homenaje a Enrique Morente, de Los Evangelistas

Por Manolo D. Abad
 
 
 
Los Evangelistas 
Homenaje a Enrique Morente
El Ejército Rojo- Sony, 2012
 
J (voz, guitarra, teclados), Antonio Arias (voz, bajo, teclados), Florent Muñoz (guitarra), Eric Jiménez (batería y percusión). 
 
Como si de un Cid Campeador de la creación se tratara, Enrique Morente sigue venciendo en la batalla que tantas veces ganó: la de superar fronteras estilísticas y aunarlas bajo el sentimiento más puro y desgarrado. Los Evangelistas es el monumento soñado en clave de rock hipnótico, psicodélico, que han tejido unos discípulos aventajados que hoy encarnan la antorcha del gran maestro granadino para rendirle algo más que un merecido homenaje. Iluminados por el vértigo de las emociones, saliéndose del eje conservador de lo convencional y abriéndose a esquemas sonoros fuera de lo común (por más que mencionemos nombres como Spacemen 3, Galaxie 500, Spiritualized o My Bloody Valentine con cierta ligereza, sus enseñanzas siguen abriendo un amplio, inhóspito campo de cultivo), Los Evangelistas han conseguido dibujar el mundo de Enrique Morente desde una perspectiva propia. Todo eso no se hubiera podido lograr sin un concienzudo trabajo en las bases rítmicas, con la hondura de los pasos de la Semana Santa, que permiten a Eric Jiménez mostrar su maestría como baterista capaz de un despliegue superior al del horno con el que atiza Lagartija Nick o la aplastante dinámica que exige el ruidismo melódico de Los Planetas. Las aportaciones flamencas inciden en arrebatar las emociones, bien con la espeluznante voz de Carmen Linares en “Delante de mi madre”, bien con los tonos marca de la casa vía Soleá Morente en “Yo poeta decadente” y la sensacional “La estrella”, donde consigue poner la carne de gallina como lo hiciera el maestro homenajeado y, a la sazón, su padre.
El culto al riesgo acaba otorgando unos frutos que, tras la erosión de las múltiples escuchas, va ganando en matices y engrandeciéndose, tal como ocurrió en la capital “Omega”, con la que sería un error compararla, aunque los méritos –el tiempo dictará sentencia- pensamos que van a equipararse.
En definitiva, una obra destinada a perdurar en el tiempo y a marcar un lugar destacado en el rock que trata de escapar de reglas y convenciones. Honesto, singular, brillante homenaje al legado del maestro Enrique Morente, a su valentía y a su espíritu transgresor y de creativa integración de culturas diversas pero marcadas por el hálito de lo humano. 

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