El malentendido, de Irène Emirovsky. Por Ángel García Prieto. 07/05/2013.

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Una primera novela ya con estilo

El malentendido, de Irène Emirovsky

Por Ángel García Prieto   

 

 

 
 
Irène Emirovsky
El malentendido
Salamandra, Barcelona, 2013
Traducción del francés de José Antonio Soriano Marco
158 páginas
15 €

 


Irène Némirowsky (Kiev, 1903 – Auschwitz, 1942) huyó de la revolución rusa con su acomodada familia de origen judío a Francia; estudió letras en la Sorbona y comienza una brillante carrera de creación narrativa, hasta que, junto con su marido, es víctima de la persecución nazi y sufren la deportación a Auschwitz, donde fueron asesinados. Sus hijos salvaron la obra que no había sido publicada hasta entonces y entre la que se encontraba la novela Suite francesa, que en 2004 consigue un notable éxito y se traduce a varios idiomas, para recibir de una manera póstuma el Premio Renaudot y la atención de los lectores, que fue seguida por la edición de toda su obra narrativa. En España ya se han publicado al menos trece novelas en estos últimos años y su nombre es ya bien conocido entre lectores aficionados a este género.           

El Malentendido es su primera novela —escrita en 1923 aunque sin publicar hasta 1930— y ya nació con el estilo que se puede encontrar en el resto de su obra, aunque quizá no tenga aún la calidad literaria de las que vieron la luz una o dos décadas después. En la narración el joven y atractivo Yves Harteloup, un empleado parisino que veranea en Hendaya para revivir los tiempos anteriores a la Primera Guerra Mundial, cuando su familia era todavía rica, encuentra en el hotel a Denise, guapa madre de una pequeña niña, que resulta ser la esposa de un compañero de guerra, rico hombre de negocios parisino. 

El malentendido comienza como una narración demasiado romántica, ambientada en la sociedad acomodada y burguesa de una Francia de entreguerras que se quiere presentar deslumbrante y llena de glamour, con una historia que tiene una trama demasiado limitada, en el típico triángulo amoroso de un ambiente social donde parece normalizada la figura del adulterio con amantes. Así vista podría ser una novela floja, tópica y carente de interés, si no fuese por al talante de conseguida introspección psicológica de sus personajes y el constante intento de encontrar en las emociones, la infidelidad conyugal, el galanteo y la frivolidad de la belle époque de los veraneos en la costa vascofrancesa y del París de los ricos, el quid eterno de la felicidad y el amor.

Esta novela que precede en su origen a las demás, ha tardado más en salir a los estantes de las librerías, quizá porque algunas de aquellas puedan ser mejores. No obstante es una novela digna, de una escritora importante. 

 

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