Humo
25.02.2013 | 02:00
Pepe Monteserín De José Marcelino García leo «El humo de los barcos», hermosos artículos de la mar de Candás; clásicos, no antiguos; barrocos, pero limpios; eruditos, no aburridos; tiernos y nunca cursis. Habla del pescao de los boteros y, a mayores, me cuenta que lo traían a Oviedo las mujeres de la paxa, andando toda la noche por el camino real, por Guimarán, el Valle…, y que por la mañana reblincaba entre felecho en el Fontán. Sale Emilia, la Coxa, que vendía marañueles junto al Arco de las madreñas… Filosofa Marce y habla de la felicidad; dice que la conocemos por oscuras referencias interiores, que no puede estar en el futuro porque la tomamos del recuerdo: la casa de la infancia, el aroma de la mar… Y exclama: «¡Ay, el humo de los barcos!». Cantaba un juglar en Foncalada: «Todo huye: con las aguas, las horas; con las horas, la felicidad; con la felicidad, la vida».