Erich Marie Remarque: un humanista romántico, por Alejandro Cuesta. 15/04/2010

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Entre los grandes autores alemanes del siglo XX, puede incluirse la figura de Erich Paul Kramer, más conocido por el seudónimo de Erich Marie Remarque, aquel agudo observador de los horrores de la guerra y otras lacras humanas. Su gran perfil estilístico, queda a menudo eclipsado por otros creadores más ruidosos, que copan – no sin derecho – la literatura alemana de este siglo. A casi todo el mundo lector le suena mucho más por ejemplo, el siempre fiel a sus convicciones y malogrado, Stephan Zweig; el dubitativo y avanzado, Hermann Hesse; un atormentado y casi visionario, Franz Kafka; el didáctico e insustituible dramaturgo que llegó a ser Bertolt Brecht …, sin olvidarse del monumental Thomas Mann, considerando aparte otras luminarias algo menores, que llegan hasta nuestros días: Heinrich Böll, Peter Weiss, Friedrich Dürrenmatt, Gúnther Grass, etcétera. 
 
Pero nada más que a unos pocos, se les ha ocurrido guardar en su cabeza un pequeño lugar estético para Erich Marie Remarque, hoy en día injustamente olvidado, con lo que esto pueda llevar de desconsuelo al campo de la creación; y lo que es más grave, en absoluto recuperado por las más diversas compilaciones literarias.
 
SU TRAYECTORIA PACIFISTA
 
Al cumplirse en el año presente los cuarenta desde la muerte de este importante escritor, hemos querido traerlo hoy en el recuerdo a estas páginas, centrándonos en los puntos más relevantes de su carrera literaria, sin obviar la destacable dimensión de su faceta cinematográfica.
 
Erich Marie Remarque, nació en la localidad alemana de Osnabrück en 1898, por lo que hace ya doce años que se ha cumplido su centenario. Pertenecía a esa generación, que en plena adolescencia, tuvo que trocar sus estudios e ilusiones juveniles por el áspero clamor de la guerra, ya que con diecisiete años se alistó en una contienda de incierto final, a la que desde todas las instancias bautizaron como Gran Guerra, y en los manuales de Historia, figura como la Primera Guerra Mundial. Este duro acontecimiento marcará a fuego la existencia de numerosos jóvenes, que en la defensa de unos valores que se consideran eternos e inmutables a esa edad, quedarán destrozados para un futuro, con los ideales rotos ante un mundo que no muestra su rostro mejor, con respecto a lo anterior conocido. Será el drama con el que tendrán que convivir en lo sucesivo, y adoptarán las vías del escepticismo o la casi desaparición como seres humanos, en un intento de dar una respuesta plausible a todo el horror observado.
 
Ahondando un poco más en los orígenes de Remarque, advertimos que descendía de una familia francesa que emigró a Alemania en el siglo XIX, afincándose en la amplia zona del Rhin, aunque ignoramos las causas que motivaron tal emigración.
 
Sin novedad en el frente 1En lo referente a su trayectoria artística, podemos argumentar que existe toda una corriente antibelicista trasplantada a la novela, que se genera principalmente a partir de la Guerra Franco-prusiana y se continúa con la Primera Guerra Mundial; y a los nombres ya conocidos de Bertha Von Suttner, con su escalofriante  Abajo a las armas (1889), o Henri Barbusse, autor de El fuego (1916), podemos añadir el de Remarque, que con la publicación de Sin novedad en el frente (1928), adaptada al cine con gran éxito en 1930, por Lewis Milestone, que obtiene dos oscars, consigue hacerse un nombre al irrumpir en la fama literaria, pero al mismo tiempo se convertirá en un ser molesto, por su constante detección de las llagas humanas. No debemos de olvidar que en este momento, Alemania alcanzará su mayor distorsión como país y como realidad, con el desarrollo y posterior toma del poder por parte del Nacionalsocialismo. Serán tiempos muy convulsos, y a los escritores e intelectuales más conscientes, sólo les quedará el paladeo amargo del exilio.
 
LAS OTRAS NOVELAS
 
En líneas generales, la producción novelística de Remarque, se centrará preferentemente en el tema de la guerra y sus secuelas. Los personajes que cincela de manera irrepetible, compondrán seres zarandeados por la excesiva ambición económica de los poderosos, que en definitiva son los que provocan los conflictos armados; y también serán los sin hogar, los que huyen de frontera en frontera, como seres desplazados y presa de las mayores miserias. Nuestro autor también analizará los frentes de batalla, la vida en la retaguardia, las masas ingentes en busca de trabajo, el problema judío, la inflacción alemana…
 
Dos novelas suyas impresionan sobre todas las demás. En Naúfragos (1941) que planteará con toda crudeza la problemática de aquellos que no encuentran ninguna salida, y se verán impelidos a perder sus señas de identidad. Parece muy significativo en la narración, la obligatoriedad de poseer un permiso de residencia para obtener un trabajo, pero al mismo tiempo también se hará imprescindible estar trabajando para conseguir la residencia. Esto se convertirá en una auténtica ratonera, y los personajes de la trama deberán de resignarse a habitar este círculo vicioso. A través de El obelisco negro (1957), podemos reconstruir por medio de lo que nos cuentan los vendedores de panteones y otras lindezas sepulcrales, protagonistas, lo que significó la brutal inflacción alemana, que se produjo una vez finalizada la Gran Guerra. Nada tenía valor por aquel tiempo; o mejor dicho, la subida de los precios se efectuaba de minuto en minuto – alcanzando las más altas cotas – y con el dinero necesario para comprarse una corbata – unos cinco mil marcos aproximadamente – en un corto período de tiempo, sólo se conseguía adquirir una botella de vino de muy mala calidad. Otros ejemplos, serían el precio del billete para subir al tranvía, o la continuada petición de aumento de sueldo por parte de los socios de la Empresa Funeraria, que necesitaban para hacer frente al constante incremento del coste de la vida. El obelisco negro, se erige en un cuadro estremecedor sobre la miseria y egoísmo humanos, captado a la perfección por la pupila indagadora de Remarque.

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REMARQUE Y EL CINE
 
Otro capítulo importante en la biografía del novelista, fue su permanencia en Hollywood durante varios años; meca dorada del cine, que desde sus primeros tiempos atrajo a escritores e intelectuales de las más variadas actitudes y procedencias, saldándose su participación -en la mayoría de las ocasiones- con sonados fracasos. Por allí pasaron autores como Marcel Pagnol, Bertolt Brecht y otros ilustres europeos, que poco o casi nada aportaron al acervo de esta endiablada industria. Del lado norteamericano, celebrados talentos entre los que se encontraban William Faulkner o Francis Scott Fitzgerald, por citar las figuras más llamativas, abominaron de haber intervenido en guiones concretos, que en ningún sentido acrecentaron su bien ganada fama en las letras. De aquí se deduce que desde los inicios, salvo en muy honrosas excepciones, se estableció una especie de divorcio entre lo que demandaba el cine, por medio de su específico lenguaje, y lo que era capaz de aportar a sus necesidades la Literatura.
 
 John Gavin, Liselotte Pulver, Douglas Sirk dans En el caso de Remarque, alguna de sus principales obras fueron llevadas a la pantalla, con mejor o peor fortuna, aunque ignoramos su grado de participación en los guiones ( siendo esto posiblemente la base para otro estudio ) Desde su lejana y exitosa Sin novedad en el frente  (1930), ya mencionada, a cargo del irregular Lewis Milestone, que para muchos se ha convertido en un filme casi de culto, dentro del género bélico, la industria cinematográfica norteamericana se ha nutrido con regularidad de novelas suyas, tales como Tres camaradas (1938), de Frank Borzage, Arco de triunfo (1948), también de Lewis Milestone, Tiempo de amar, tiempo de morir (1957), de Douglas Sirk, en donde Remarque incluso interpreta el papel del Profesor Pohlman, y la más reciente de todas ellas hasta ahora, Un instante, una vida ( Bobby Deerfield, 1977), de Sidney Pollack, interpretación libre de una de sus últimas narraciones El cielo nada sabe de protegidos (1961)
 
Asimismo, Remarque contrajo matrimonio en 1959 con la actriz estadounidense Paulette Goddard, una de las musas de Charles Chaplin, con la que este había estado casado durante un breve tiempo, haciéndolo más tarde el excelente actor Burgess Meredith, y que acabó con un estrepitoso fracaso. 
 
SUS OBRAS MENORES
 
Así pues, resta argumentar sin riesgo a error, que Erich Marie Remarque, representa la figura de una especie de cronista del tiempo que le tocó vivir, y por todo ello nos merece la más alta consideración, aunque sus novelas no gocen actualmente de una amplia clientela. Sus personajes han surgido a menudo del hambre, de las persecuciones, no tienen futuro, y Remarque, joven conmocionado por aquel irreductible chispazo de la más dura de las confrontaciones bélicas, es muy probable que no haya podido superar una posteridad provista de una óptima y tecnificada sabiduría para matar.
 
El sentido de la vida del escritor, nos ha dado por otra parte muchas de las claves de su tipo de creación. La misma se halla con frecuencia inmersa en los continuos vagabundajes que describe en sus narraciones. Al implantarse el régimen Nazi, se exilió primero a Suiza y posteriormente a los Estados Unidos ( en un cierto paralelismo con otro escritor disidente, como era Thomas Mann ) volviendo al final de su existencia de nuevo a Suiza, donde fallecerá en Locarno en 1970.
 
Para finalizar, podemos establecer otra escala de valores diferente, con respecto a sus posteriores novelas, a las que la crítica achaca de falta de garra y continuada reiteración. Arco de triunfo (1948), La chispa de la vida  (1952), Tiempo de amar, tiempo de morir (1955),  El cielo nada sabe de protegidos Una noche larga, ambas de 1962, pertenecen ya a un período de decadencia. Algunos de sus incondicionales lectores, también hemos advertido el cambio, y parece trocarse en decepción relativa, lo que algún día uno de los más grandes escritores pacifistas de su tiempo, dejó cincelado con su ya inmortal: Sin novedad en el frente occidental, como reza la traducción literal de su verdadero título. 

 

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