Un altar para la madre, de Ferdinando Camon, por Ángel García Prieto. 21/04/2014

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CAMON, FERDINANDO 

UN ALTAR PARA LA MADRE

(Un altare per la madre) 

  Ed. Minúscula. Barcelona, 2014.   135 págs. 12 euros

 Traducción Miquel Izquierdo

 

 

            Ferdinando Camon (Montagnana, Veneto, 1939) es un periodista italiano, que comenzó a abrirse camino en el mundo de la novela tras un elogioso prólogo de Pier Paolo Pasolini en su primera obra, Il quinto stato, y continuó publicando hasta conseguir una amplia obra literaria narrativa y poética. Ha sido premiado en numerosas ocasiones, entre las que se pueden citar como más conocidas en nuestro país el Viarreggio de poesía en 1973, el Giovanni Verga de 2004, y con esta novela corta el Strega de 1978. Tiene varias obras traducidas a veintidós idiomas.

            Un altar para la madre, es una narración apasionada, con fuerza poética y exaltación descriptiva de los valores del mundo rural. El desarrollo del relato, lineal y sencillísimo, es poco común, con detalles de rusticidad y búsqueda de los sentimientos profundos de la bondad humana. En su prefacio a la edición castellana, hecho en 2013, dice que lo reescribió diez y nueve veces y que esta versión publicada ahora en castellano es la tercera; y se sorprende que haya sido muy valorada en el mundo musulmán turco, que antes le había desdeñado por otras obras suyas. Concluye, con Jung, al que cita, sosteniendo que “todas las civilizaciones, desde las paganas, griega y romana, hasta las tribales africanas y las de América precolombina, hasta llegar a las actuales, los ritos de salvación pasan por fases que se reproducen de forma idéntica: hay una muerte, para vencer a la muerte se construye un símbolo que reclama al muerto y se consagra dicho símbolo, se ofrece en nombre de la comunidad, en una ceremonia celebrada por alguien digno de este papel”.

            Y en esto consiste su narración, en la pequeña historia de una familia, en la que muere la madre, alma y eje, y a la que el padre se empeña en revivir a través de la memoria, con la construcción artesanal de un altar dedicado a ella. En esa frenética labor consigue remover el espíritu colectivo del pueblo, a través de la cooperación. El desenlace es un tanto sorprendente, porque “No es la fuerza lo que salva a la humanidad, sino esa particular forma de amor que se llama bondad”, dice también el autor en el preámbulo. En definitiva, una novela encantadora, un canto al amor, a la piedad, a la caridad; una obra cristiana que, al parecer dado el éxito de libro en determinados países, llegó a encantar también a musulmanes y a comunistas.  

 

 

Texto por  Ángel García Prieto

 

 

 

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