Historia golfa de las monarquías hispánicas: Diego Medrano o el ensayo afterpunk, por Ernesto Colsa. 17/06/2013

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Historia golfa de las monarquías hispánicas
 
 Historia golfa de las monarquías hispánicas:
Diego Medrano o el ensayo afterpunk

 

 

 

 Después de un montón de novelas, varios poemarios, un par de colecciones de relatos, un libro de correspondencia —que le ha llevado a declarar en los estrados— y un quintal de colaboraciones en prensa que, según sostiene, no se molesta en conservar, Diego Medrano se ha atrevido a abordar en esta ocasión el siempre exigente arte del ensayo.

 

» Ilustra un catálogo de extravaganias

de las coronas hispánicas

 

Además, lo ha hecho mediante un voluminoso trabajo cuyo objeto de estudio, a pesar de la heterodoxia del planteamiento, no puede resultar más ajeno a la iconografía patibularia con que se identifica el universo del autor, quien trata de ilustrarnos ahora con un catálogo de las extravagancias en que han incurrido los sucesivos titulares de las coronas hispánicas desde los godos a la actualidad. Pero Medrano falla en su empeño, y es precisamente en este fallo donde radica la genialidad de la obra, porque nada más rebasar el primer párrafo uno comprende que en su caso la adscripción a un género deviene irrelevante, pues el estilo, potente y siempre reconocible, lo trasciende, y eso significa haber logrado un carácter como escritor al que todo aquel que se tenga por tal tiene la obligación de aspirar. El lector no primerizo en la obra de nuestro reseñado reconocerá de inmediato esa prosa lenguaraz y alambicada que supura erudición por todos sus recovecos, un ejercicio de manierismo retórico que nunca deja de sorprender por mucho que la lectura continuada de la obra medraniana termine por hacer que uno identifique sus resortes.

 

» El verbo de Medrano es tan torrencial

como disparatado su discurso

 

Medrano denomina «Historia-Punk» a este tratado de anacronismos que se vende como ensayo pero no quiere serlo, entreverado de citas -como suele ser en él habitual-, diálogos de taberna, agresivas metáforas y unos cuantos hallazgos más que por sí mismos justifican la lectura. Pero lo verdaderamente punk, aunque él no lo sepa, es el método de afrontar su trabajo, disciplinado a machamartillo, pues nunca sale a emborracharse por las tascas de su barrio sin haber escrito sus cinco folios diarios, al modo en que otro, en sus propias palabras, se tortura en la bicicleta estática. Y cuando uno conoce al autor solo puede asombrarse de que semejante hombretón rubicundo, repeinado y con un atuendo que diríase diseñado en el más sórdido seminario encierre a un verdadero hombre de las tabernas. 

 

» un autor reconocido no solo puede permitirse el lujo de desbarrar,

sino que la clientela así se lo demanda.

 

El verbo de Medrano es tan torrencial como disparatado su discurso, pues yo, cuando lo leo, no quiero que me haga una exégesis de la batalla de Las Aljubarrotas, sino que me hable rijo desmedido de Fernando VII, de las taras de El Hechizado, de la brutalidad de la dinastía goda o de las «debilidades» de la Casa de Borbón. Solo así, obviando esa verosimilitud que tampoco se le exige, llegan a comprenderse las boutades del autor, como esa en la cual afirma que solo por su participación en el golpe de Estado el actual monarca ya se merece su salario. ¿O me equivoco y Medrano se adhiere a la tesis oficial? Mas ya nada sorprende desde que Dylan se convirtió al cristianismo, y uno concluye que, si el prestigio logrado tiene sólidos cimientos, un autor reconocido no solo puede permitirse el lujo de desbarrar, sino que la clientela así se lo demanda.

¿Qué será lo próximo, Medrano? ¿Vidas de santos, un manual de urbanidad, una monografía de Derecho administrativo…? Sea como fuere, allí estaré yo, igual que siempre, dispuesto a recrearme en la hermosura de tus dicterios.

 

Ernesto Colsa es escritor.

 

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