Hernán Valladares.
La grandeza de los hombres diminutos
El hombre diminuto (Bohadón Ediciones, 2011) ha sido la última obra publicada de Hernán Valladares. Previamente a ella le han precedido otra novela Dioses y mosquitos y cinco poemarios El juglar del Apocalipsis, Vidrieras, Las horas y los hombres, En honor de la verdad y La sombra luminosa.
El hombre diminuto pudiera ser entendida en una doble dimensión, por un lado como una lectura de entretenimiento y aventuras, de estructura clásica, que contiene una amarga crítica sobre la civilización y el progreso, pero también como un texto psicológico, de antropología y ficción, que en algunos momentos nos recuerda un viaje hacia «el corazón de las tinieblas» del personaje, una viaje hacia la decadencia, hacia la ausencia de humanismo y hacia la mera satisfacción de los instintos más primitivos. El autor nos demuestra en este texto su gran dominio estilístico y la maestría de su prosa, por momentos hipnótica.
Pero realizar la reseña de esa magnífica novela, es sólo la excusa para contaros algo de Hernán, porque Hernán en su grandeza, Hernán a su gran humanidad y a su compromiso social, es un brillante escritor apenas conocido en el mercado editorial. Hernán, nació en Madrid en 1970, pero ha sido ciudadano de este ancho mundo y esa anchura le trajo hace tiempo a Oviedo y Asturias, dónde ha vivido casi una década. En un mail fechado con fecha de marzo, le propuse a Hernán adherirse a la asociación de escritores de Asturias. Y él me contesto textualmente:
«Me he exiliado a México. Pero sigue enviándome cosas y estaré atento. Si crees que puedo estar vinculado aun no estando físicamente allí, pues dímelo y vemos. Por aquí, contento. Con mucho y diverso trabajo. Escribo mi próxima novela (un proyecto tremendamente ambicioso intelectualmente y que a buen seguro me llevará más de un año de trabajo) y me sacan un libro de poemas en el DF (En honor de la verdad. 29/03/2013). Así que, ¡activo! Y sobreviviendo».
Hace un mes en Pravia, justo antes de cenar y de pasar una velada memorable riendo y bebiéndonos la noche, tuve noticias de Hernán. «Hernán ha tenido un accidente, me ha llamado su editor muy afectado. Parece ser está en Toledo, en el centro de recuperación de lesiones medulares», dijo Caramés.
Querido Hernán, en este maldito mundo sin Dios, tienes la suerte marcada en este juego, han sido dos los accidentes, el primero el que te hizo escritor, y luego éste, el que supongo te hará aún más grande en la esfera literaria, porque sólo alguien como tú, con tu capacidad de lucha será capaz de reinventarse. Seas Hernán Valladares o seas Herni Valvarezsky, he visto has comenzado de nuevo con tu blog: “diariusinterruptus” y desde aquí esperaremos pronto tú próxima novela y la adhesión a esta asociación.
Nadie como tú sabrá contarnos que hay allí, al otro lado del dolor. Supongo que de algún modo, los que nos sentimos en mayor o menor grado escritores y que aquí nos juntamos, tenemos algo en común: no nos amedrentamos y como tahúres solitarios le retamos un su esencia un pulso a la vida. Si ganamos o perdemos es sólo cuestión de perspectiva.
Virginia Gil Torrijos es escritora