Ve la luz en castellano “Yo estaba allí” de Mª Esther G.L. Por Manuel Quiroga Clérigo

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 MARÍA ESTHER GARCÍA LÓPEZ: “¿HABÍA PASADO REALMENTE EL TIEMPO?”.

VE LA LUZ EN CASTELLANO “YO ESTABA ALLÍ” (ED. TRABE, OVIEDO 2016)

El mismo día que María Esther García López cumple años, pocos y muy bien llevados, publica un precioso libro de relatos titulado “Yo estaba allí”. Se trata de veintiún textos que la Profesora, Experta de Filoloxía Asturiana y Miembro de la Academia de la Llingua Asturiana escribió en su lengua (“Yo taba ellí”) y ahora ella misma ha traducido, aunque en la versión castellana se advierten algunos giros y modismos típicos del habla y las tradiciones del Principado. Es un libro testimonial, divertido y lleno de poesía y de datos pintorescos que harán las delicias de los asturianos y de los amantes de aquellos paisajes y paisanajes, pues son los asturianos los protagonistas de los mundos que la escritora, poeta y actualmente Presidenta de la Asociación de Escritores de Asturias y socia de la Asociación Colegial de Escritores de España, ACE, recrea el mundo intimista de su tierra, pues ella nació en La Degollada (Valdés) y es una gran conocedora de la Asturias rural y de su pasado lleno de esplendor y de vitalidad literaria. Dedicado “A Ernesto, que estaba allí conmigo”, el primer episodio “La boda” del apartado “Yo estaba allí, en las Güelgas” es todo un guión cinematográfico con cuestiones jocosas, con enredos amorosos, con buena alimentación, defunciones varias y un final, digamos, escalofriante. Todo ocurre gracias al ingenio de Pacho, cronista de un tiempo y unos hechos muy bien reflejados por la autora. “Y les aseguro- leemos.- que nadie olvidó esta historia en el pueblo”. Luego llega una fiesta, con diversión a porrillo, con “música de GAITA, con RISAS, con BAILES, con olor a comida por todos los rincones” esos invitados que disfrutan de lo lindo en Piedrasblancas, el hermoso pueblo en que vive Esther García “Vivo nun llugar que me presta”, explicaba años en una completa entrevista que la hicieron en su lengua para la revista que editaba entonces Biblioasturias, antes de Álvarez Cascos. “Oigo sonar una GAITA,/oigo sonar un TAMBOR,/baila la xente del pueblu,/ya le fiesta del patrón…”. Después la cita es en el parque pero con “Mis pies lastimados”, cuestiones de la existencia también importantes a la hora de relatar lo cotidiano: “Coloqué los zapatos con cuidado, a mi lado, y me puse a contemplarlos”. Cuando llega la queimada todo se transforma: “Que no se vayan, que vengan todos y que la queimada llegue hasta el cielo. ¿Qué se avive el fuego! ¡Magia para la queimada!”. “Yo estaba allí, cavilando” dedicado a “La estrena” es un relato entre memorístico y gratamente erótico, habla de la juventud alborotada, de un amor que parece retornar…”Y con los trapos de antaño en la memoria, nos fuimos y estrenamos otra vez la primavera, escondidos de la luna que nos miraba envidiosa desde lo alto, con los ojos bien abiertos”. La música suena de nuevo, porque se dice que “La gaita es para tocarla”, aunque- mira por donde-resulta que una familia de arañas quieren participar en la fiesta y ya veremos qué pasa….La jocosidad llega “En la romería” cuando “El vaso de sidra” relata su propia vida de cosa material pero con su corazoncito:”Echái sidra nesti vasu/que yo quiero beber más,/porque cuando yo toi “juna”/toles penes se me van(…)”. Estamos ante páginas que, en algunos momentos, nos recuerdan al mejor Steinbeck, a García Márquez, a Leopoldo Alas, a Borges, a Julio Ramón Ribeiro, a Cortázar, a Eduardo Mendoza, a poetas como Gonzalo Rojas, Antonio Colinas, Gamoneda…

En la entrevista citada a la pregunta de para qué sirve la literatura Esther contesta: “Pa enanchanos l´horizonte, pa suañar, pa divertinos, pa deprender, pa conocer otres cultures, pa viaxar…”. Su biografía es amplia, desde “El tatuaxe”, de 1998, uno de sus primeros libros hasta “Quiero ser  Arcu Iris” de 2014 y otros títulos de interés, amén de participación como coordinadora autora en libros colectivos, conferencias, artículos en la prensa, como los de “La Nueva España”, y estudios sobre la llingua y su recuperación, por lo que el Centro Asturiano de Madrid le concedió en 2007 el “Urogallo de Bronce”. Ha obtenido además números premios, menciones y galardones tanto por su trabajo docente como por su labor de creación. Notoria fue la presentación en Luarca del libro “Faraguyas (haikus)”, que demuestra su amplia dedicación a la literatura en todas las facetas. En 2015 fue nominada como “Vaqueira de honor” del Festival Vaqueiro y la Vaqueirada.

Delicioso es el relato “Volvieron al Bollo”, de “Yo estaba allí, en Avilés”, con un fotógrafo desmañado, una cámara estropeada, un accidente en medio de la fiesta…Pero la diversión llega cuando se trata de “Reservar sitio en el campo” para las fiestas de “San Timoteo, eo,eo,eo,eo…” que recuerda las de San Emeterio en Pimiango cuyos prado y ermita José Luis Garci retrató con talento en la película “El abuelo”, basada en la obra de Pérez Galdós. En “El chambrón”· sigue la fiesta y en “Oscurecer” donde la sidra nos sale hasta por los ojos: “¿Un culín, amigos? ¿Queréis un culin? ¡La sidra pide más sidra!”. Los barredorios, que podríamos traducir como los últimos de la fiesta, los trasgus de los prados, los cuélebres, las xanas, los enamorados clandestinos, los borrachines divertidos van desfilando por allí como cuando llegan los “Cabezudos” y surgen algunas dudas, cuando se dueña con un “Barco de papel” o al rememorar una juventud escolar y reidora en “Examen de ingreso”: “Toda la calle riéndonos sin saber de qué nos reíamos”. La tristeza de “El entierro” que un petirrojo volando, la aventura de “La plaza del paraguas”, “El vivir la nieve” con otro ¿o el mismo? petirrojo llamando a la ventana, la soledad de “¡Nadie…!”, el juego con los tritones, la historia un tanto cruel de la “Deshonrada” y, al final, esa bella rememoración de “Yo estaba allí, en la Fontanica”, parte de una biografía que despierta tiempos pasados, juegos del asombro,  esas “imágenes en movimiento”, en definitivo los inocentes “Juegos de niños…”. La autora que, confiesa, ha estado en muchas partes, ha vivido agradables momentos en su tierra asturiana, ha disfrutado de la sidra y los bailes, ha escarbado en la memoria suya y en la de los demás, h
a hecho perfectos relatos psicológicos de sus personas y ha penetrado en los espacios de la soledad, la tristeza y la muerte pero que, aún, puede seguir y seguirá narrando las leyendas y vivencias de ese mundo rural repleto de vitalidad, se pregunta: “¿Había pasado tanto tiempo?”.

Pues tras haber disfrutado con la lectura de estas 119 páginas de “Yo estaba allí” únicamente nos quedaría decir: “Asturies que guapina yes”.

Manuel Quiroga Clérigo. (Secretario de la Asociación Colegial de Escritores de España)

                       Majadahonda, 8 de Diciembre de 2016.

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