Reseña de Dos pastiches proustianos, de Llorenç Villalonga. Por Ángel García Prieto.

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UN PSIQUIATRA  MALLORQUÍN,

NOVELISTA ANTOLÓGICO DEL S. XX

 

 
 
Dos pastiches proustianos(Marcel Proust intenta vender un De Dion-Bouton y Charlus en Bearn).
 
Presentación de José Carlos Llop. Introducción de Llorenç Villalonga. Epílogo, titulado Vivísimo interés por Villalonga (materiales de época), de Jorge Herralde.
 
Ed. Anagrama. Barcelona, 2007. 98 páginas.

 
 
 
 
 
 
Llorenç Villalonga (Palma de Mallorca 1897-1980) es el escritor balear más conocido del siglo XX y uno de los narradores españoles de mayor importancia y proyección de dicha época. Psiquiatra de profesión y perteneciente a una familia de abolengo en la isla, publicó su primera novela      – Muerte de una dama – en 1931 y en ella comienza a tejer un estilo propio en el que no falta la crítica a las cerradas costumbres de la burguesía mallorquina.
 
Aunque también escribió relatos, teatro y una autobiografía, su obra es sobre todo narrativa, con numerosas novelas, de las que se destaca en especial Bearn o la casa de muñecas(1961), traducida y editada en muchas ocasiones e idiomas. Con ella obtuvo el Premio de la Crítica de aquel año y de ella se ha escrito que es comparable a Il gatopardo de Lampedusa, entre otras razones porque trata del ocaso decimonónico del poder social de las antiguas familias nobles terratenientes.
 
Esta pequeña publicación, titulada Dos pastiches proustianos, recoge dos cuentos que pertenecen a su libro de relatos El lledoner de la clastra y que ya habían sido editados en castellano, en 1971, dentro de la colección Cuadernos Anagrama. Los relatos tienen en común la ironía y el humor que Villalonga utiliza con maestría para recrear el mundo literario de Marcel Proust. En el primero, que lleva el título Marcel Proust intenta vender un De Dion-Bouton, el autor francés escribe una larga carta a su administrador para que le venda un automóvil y con la sutileza que le da a Villalonga el conocimiento minucioso de la obra de Proust y sus propios recursos literarios, escribe un paródico remedo de lo que podría haber sido este suceso en la vida del celebrado autor de A la recherche du temp perdu.
 
El segundo breve relato – titulado Charlus en Bearn – recrea la estancia de un personaje de la obra proustiana, el barón de Charlus, en Mallorca. Allí había acudido en primavera para fotografiar los almendros en flor, mal orientado por el primer verso de un soneto que dice “¡Oh almendros en primavera!” y no darse cuenta de que cuando en realidad florecen es en invierno. Luego, decide abandonar la capital, para refugiarse en la casa que tienen en Bearn unas amistades de noble abolengo, donde una anécdota de la vida cotidiana entre señores y criados va a llevar a Charlus a recrear ese mundo subjetivo, brillante, mundano y enrevesado de Marcel Proust.
 
 
Ángel García Prieto.

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