Latidos de la naturaleza

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1808

Diecinueve o veinte líneas, de Nieves Viesca

Editorial Azor, colección Relatos, Gijón

Por Armando Murias Ibias

En estos tiempos de crisis, desescaladas y cambios de costumbres impuestos por una fuerza mayor, debemos recibir con los brazos abiertos las iniciativas editoriales que abren nuevos cauces a la expresión literaria. Así es, AZOR se crea como una editorial asturiana que va a recoger prosa en dos colecciones: narrativa y relatos. Hermana de BAJAMAR (dedicada a la poesía), son dos impulsos necesarios de esta iniciativa editorial libre (y arriesgada) que lleva la literatura a la calle, ajena a las interferencias mercantilistas de subvenciones y otros chanchullos.

DIECINUEVE O VEINTE LÍNEAS es el primer título de la colección que va a recoger series de relatos. La autora, Nieves Viesca, publica la segunda edición (la primera fue en 2009) de esta colección que ya nos ofrece en el título una de las características que los definen, su extensión condensada, de una página escasa. Estamos en la onda del relato breve, intenso, que insinúa más que muestra. Nombra sin señalar una realidad literaria que solo existe en los sueños de los justos.

El libro se divide en cuatro partes, que se corresponden con los cuatro elementos que los presocráticos creían que eran el fundamento de la vida. Son estos cuatro elementos esenciales (tierra, agua, aire y fuego) los que la autora transforma para constituir el sueño de la literatura que es vida.

La tierra de Mostar o Dubrovnik donde se ocultan las bombas de una guerra que todavía nos estalla en los oídos. El agua donde se sumerge el hipopótamo o un pez salvado por Poseidón de la codicia de un pescador. El mar que expulsa a Cuatromástiles al desguace o el que acorrala a los atunes en la almadraba. Ser un peatón del aire es el sueño de un parapléjico. Es el aire el que transmite los sonidos de la música que hacen unos sordomudos o los gorjeos de los gorriones que van a comer las migas de pan en la mano de un jubilado. El fuego de la hoguera de san Juan prende unos folios donde se escriben historias en medio del bullicio de músicos y cantores.

Sobre este libro ya lo dijo mejor y con más precisión la catedrática María Elvira Muñiz: “microrrelatos envueltos en la calidez de un soterrado lirismo”.

 

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