Alfredo González es un músico intuitivo que se abrió camino con discos como el formidable La nada y tú, donde musicaba con pasmosa naturalidad a diversos poetas en asturiano. Pablo Texón es un poeta de raza que ha abrigado estupendos libros de poesía renovadores del verso, como Toles siendes o La culpa y la lluz. Ambos tienen personalidades comunes que entrecruzan el verso y la música, y juntos han facturado el excelente Dobleces, disco con diez temas en castellano y diez en asturiano, de los que Texón ha tejido nueve letras en nuestra llingua para la voz de González: un disco que testimonia la unión de dos artistas reveladores e incipientes.
Alfredo González reconoce los lazos establecidos en “el gusto por ciertas canciones, libros, maneras de actuar… Pero sobre todo un modo de entender la vida. Es una de las personas a las que más quiero y admiro. Con muy pocos más podría escribir canciones a medias; alguien que comprende, como yo, que el tiempo que dormimos es tiempo de menos. Tenemos en común las ganas de gritar”. Pablo Texón afirma que “más allá de las afinidades culturales, que son muchas, pero no tantas, tenemos una concomitancia de espíritu, una manera similar de afrontar la vida. Realmente hay algo profundo que nos une; algo que va más allá de gustos o imposturas”.
La doblez literaria de Alfredo González se basa “en una declaración de Manu Chao “Lo realmente difícil es ser sencillo cuando se tiene la capacidad de ser complejo”. Esa es la literatura que más leo —aunque no le hago ascos a casi nada—, la que dice mucho sin demasiadas frases; no me gustan las novelas donde el primer punto llega tras quince comas. El Manuel Rivas de Qué me quieres, amor, el Pablo Texón de Singularidá, el Epitafio de Primavera de Víctor G. Méndez, los Animales interiores de Sofía Castañón, Las historias de Marta y Fernando de Gustavo Martín Garzo, las ilusiones de Paul Auster, Nick Hornby analizando canciones, todo Miguel Rojo, Les ruines de Xandru Fernández —probablemente la obra cumbre de la literatura contemporánea asturiana—, el Tokio de Ray Loriga… Y podríamos seguir horas. No concibo la vida sin la literatura. Tienen que contármela otros para que me la crea”.
La doblez musical de Pablo Texón se manifiesta en que “a lo largo de mi vida me ha apasionado una larga lista de palos musicales. De cada una de esas obsesiones, rescatar dos o tres artistas imprescindibles que son los que se citan en las entrevistas: Bob Dylan, Leonard Cohen, David Bowie, Sonic Youth, Charlie Parker, Miles Davis, Camarón, Kornog… De los asturianos, Los Locos, Ilegales, Manta Ray y Llan de Cubel. De los actuales, Fasenuova.”
Dobleces tiene una parte intimista y otra nada introspectiva, como afirma Alfredo González, porque “creo que es un crisol de los estados de ánimo de cualquier ser humano. Un día te levantas taciturno y al día siguiente suena Marvin Gaye en la radio y quieres darle un beso a la vecina. Supongo que intentábamos darle ese cariz, que no fuera demasiado gris ni demasiado nebuloso. Yo siempre tiendo un poco a los tonos menores, pero trabajar con Pablo me ha servido para encontrar en mí mismo canciones que no creí que pudiera llegar a escribir”. Pablo Texón viene de escribir dos libros en prosa, un género que comenzó con “Catedral, donde recogía relatos, pero también un anticipo al estilo ensayístico de mis dos últimos libros. Me refiero a un cuaderno de viajes sobre la ciudad de Buenos Aires. Singularidá, por su parte, ofrece un conjunto de textos breves con el pulso de la prosa poética y con la intención de explicar el mundo pequeño y humilde que me rodea. En L’alma robada lo que hago es trabajar con material ajeno y comento fotografías de Mario Rojas y Pablo Lorenzana. Estos dos libros tienen en común una relación incierta con la ficción”.
A Pablo Texón le encantaría ser músico en vez de poeta, ya que “de niño toqué la guitarra, luego aporreé una batería y acabé tocando el bajo. Pero no tengo talento musical. Lo único que hago bien con la música es escucharla”. Alfredo González confirma que “el día que alguien me llame poeta y tenga razón habré cumplido todos los sueños”.
González y Texón, Texón y González, dos artistas que supuran energía y que dialogan hábilmente con la vida; ambos se desdoblan y se pueden encontrar al doblar la esquina, en un bar, en una canción, en un poema o en la penúltima estación del sueño.