“DEVA, FLOR DE PRIMAVERA” o EL AMOR DE LOS VERSOS CON PÁJAROS Y LUNAS, Y HORIZONTES Y UN MURCIÉLAGO… HAIKUS ORIGINALES DE Mª ESTHER GARCÍA LÓPEZ E ILUSTRACIONES DE DEVA Y NORA FORMARIZ GARCIA
La primavera, a veces, llega de madrugada. Sube por las fachadas, penetra en las buhardillas, recorre los pasillos y recala, al fin, en las habitaciones de niños preocupados por el sabor del cielo. Entonces los poetas van escribiendo versos, relatan su pasión por los que tienen cerca, por quienes dibujaron en su vida sonrisas. Suelen ser haikus, suspiros o sonetos pero, siempre, el afecto mueve los cortinajes y acaricia los muros en los que, enseguida, la primavera vibra, dando luz al geranio, metiéndose en los libros o encendiendo palabras para enhebrar diálogos.
De todo eso tenemos en un libro, repleto de colorido y de alegría que se titula, precisamente, “Deva, flor de primavera”. Tiene varias autoras, las principales son dos dibujantes o artistas plásticas aún no descubiertas por la Academia de Bellas Artes de San Fernando o por las galerías de arte de Oviedo; la segunda es una poeta que además, aquí, se convierte en abuela y, entonces, ya la poesía no es más que una excusa para demostrar que su amor hacia las artistas gráficas, sobre todo a Deva en su conmemoración de un 27 de mayo de 2017. Bueno, pues vamos a contarlo como si se tratara, que se trata, de un delicado libro que “se acabó de imprentar el 27 de mayo, cuando la luna se escondió en la laguna”. El pajarito de la portada, seguramente un petirrojo o un raytán de Gijón o Piedras Blancas, se escapó del papel satinado y nos contó que el ejemplar ha costado lo suyo. La escritora andaba volando en aviones azules, recalando en La Española, aquella isla a donde llegó Colón con su despiste de viajero indiscreto creyendo que había pisado la Indica y que iba a volver al puerto de Palos cargado de especias que le iba a hacer rico. Esta escritora es Mª Esther García López, en este caso únicamente portadora de sueños, pues desde la isla graciosa de la América oceánica, fue escribiendo sus haikus, por ejemplo el primero: “En primavera/nacieron dos pollitos/y nació Deva”. Ya decíamos que en esta época del año ocurren sucesos encantadoras, como oír a los mirlos cantando todo la noche, ver a los barcos llegan con sonidos de gaita a los puertos del norte o encontrar a cientos de enamorados cogidos de la mano en los parques sin fuente. Ahora viene la segunda parte: la autora envía por el éter sus escritos a Deva Formariz García y a su hermana Nora y dice: “Niñas, a trabajar”. El trabajo consiste en que las ilustradoras tienen que aguzar su inteligencia y dibujar un motivo que justifique los tres mínimos versos. Y ya está: De un huevo van naciendo tres pollitos y del útero materno llega Deva al mundo de lo real, de las golosinas, de las tardes de estudio, de los paseos por el parque, de la noche llena de estrellas…Ah, que todo esto no ha llegado todavía. Los materiales son sencillos, pues Deva y Nora planifican su trabajo como un Goya o Picasso cualquiera, concentran en su mesa de labor lápices de varias marcas, no vamos a hacer propaganda ahora, pinturas o pinturos de todos los colores, cartulinas, sueños y, ¡hala, a trabajar se ha dicho!. En el segundo episodio “El amanecer/despierta con ojos rojos/mirando al Sol” y ahí están las artistas dándonos un sol como un horizonte entero, con su ojo de sol inmenso y su horizonte detrás. Luego vienen arco iris, nubes y, también, “Bordan el cielo/golondrinas que vuelan./Lunares negros” pero ¡cuidado!, esos rápidos aviones con alas de carbón parecen querer salirse del librito en cuestión…Y ese malvís entonando una deliciosa melodía y la hiedra escalando fachadas o la época tardía en que el sol se va durmiendo…Claro que siempre pueden aparecer “Siete gatos raros./Maúllan como magos./Miau, marramamiau,…” y las niñas pintan esa algarabía de gatos de todos los colores y maullidos de todos los volúmenes para que veamos que también la primavera tiene sus rumores, a veces no tan deliciosos como el canto de los canarias que gente indeseable tiene encerrados en jaulitas de oro, o sea presos para disfrute del mundo de la ceguera y el egoismo. ¡Ay, el petirrojo posándose en la hoja, y ese murciélago más negro que un político corrupto colgando de un techo recio!. Claro que, enseguida, “Suenan cantares./¿Qué cantará en mayo/el cuco loco?!. Pues vemos al cuco cantar con su porte de ave magnífica y esa aureola de estrellas acariciadoras: un diez para las ilustradoras. Acto seguido “Las mariposas,/duermen en las flores,/Sueñan colores”.Y ahí están los colores, las antenas, la libertad que poco a poco es invadida por las golondrinas que vienen lejos, puede ser de Haití o de Aranjuez según sea quien las imagine, la poeta o las grafistas. De todas formas cuidado con el abejorro aunque más tarde sucede algo extraordinario: “Cantan los grillos./Le piden a Nuberu/que no hable a gritos”. Y aparece el “Verde, verdoso/Enriquecido verdor./Ver, ¡qué verde!”.en esas tardes de mayo que nos van acercando a la noche de San Juan donde todo arde, desde los fuegos de artificio hasta las ilusiones y deseos de niños, adolescentes, ancianos, alcaldes y bomberos (éstos deseando que el fuego no se expanda o que personas malvadas no lo lleven a los campos resecos). Siguen los haikus, los dibujos, el eco, los silbos y sones, la luna en la laguna, el agua en el estanque, el alba, la alborada, “Un champiñón/con sombrero gigante./Va en un camión”. Y, al final, ahí está de nuevo lo que nos traemos entre manos: “Luz, primavera./Sueña la madreselva./Sueña con Deva”. Y una madreselva se entretiene soñando. También sueña el lector, vive ese mundo de ternura inconfesada, de amor mutuo, de la solemnidad que da la existencia. La homenajeada, Deva, junto con su hermana Nora, han dejado su huella alrededor de unos versos sencillos y emocionantes. (Un recado para el profesor de dibujo: Por favor, señor, ponga un diez a estas artistas). Sobresaliente en amor y en quehacer literario para la autora de los versos.