Stéphane Hessel o la enfermedad infantil de la revolución
Stéphane Hessel
¡Indignaos!
Prólogo de José Luis Sampedro
Editorial Destino. 2011.
Esta es la cuestión, sucintamente planteada. Quizás porque las ideas que actúan como nutrientes del motor de ¡Indignaos! hunden sus raíces en el movimiento humanista, ético, en una ética individual característicamente genuina del siglo XIX y en progresivo afianzamiento en éste primer decenio del siglo XXI. Un individualismo que no estaba presente en mayo del 68, acaso en el movimiento libertario, pero en absoluto en el socialismo francés de la postguerra, ni por supuesto en el ejercicio del compromiso, el escritor engagé con Sartre, Merleau-Ponty, Camus, etc. (a alguno de los cuales cita rozando la caricatura deformadora de sus ideas). El nuevo compromiso de Hessel es el del intelectual enfrentado a la lacerante realidad y sin armas objetivas y lúcidas para combatir, salvo el de esa susurrante llamada a despertar de la hipnótica indiferencia juvenil, social. No creemos que el estado de bienestar agrietado por la brutal crisis económica merezca esta leve respuesta de inocua indignación, máxime cuando la historia muestra reiteradamente la esterilidad de esas proclamas sentimentales. Ni siquiera en la trágica postguerra vivida por su autor se justificaba la acción idealista; ni tampoco en el frente de la izquierda anticapitalista, anarquista o de los movimientos antiglobalización puede tener sentido esa proclama. Y ello aun siendo directa, breve, divaga ingenuamente por el extenso elenco de graves y enquistados problemas como el paro, la tiranía de los mercados o la corrupción financiera por no nombrar la creciente desigualdad de clases, la miseria del lumpenproletariado, los guetos de población de color, los banlieus árabes en Francia o la creciente inmigración ilegal en España, Alemania, Italia o Francia con el consecuente y polémico multiculturalismo que plantea a las buenas conciencias.
Nuestra crítica en absoluto se propone desmerecer el alegato de un admirado nonagenario (y por extensión de sus seguidores en España), que ha vivido el siglo XX desde su condición de mentor de los Derechos Humanos y padecido en toda su crudeza el terror nazi como prisionero en Buchenwald. Pero así como las fuerzas políticas de la izquierda oficial socialista, comunista o conservadora española necesitan un recambio profundo en sus ideologías, así como de la acción de las fuerzas antiglobalización, anticapitalista, etc., los jóvenes exigen cambios que ellos mismos deben canalizar, para convertirse en punta de lanza como grupo de acción, la situación de la juventud pide una movilización firme, cargada de razón, esa es la cuestión, acaso la que no encuentra en las organizaciones juveniles del amplio espectro de los partidos políticos constitucionales. Se piensa según están estructuradas las Ideas, se actúa según se está organizado, esta es la cuestión radical de nuestro tiempo, la incómoda realidad que debe ser digerida ideológicamente por nuestros intelectuales de clase.
La constatación de esa situación es de una evidencia brutal: el paro juvenil se ha desbocado, el mileurismo se ha enquistado descarnadamente, la crisis ha desenmascarado la miopía de los políticos, internet canaliza en esta época parte de esas voces de protesta, pero no siempre emitiendo señales convergentes… y se exige un Poder Joven capaz de despertar orgánicamente las nuevas formas de actuación europea, española desde luego, etc., etc. Dudamos cartesianamente que ¡Indignaos! como proclama humanista e individualista pueda ser la salida intelectual a tales problemas, sin por ello eludir la obviedad de la complejidad de la respuesta aunque sea difícil no considerar a este brillante panfleto como un texto rezumando la siempre envidiable inocencia del rebelde juvenil que no quiere ni puede permanecer indiferente ante el mundo en el que vive. Estamos de acuerdo, pero… ya Lenin escribió, por supuesto dentro del horizonte cultural de su tiempo, en los inicios del siglo XX, otro brillante panfleto, “El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”…
Es acaso justamente este último dato el que parece justificar el elevado millón de ejemplares vendidos en Francia. Son los hechos los que están ahí: pero sin desembarazarse de los mitos y de la Ideas petrificadas de Paz, Guerra, Progreso, Hombre no se avanzará en un cualitativo enriquecimiento del ineludible proceso revolucionario, antes al contrario, se estará sirviendo al propio status quo, el mismo que anestesia y ha mercantilizado, paradójicamente, con éxito de ventas, el idealizado panfleto de Hessel
Mariano Arias es escritor y Presidente de la Asociación de Escritores de Asturias.