Territorio para el fuego de Javier García Cellino, por Miguel Allende. 6/09/2012

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Territorio para el fuego
Javier García Cellino
Ediciones Vitrubio. Madrid, 2012.
» García Cellino bebe de las vanguardias del s. XX,
 
del esencialismo de Valente o del límite de Gamoneda. 
» Su lectura produce un efecto
 
de escultura perfecta.
 
Pero creo que en este libro hay algo más, algo que apunta ya a este siglo XXI, que es difícil de concretar en palabras, pero que presentimos en sus versos, en la desnudez de los poemas. Trata los conceptos abstractos con la delicadeza, el rigor, y también con el acierto de un buen artista plástico.
Su poesía es aparentemente sencilla, con pocas referencias, desnuda como digo. Aparentemente nada más, porque leída, meditada con tranquilidad vemos que no falta ni sobra tan siquiera una coma. Hay mucho trabajo detrás de cada palabra, de cada expresión, de cada símbolo. Se lo relaciona por todo ello con una parte de la llamada poesía experimental de fin del siglo XX, concretamente con la «poesía del silencio».
Su lectura produce un efecto de escultura perfecta con un resultado de obra intemporal al estilo de Chillida, con una fuerza enorme. En este poemario es el roce de las palabras el que hace este efecto:

Entre la niebla

el cuchillo y la gacela comparten
su fracaso.
 
Estos son los versos finales del poema Signos(1), que empieza con el de «A la fugacidad de las heridas…» Principio y final de un poema perfecto que nos habla de la vida, el amor, el tiempo y la muerte y que condensa y resume las características principales del libro y de una etapa muy importante de su poesía donde hay una relación directa entre la palabra y la piedra. Porque Javier es, al fin, un escultor de la palabra y con ella y a través de ella estudia la exacta disposición de la materia. 
 
Miguel Allende es poeta.

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