Épica de la derrota
Dorsal 12
de Raúl Castañón
Por Marcelo Matas de Álvaro
Raúl Castañón del Río
Dorsal 12
Editorial Alfar
Sevilla, 2012
122 páginas
Hubo un tiempo en el que absurdamente se entendía que la afición al fútbol era incompatible con una cierta vocación intelectual. Se pensaba que en una misma persona no podía caber el gusto por un juego que “secuestra” la voluntad de las masas y el individual –y exquisito— quehacer literario, olvidando de esta manera que algunos de los grandes nombres de las letras se habían servido del fútbol como argumento de sus obras. Así, recordamos a Alberti y su famosa “Oda a Platko” (1928) o a Miguel Hernández y su “Elegía al guardameta” (1931). En la actualidad, reconocidos autores como los sudamericanos Fontanarrosa, Mario Benedetti, Eduardo Galeano o Juan Villoro han escrito relatos, poemas o libros enteros con el fútbol como pretexto. De igual forma, los españoles Javier Marías y Manuel Vázquez Montalbán tenían por costumbre –hasta el fallecimiento del escritor catalán— rivalizar con sus plumas las ocasiones en que sus respectivos equipos se enfrentaban en el terreno de juego. Siguiendo la ley natural del péndulo, hay incluso quien afirma que la mejor prosa actual se puede leer en las páginas deportivas de los diarios. Ejemplo de esa “boutade” (que, como a todas, no le falta parte de razón) sería la capacidad para reflexionar sobre el fútbol “como metáfora del azar de la vida” que semanalmente muestra el periodista John Carlin.
Por esa misma línea de juego que han ido trazando estos escritores se desmarca Raúl Castañón del Río con su Dorsal 12. Esquiva las duras zancadillas con las que lectores y críticos trasnochados aún pretenden tumbar a los escritores que osan acercarse al área del deporte rey, y remata con un conjunto de relatos por la misma escuadra donde se unen los palos del fútbol y la vida.
La primera parte del libro lleva como título “Fútbol mundial” y en él se alinean, según mi experiencia como espectador por esos embarrados campos de la literatura, los relatos que mejor combinan las cualidades literarias. Destacan “El círculo socrático”, en el que la muerte prematura del futbolista brasileño Sócrates hace recordar al narrador la coincidencia del mundial del 82 con sus estudios de bachillerato, la época en la que al joven estudiante se le revela cómo el futbolista y el filósofo ateniense del mismo nombre eran los creadores de una escuela, de una forma de juego que pugnaba por “reivindicarse ante el olvido”; “Golondrina de invierno”, que utiliza de forma admirable la perspectiva privilegiada de un misterioso narrador para contar la llegada del uruguayo Jorgito Golondrina Zayas a un club a punto de ahogarse en el mayor de los fracasos; “Secuencias y consecuencias (una fábula de lo inmoral)”, donde los exiguos marcadores de los partidos –sospechosos de ser productos del marketing— hacen desertar a los verdaderos aficionados al fútbol, aquellos que prefieren “honrar la memoria de lo perdido”.
» Raúl Castañón del Río esquiva con su Dorsal 12
las duras zancadillas con que los trasnochados
aún pretenden tumbar a los escritores
que osan acercarse al área del deporte rey.
La segunda parte del libro se juega todo el tiempo en el terreno del Real Oviedo, que –como no deja de recordar Raúl Castañón a todo aficionado que lea este libro- es un campo abonado para el dolor de la derrota, pero más todavía para el orgullo de no desfallecer aun en las horas más amargas. Se titula “Directo al corazón: Real Oviedo”y en sus relatos –repartidos en los capítulos “Honra azul”, “Recreaciones” y “Ascensos y descensos”— hay lugar para los homenajes (al jugador Tensi en “Stardantensi”, a La Pixarra en “San Mateo in blue”, con versión en asturiano); para los largos viajes donde por azar se puede uno encontrar no sólo a un aficionado del Real Oviedo, sino a toda una peña oviedista de seguidores ingleses (“Arribadas de sal”, ganador del Concurso de Relatos de Torrevieja); para el amor que logra poner paz en un momento de tensión entre las dos aficiones rivales asturianas (“Beso original”); para la desolación cuando la derrota lleva al equipo hacia el destierro de las categorías inferiores (“75 años y un día”); para la indignación por las traiciones sufridas en los peores momentos de la historia del club azul (“Ser capaz de no olvidarlo”); y, por supuesto, también para la alegría, para el entusiasmo desbordado el día en que los “angloviedistas” de la Abbey Tavern ayudaron a “derribar” a goles las murallas de Ávila (“De nuevo a la Luna”, con versión en inglés).
Raúl Castañón nos presenta un conjunto de relatos que podrán leer con satisfacción los meros aficionados de los domingos por la tarde, pero que disfrutarán en especial aquellos apasionados por el Real Oviedo que hayan tenido ocasión de haber vivido la agridulce épica de la derrota.