LOS PREMIOS PRINCIPE DE ASTURIAS Y LA LITERATURA INFANTIL – JUVENIL.
JUAN JOSÉ LAGE FERNÁNDEZ
(www.diccionariolij.es)
Los Premios Príncipe de Asturias se establecieron en el año 1981, con la intención de premiar a diferentes personalidades en el ámbito de la cultura y la ciencia. Como dato curioso, desde entonces, 8 galardonados con el Premio de las Letras, 2 con el Premio de Comunicación y Humanidades, otros 2 con el Premio de la Concordia y uno con el Premio de las Artes y 1 con el Premio de las Artes, tienen algún tipo de vinculación con la Literatura para jóvenes y niños, aunque no hayan sido premiados por esta faceta o reconocidos socialmente por ello, salvo una excepción curiosa de la que hablaremos al final.
Premio de las Letras
En 1982, el Premio recae conjuntamente en dos personalidades de las Letras españolas. Se trata de Miguel Delibes Setién (1920 – 2010) y Gonzalo Torrente Ballester (1910 – 1999).
Delibes era un autor muy próximo a la infancia y buena parte de sus obras, por su sencillez, son perfectamente asequibles a los jóvenes, e incluso están protagonizadas por ellos. Es el caso de libros como, por ejemplo, “Las ratas”, “El camino” o “El príncipe destronado”. “Siempre ha habido niños a mi alrededor. Cuando nací era el tercero de 8 hermanos, luego he sido padre de 7 hijos y ahora tengo 15 nietos”.
Especialmente para ellos, concibió obras como “Tres pájaros de cuenta” (Ed. Miñón, 1982 – Ed. Destino, 2006), o descripción de costumbres de tres pájaros: uno social (la grajilla), otro gregario (el cuco) y otro nocturno (el cárabo), donde está muy presente el mundo de la Naturaleza y la vida del campo.
Hay otras historias del autor también dedicadas a los jóvenes: “La vida sobre ruedas” (Destino, 1994 – Oxford, 2004) , “Un deporte de caballeros” (Destino, 1993) o “Mi mundo y el mundo” (Miñón, 1970 – Susaeta, 1990), una selección de sus textos para adultos y asequibles a los jóvenes lectores.
Hay que decir también que fue precisamente en la ya desaparecida Ed. Miñón, afincada en Valladolid, donde comenzaron a publicarse sus obras para jóvenes.
“Escribir para niños – dice el autor – es un don que no está al alcance de cualquiera. Es un ejercicio de afinamiento de nuestras facultades y, en consecuencia, de condensación, de síntesis, de linealidad y tal vez de brevedad”.
Torrente escribió en los últimos años de su vida, cuando ya estaba ciego y por ello al dictado, el cuento “Doménica” (Espasa, 1999). Relato muy oral y dentro de la corriente del surrealismo o nonsense, con semejanzas con “Alicia”, “El mago de Oz” o “Pippa Mediaslargas”, es un canto a la libertad imaginativa (“es una muchacha que usa la magia como herramienta de libertad”, dijo de la protagonista Manuel Rivas) y que habla también de lo relativo de las cosas.
La protagonista del relato, dividido en tres partes, es una niña que apareció un domingo en el jardín y que no se sabe quién es y su facultad es convertir en real todo lo que piensa.
En 1986 el premio se lo lleva Mario Vargas Llosa (Perú, 1936). En el año 2.010, poco antes de la concesión del Premio Nobel publica “Fonchito y la Luna” (Alfaguara, 2.010), un álbum ilustrado a doble página y en color con guiños al abstracto y cuyo protagonista es un niño cuyo mayor deseo es besar a Nereida en la mejilla. Lo conseguirá si a cambio le regala la Luna. Y lo hace ofreciéndosela en un balde de agua.
Es una historia destacando la virtud de la imaginación y de la capacidad de los niños de enamorarse, aunque convencional y sin grandes aportaciones y un final que se adivina.
Otro es “El Barco de los niños”, publicado también en Alfaguara en 2014. En realidad es la adaptación o reescritura del libro “La cruzada de los niños” escrito por el f
rancés Marcel Schwob (1867 – 1905) en 1896.
El proyecto surge tras el encargo que escritor italiano Alessandro Baricco hace a varios autores para que adapten o reescriban obras consideradas clásicas y ponerlas a la altura de los jóvenes.
En este caso se trata de una historia mitad ficción y mitad hechos históricos, que ocurrió en 1212 y que tiene como protagonistas a cerca de 30.000 niños franceses que adoctrinados por el fanatismo y la fe, se organizan para llevar a cabo la Quinta Cruzada a Tierra Santa y recuperar la ciudad de Jerusalén pero o bien fueron pereciendo por el camino o los que consiguieron llegar a Alejandra, vendidos como esclavos.
La historia, por cierto muy bien ilustrada, se inicia con un anciano que sentado en un banco contemplando el mar, cuenta a un joven la historia. Y sin duda emocionará a los lectores con paralelismos con “El flautista de Hamelin”. Apropiada para lectores a partir de los 12 años.
En 1987 se le concede a Camilo José Cela Trulock (1916 – 2002). En los tres libros suyos escritos para jóvenes, retrata con su habitual sorna, a niños esperpénticos, maniáticos obsesionados: “La bandada de palomas” (Alfaguara, 1987), “Vocación de repartidor” (Debate, 1985) y “Las orejas del niño Raúl” (Debate, 1985).
En 1988 el Premio recae en Carmen Martín Gaite (1925 – 2000). Con el título de “Caperucita en Manhattan” (Siruela, 1990) – ya un referente de la LIJ española – adapta un clásico a la sociedad actual, a través de Sara, una niña de 10 años que lleva una tarta a su abuela en Nueva York y se encuentran con personajes variopintos. Es una obra del realismo fantástico que nos introduce en diferentes reflexiones.
Más en la línea de lo fantástico y bebiendo también de las fuentes tradicionales, están libros como “El castillo de las tres murallas” y “El pastel del diablo”, publicados bajo el titulo común de “Dos relatos fantásticos” (Lumen, 1986) y posteriormente “Dos cuentos maravillosos” (Siruela, 1992).
En 1990, el Premio recae en el venezolano Arturo Uslar Pietri (1906 – 2001). En “Tres cuentos” (Edelvives, 1987), se reúnen tres historias. “El prójimo” es la historia de un hombre que huido a la selva tras el asesinato de su mujer, se encuentra con otro hombre idéntico a él y con el que se enfrenta en una pelea mortal. El individuo en cuestión es su conciencia. En “La mula” habla sobre el miedo que atenaza la libertad de expresión en las dictaduras, a través de un hacendado que ni a la mula le puede contar el odio que siente por el tirano. “El enemigo” es la historia de un sargento y de un mudo que le atiende solicito como enfermero, pero al que el sargento, como no habla, no sabe si ajusticiarlo o perdonarlo.
Otro relato suyo es “El conuco del tío Conejo” (Edelvives, 1987), fábula protagonizada por un conejo que sabe engañar con astucia a otros animales supuestamente de mayor rango, sirviéndose de su ingenio y del desmedido afán por enriquecerse de sus convecinos.
En el año 2007 el Premio se lo lleva Amos Oz (Jerusalén, 1939). Es autor de “La bicicleta de Sumji”( Siruela, 2005 y primera edición en Alfaguara en el año 1985 con el título de “Soumchi”).
La historia transcurre en el Israel ocupado por los ingleses tras la segunda guerra mundial. A Sumji, de 11 años, le regalan una bicicleta, que cambia por un tren eléctrico que a su vez cambia por un perro que no tarda en regresar con su amo.
Pero encuentra un sacapuntas que le regala a su amada y todo así se acaba. Historia cargada de preguntas sin respuesta, sobre el paso del tiempo, planteando las dudas y zozobras que sacuden a la infancia, escrito con gracia y naturalidad, comparable a nuestro “Lazarillo”.
En 2008 es premiada Margaret Atwood (Canadá, 1939). Es autora de “Arriba en el árbol” (Ekaré, 2009), obra para primeros lectores. Ilustrado por la propia autora en azul y rojo y trazos sencillos, refiere en rimas la aventura – con un pie en la magia – de dos niños en lo alto de un árbol al que vuelven a subir tras ser bajados a lomos de un ave.
Premio de Comunicación y Humanidades
En el año 2000 el Premio se concede al semiólogo italiano Umberto Eco (1938- 2016). Es autor de tres libros para niños, todos ilustrados por su compatriota Eugenio Carmi y que tienen que ver con el pacifismo y la ecología. En “Los gnomos de Gnu” (Lumen, 1994), se sirve de unos extraterrestres para hacer una llamada ecol&oa
cute;gica a favor de un mundo menos contaminado. “Los tres cosmonautas” (Destino, 1989), es una historia sobre la intolerancia, con tres cosmonautas de diferentes nacionalidades que al llegar a Marte se encuentran con otro personaje diferente que sin embargo, los acoge con amabilidad y todas las diferencias desaparecen. Y en “La bomba y el general” (Destino, 1984), el protagonista es un átomo que estaba triste porque lo habían encerrado en una bomba, aunque el general estaba contento porque iba a ganar la guerra. Los átomos consiguen escapar y el general termina sus días de portero en un hotel.
En el año 2002 el Premio recae en el alemán Hans Magnus Enzensberger (1929). Es autor de tres libros para jóvenes lectores, impregnados de espíritu filosófico y reflexivo. En “El diablo de los números” (Siruela, 1998) y “¿Dónde has estado, Robert?” (Siruela, 1999), hace un recorrido virtual, un viaje por el tiempo a diferentes situaciones: por las matemáticas y por la historia.
Quizá su libro más personal y exclusivo es “Beto y el cesto de los deseos” (Siruela, 2009), cuyo protagonista es un niño que cuando se enfada, se encierra en el sótano dentro de un cesto de ropa sucia y aquí se imagina un mundo ideal, sin broncas familiares y sin deberes escolares. Pero “imaginarse un mundo radicalmente nuevo no es empresa fácil” y Beto debe aceptar la realidad tal y como es, ser positivo y optimista y esa es la filosofía que se desprende del relato: que tener ilusiones es bueno, pero sin despegar los pies del suelo y lo importante es compartir y tener alguien a tu lado.
El texto está acompañado de un total de 15 ilustraciones en color a cargo de Rotraut Susanne Berner, Premio Andersen de Ilustración, de carácter surrealista y que traducen muy bien el sentir del relato.
Premio de las Artes
En el año 1995 el Premio de las Artes se lo lleva el actor y autor Fernando Fernán Gómez (1921 – 2007). Es autor de dos libros para lectores a partir de 9 años, ambos protagonizados por Retal, su padre Colás el zapatero y el sabio Pepinillo. “Los ladrones” (Anaya, 1986), fue su primer relato para niños, que abrió la colección “Luna de papel”, cuya característica era reunir a personalidades conocidas o destacables en el mundo de los adultos. Es una historia cuyo lema es que “sin la desaparición de los malos no puede haber felicidad” y en ella a Retal le enseñan a distinguir, a partir de una máquina de retratar, a los buenos de los malos.
En “Retal”(Anaya, 1988), el mensaje es que “la unión es importante para luchar contra la tiranía” y la historia se sitúa en la Edad Media.
Ambas historias destilan un ambiente de novela picaresca y siempre está presente la lucha contra la maldad.
Premio de la Concordia
En 1989 el controvertido Premio de la Concordia se otorga al físico inglés Stephen Hawking (1942), que en colaboración con su hija Lucy ha escrito dos libros divulgativos mezcla de ficción y documental: ella se encarga de la ficción y el premiado aporta los datos sobre astros y secretos del Universo.
“La clave secreta del Universo” (Montena, 2008), es la historia de un niño a quién sus padres mantienen alejado de la tecnología y es amigo de una niña que es todo lo contrario y con el mensaje de la utilidad de la ciencia para salvar el planeta y aportando fotos en color y datos curiosos sobre el Universo.
En el año 2009 se publicó también en la misma editorial otro libro similar: “El tesoro cósmico”.
Y en el año 2003 se concede el Premio más polémico a una personalidad que curiosamente está íntimamente vinculada a la LIJ, aunque no por ello es premiada. Se trata de J. K. Rowling (Gran Bretaña, 1965), autora de la saga de “Harry Potter”, libros llevados al cine y que no voy a comentar por ser suficiente conocidos.
Tal vez fuera merecedora del Premio de las Letras, dados los millones de lectores enganchados en las aventuras del joven mago, pero supongo que dado que la LIJ no tiene identidad y vive en la “invisibilidad” se consideró más honorable otorgarle el Premio a la Concordia, o mejor aún, el “Premio de la Discordia”, por la polémica que suscitó conceder esta mención a una escritora, hecho sin precedentes en los premios literarios de todo tipo. ¿Por qué se le concede en este año el Premio de las Letras a Susan Sontang y no a Rowling? ¿No debe valorarse un escritor por la trascendencia de sus escritos y el número de lectores? (*)
Final
Al hilo de estas descripciones, se me ocurren dos sugerencias: ¿no sería buena idea que la Fundación se planteara otorgar un premio a los autores que han consagrado su vida a escribir para niños y jóvenes? ¿No tiene ya la LIJ, visto lo anterior y su positivo efecto en la formación de los jóvenes, suficiente entidad como para merecer un galardón de esta categoría?
(*) Véase el articulo “El Premio de la Discordia”, publicado por el autor en el diario asturiano LA NUEVA ESPAÑA (sábado, 11 de octubre de 2003).