Los días contados, de Miklós Bánffy. Por Ángel García Prieto (29/09/2009).

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Miklós Bánffy. Los días contados (Megszámláltattál)

Asteroide, Madrid, 2009. 666 páginas. 29,95 euros

Prólogo de Mercedes Monmany

Traducción de Éva Cserháti y Antonio Manuel Fuertes Gaviño

 

Miklós Bánffy, conde Losoncz (1873 – 1950), es un autor húngaro perteneciente una de las familias de mayor rango aristocrático de Transilvania, desde el s. XIII. Nació en Kolozsvár, entonces territorio del Imperio Austro-Húngaro y en la actualidad de Rumania, con el nombre Cluj-Napoca.  Estudió Derecho en su ciudad natal y en Budapest y recibió una esmerada educación artística, que le ha llevado a la creación dramática, la pintura, la música y la narrativa. Es en ésta última donde ha alcanzado una mayor importancia, sobre todo por su Trilogía Transilvana, constituida por las novelas Los días contados (1934), Las almas juzgadas (1937) y El reino dividido (1940), que son un fresco de la dramática historia húngara desde el comienzo del s. XX y el final de la Primera Guerra Mundial.  Durante ese tiempo, Bánffy fue diputado del parlamento húngaro por un partido liberal, gobernador de su provincia natal, director general de teatro en Hungría, diplomático e incluso ministro de Asuntos Exteriores. Tras el tratado de Trianon, en el que en 1920 su país pierde la soberanía de Transilvania a favor de Rumanía, se retira a su tierra natal, donde emprende actividades de mecenazgo y fomento de la lengua y cultura para las minorías húngaras en tierras rumanas. En 1947 consigue regresar a Hungría para reunirse con su familia; sus libros son prohibidos u olvidados en los dos países y sólo en 1982 se consiguen reeditar en Rumanía y en Hungría en 2006. La traducción de Los días contados que hace una hija suya al inglés, lo da a conocer hace muy poco tiempo en varios países de occidente.

Los dias contados es un magnífico novelón del s. XIX escrito en el XX, sobre la situación política y social de una Hungría convulsa por su dependencia en el Imperio Austro-Húngaro y por los estertores de su fin. La perspectiva está tomada desde la vida de la nobleza y la alta burguesía de aquel país, que parece presentir y esquivar su catástrofe a base de una actividad volcada en las cacerías, viajes, fiestas, casinos, amoríos, duelos de honor y presencia en la política parlamentaria. La protagonizan el joven conde Bálint Abády – con ciertos paralelismos con la vida real del autor -, que acaba de regresar de trabajos diplomáticos en el extranjero y a duras penas acepta dedicarse a la política como diputado de su región; su primo Lázslo Gyeröffy, aristócrata sin patrimonio económico, que estudia música y Adrienne Milhot, otra noble casada a su pesar con un hombre que la desdeña y maltrata.

Las descripciones y la ambientación están del todo conseguidos, con gran belleza y apuntes líricos; el fondo de paralelismo analógico entre la vida de sus convincentes personajes, de gran riqueza psicológica, y el desarrollo de la historia de la primera década húngara es muy ilustrativo; las conductas tan ricas valores y pasiones hacen un fresco pleno de matices, desde la nobleza trascendente y las veleidades amorosas – que a pesar de sus circunstaciales momentos pasionales no pasan al plano de la descripción pornográfica –, la frivolidad de los duelos y los tejemanejes económicos que se derivan del juego patológico de alguno de los personajes. En fin una novela, a la altura de las mejores de Joseph Roth o Stefan Sweig, que vale la pena leer.

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