Por Guillermo Rico
Para Armando Murias Ibias algunas palabras, a diferencia del resto, son imposibles de olvidar. Algunas de esas palabras le han acompañado a lo largo de toda su vida y le han servido para construir sus novelas y relatos a base del oficio de carpintero literario, como a él mismo le gusta denominar a esto de la escritura.
Quizás fueron El héroe de las mil caras, de Joseph Campbell, las noches al lado de Ulises y James Joyce, los recuerdos del mar del capitán Ahab o su padre Armando, a quien está dedicado el libro, los que hicieron que “héroe” tintineara sobre el resto del diccionario y llevaran a Armando a verter sobre el papel las diecisiete historias (algunos con galardones internacionales) que componen Cuando fuimos héroes y otros cuentos, publicado hace algo menos de un año por Ediciones Velasco y escrito a lo largo de toda una década.
Y aunque, para hablar de su obra, podríamos llenar el papel con numerosas referencias más, tal vez nunca acertaríamos en encontrar las que realmente han traído hasta aquí al culpable de estas cuartillas. Me gusta pensar que algunos autores son escritores a tiempo completo y tanto Armando como este libro son un gran ejemplo de ello. Para Armando, desde el héroe arquetípico hasta el cobarde, el inocente o el mitológico son dignos de dicha cualidad. Esa cualidad que es la existencia y él convierte en literatura invitándonos a pasear a su lado a lo largo de doscientas cinco páginas donde nos deja bien claro que todos podemos ser héroes o villanos, aunque tal vez lo único realmente importante sea solo eso: el paseo.
Pocos autores como Armando Murias tienen la capacidad de convertir la palabra en triunfo y en vida.